Como es de dominio público, las autoridades educativas en México hicieron del conocimiento de la ciudadanía que para el inicio del ciclo escolar 2020-2021 se iba a implementar un modelo educativo de educación a distancia a través de la televisión. El tema ha despertado un debate importante en diversos sitios. Debate al cual pretendemos sumarnos con el presente artículo en aras de generar algunas ideas que permitan contribuir a la comprensión del fenómeno y, sobre todo, de las implicaciones que tal medida genera en términos de aprendizajes.
Para
tal efecto, partimos de lo siguiente: El inicio de las clases se definió para
el pasado 24 de agosto. Y desde esa fecha en adelante se fijaron 3 semanas para
“repasar” los contenidos del ciclo anterior. Eso significa que, a partir de
esta semana, se estará iniciando formalmente con los contenidos del actual
ciclo escolar. No obstante, en las primeras semanas quedaron en evidencia las
contradicciones internas del modelo. Cito dos ejemplos para fundamentar lo
anterior:
En
primer lugar, las autoridades educativas no explicaron cómo iba a funcionar en
el modelo de educación a distancia, la triada telemaestro-docente y alumnos.
Pero lo que no explicó en los medios, lo terminó dejando en claro el
funcionamiento del modelo en la realidad. ¿En qué sentido? La triada funcionó
de manera desvinculada: “el telemaestro expone el contenido, el alumno observa
y el maestro formula algunas interrogantes sobre el contenido expuesto en
televisión, mismas que son enviadas al padre de familia a través de WhatsApp.
Estas interrogantes son resueltas por el alumno en su cuaderno y le son
reenviadas al docente por la misma vía. En ese proceso, el docente no tiene
contacto con el niño, sino con el padre de familia, y el niño contesta lo que
se le solicita, pero no tiene retroalimentación sobre lo que hizo. Esto para la
educación preescolar y primaria. Y para los niños que no cuentan con una
computadora con acceso a internet” (Educación Futura, 4 de septiembre del
2020).
En
segundo lugar, con este modelo de educación a distancia -y aquí radica la
segunda contradicción- se le está dejando un rol tangencial al docente en el
proceso de enseñanza-aprendizaje, luego de que no hay espacio para el proceso
de “consolidación” de los contenidos que se están impartiendo a los alumnos.
Estas dos contradicciones internas en el modelo complejizan el tema de los
aprendizajes en los alumnos, porque los dejan en un lugar de franca
vulnerabilidad.
Sin
embargo, aquí no termina el problema: en el ciclo escolar que está
transcurriendo en México, se están desarrollando dos modelos educativos que
transitan por caminos diferenciados: uno es el modelo de la escuela pública con
el modelo de educación a distancia (a través de la televisión); y otro, el de
la escuela privada con el modelo de educación a la distancia a través de las
tecnologías. En este segundo modelo, los alumnos están desarrollando el proceso
de enseñanza-aprendizaje a través de las herramientas que contiene Google
for education (Classroom, Meet y Google Drive).
Esta
condición está generando un proceso de alfabetización digital entre docentes y
alumnos. Un proceso que hemos postergado en nuestro país por más de dos
décadas, pero que ahora por el escenario del cierre de escuelas que ha generado
la pandemia del Covid-19, se ha tenido la necesidad de recurrir a la educación
en línea para proseguir el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En
ese sentido, este proceso de alfabetización digital no está teniendo lugar en
todos los alumnos. Lo cual significa que en el ciclo escolar que está en curso
no solamente se va a presentar un rezago educativo en términos de aprendizaje,
sino también en lo referente a la alfabetización digital.
Cuando
las autoridades educativas se refieren al actual ciclo escolar, hacen alusión
al “gran esfuerzo institucional” que está desarrollando el gobierno federal con
la creación de contenidos para transmitirlos en televisión todos los días. Y se
recurre a los números para sustentar el esfuerzo (número de programas y de
horas de televisión; así como el número de alumnos que están siendo atendidos
en el actual ciclo escolar); sin embargo, en el mensaje institucional no se
repara en los costos educativos que está generando el modelo.
Si
lo planteamos en términos prospectivos, a quien más le conviene el retorno a la
clase presencial, es a la escuela pública, porque no se cuenta con los
elementos para hacerle frente a un modelo de educación a distancia. Los alumnos
que estudian en una escuela privada bien pueden continuar, concluir e iniciar
el próximo ciclo escolar -si la pandemia no amaina en el país- bajo el modelo
de educación en línea; pero los alumnos de la escuela pública no. En estos
últimos se instala como urgencia el retorno a la clase presencial. No hay otra
forma de recuperar lo que se perderá en términos de aprendizajes. Dicho en
otras palabras: la pandemia ha agudizado el rezago educativo de la escuela
pública. Y esa es una responsabilidad del Estado en su conjunto.
¿Por
qué lo afirmo en estos términos? Porque es responsabilidad del Estado que la
educación que reciba un niño que estudia en una escuela pública no esté por
debajo de la educación privada. En eso se materializa la consabida expresión de
que “la escuela pública es una prioridad para el Estado”. Esa expresión suena
bien para el discurso público; pero la prioridad se debe demostrar en los
hechos. Y, en los hechos, lo que se tiene es a dos modelos educativos que
transitan por vías separadas y que están generando resultados diferenciados, en
términos de aprendizaje, en los alumnos.
En
otros países -como el caso de Argentina-, se está conminando a que las
autoridades educativas tomen acciones porque el golpe puede llegar a
constituirse en una catástrofe generacional (LaPoliticaOnline, 8 de septiembre
del 2020). Aquí la demanda se puede reproducir en el mismo sentido. Empero, la
única vía de “ajuste” que observo es el retorno a la clase presencial. Y
mientras eso no suceda, los alumnos seguirán tomando clases a través de la
teleclase. Con eso, como lo he venido afirmando en este espacio, se mantiene en
pie el ciclo escolar; pero no los aprendizajes.
Por:
Fidel Ibarra López
Fuente:
http://www.educacionfutura.org/
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