Hay muchas formas de configurar un contexto híbrido, desde ideas más sencillas hasta el llamado “modelo Spotify” que rompe con los esquemas educativos más tradicionales.
Desde lo más simple en semipresencialidad, podemos ir escalando hacia modalidades
más complejas. Cuando
hablamos de la semipresencialidad y del modelo híbrido,
quizá nos viene a la cabeza la imagen del confinamiento en la que el
docente reproducía las clases de forma online, y luego los alumnos hacían una
serie de actividades ya desconectados, de forma que ahora solo cambiaría la
incorporación de algunas clases presenciales. Sin embargo, esta es una imagen
bastante simple de lo que supone este modelo. Como dice Alfredo Hernando,
psicólogo y creador del Así lo manifestó durante la presentación del encuentro
online VIMET
(Virtual International Meeting of Education and Technology), un
congreso internacional gratuito que se celebrará del 13 al 16 de octubre y
que conectará a educadores y empresas punteras del sector para
mostrar y enseñar el manejo de
las
últimas novedades en tecnología educativa. Los centros escolares
compartirán iniciativas de éxito en el aula y expertos
internacionales y nacionales hablarán de ciberseguridad, evaluación
online, escape rooms y learning tools.
El “modelo Spotify” consiste en disponer de un gran
repositorio de actividades y contenidos que el docente puede listar y organizar
de la manera que mejor considere
Según
Hernando, “desde lo más sencillo en semipresencialidad, podemos ir escalando
hasta llegar a modalidades más complejas”. Un ejemplo de ello es lo
que él denomina “el modelo Spotify”, que consiste en disponer de un
gran repositorio de actividades y contenidos que el docente puede listar y
organizar de la manera que mejor considere.
“Spotify
te vende el acceso a toda la música del mundo, no a un CD concreto, y el
usuario se suscribe al infinito musical, de forma que se rompe con el formato
tradicional de escuchar el disco de una manera determinada”, explica el
experto. Trasladado al currículo, esto supondría mantener los
contenidos pero romper la estructura y el orden. “Entre uno y otro modelo,
podemos encontrar una variedad de modalidades: clase invertida, tutorías,
trabajo presencial con una parte online…”.
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Antes que por el modelo híbrido, hay que apostar
por un modelo de personalización, que se sirva de la semipresencialidad pero
que también requiere de una capa metodológica
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El
creador de Escuela21 asegura que “lo que vivimos en marzo fue un estado
de emergencia para todos, también para la escuela; y en ese estado de
emergencia nos dimos cuenta de que necesitamos la escuela como espacio físico
que cumple con una serie de funciones muy importantes: es un espacio de
socialización, de cuidado, de evaluación, de nivelación social… de forma que lo
que muchos hicimos fue una traducción online más o menos acertada del
modelo presencial”.
Sin
embargo, en su opinión, “antes que por el modelo híbrido, hay que apostar
por un modelo de personalización, que se sirva de la semipresencialidad
pero que también requiere de una capa metodológica. El foco principal tiene que
ser atender las necesidades de cada uno de los estudiantes, y a partir de ahí
sacar las bondades del modelo semipresencial”.
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No podemos clonar las clases presenciales en el
modelo online, ya que faltan los imputs fundamentales de la presencialidad
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También
participó en la presentación David Bueno, biólogo y director de la Cátedra de
Neuroeducación de la Universidad de Barcelona, que apostó por quedarse
con los aspectos positivos del modelo híbrido: “En aquellos institutos
donde hay asignaturas que no se pueden impartir porque hay pocos alumnos, el
modelo online es fantástico para ofrecer esas materias”.
Asimismo,
lo considera “una herramienta fantástica para el trabajo colaborativo,
porque permite a los alumnos reunirse en cualquier momento desde casa”.
Bueno
advierte de que “no podemos clonar las clases presenciales en el modelo
online, ya que faltan los imputs fundamentales de la presencialidad, como
mantener la atención o el uso de los diversos sentidos, pero sí podemos clonar
aquellas partes de la enseñanza virtual que más nos pueden servir en la
presencialidad”. Y pone como ejemplo la pedagogía inversa: “En el
modelo online funciona muy bien que los alumnos preparen lo que tienen que
hacer y después lo discutamos juntos, porque los conocimientos se fijan mejor
si primero lo trabajan ellos, que si alguien se los cuenta y se lo tienen que
creer”.
El
experto en genética explica cómo “presencialmente podemos estar cambiando de
actividad con los alumnos cada diez minutos, porque los tenemos
delante y podemos ver cómo respiran, cómo se mueven, como se miran entre ellos,
como nos miran…”, y señala la gran diferencia con el formato online, ya que
“solo vemos unas caritas como sellos y vamos soltando nuestro rollo durante una
hora”. “¿Cómo podemos pretender que en un sistema menos interactivo estén más
rato prestando atención?”, se pregunta.
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En una clase presencial, aunque tengamos que
dinamizarla, están todos los sentidos activos, mientras que online solo usamos
dos: la vista y el oído
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Bueno
también habla de la diferencia en el uso de los sentidos: “En una
clase presencial, aunque tengamos que dinamizarla, están todos los sentidos activos,
mientras que online solo usamos dos: la vista y el oído”. Bueno indica que
“esta diferencia puede hacer que la clase online pierda eficiencia en
todos los conocimientos que se adquieren”.
¿Qué
forma tenemos de compensarlo? Él recomienda promover una mayor
motivación e implicación de los alumnos, encontrando la forma de vehicular
lo que realmente les interesa aprender, despertando online toda la maquinaria
cerebral para que los aprendizajes no pierdan eficiencia”. “Aprende de forma
diferente y el resultado será diferente”, dice Bueno, que nos recuerda que “al
cerebro le gustan las novedades, que las pantallas vayan pasando, y por eso
los videojuegos son adictivos, porque las pantallas pasan rápido y te permiten
volver atrás si no superas alguna fase”.
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Lo que pase ahora como modelo híbrido no tiene que
ser lo que vivimos en marzo que fue un estado de emergencia, sino que tiene que
venir de la reflexión
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Alfredo
Hernando, por su parte, asegura que lo que pasó en marzo fue “un examen
sorpresa que nadie se esperaba, nos cayó y tuvimos que sacar conclusiones
de forma acelerada sobre el grado de conexión de los hogares o la competencia
docente”. Por eso cree que “no podemos traducir literalmente la
clase presencial en la digital”.
“Lo
que pase ahora como modelo híbrido no tiene que ser lo que vivimos en marzo que
fue un estado de emergencia, sino que tiene que venir de la reflexión,
sacando todo lo bueno de la modalidad presencial y de la virtual”, añade.
Hernando
considera que “la institución física es fundamental, y la han echado de menos
los alumnos y también los padres. Es un lugar de socialización y de muchísima
información cualitativa; en la escuela pasan muchas cosas que no ocurren en
otros lugares, porque es el espacio por excelencia de la interacción
social de los 3 a los 18 años”.
Por
eso él es partidario de pensar en la escuela como centro de aprendizaje
con un horario amplio, en el que los edificios se configuren como espacios
de aprendizaje más abiertos, con acciones de más flexibilidad y movilidad y más
apertura durante todo el día”.
Por Adrián Arcos
Fuente
https://www.magisnet.com/2020/10/el-modelo-hibrido-entendido-como-un-mundo-de-posibilidades/
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