martes, junio 24, 2014

Evaluación de la docencia y calidad educativa


Siempre hemos afirmado en este blog que “Calidad Educativa” es un concepto con múltiples sentidos y dimensiones. En esta publicación la autora se ocupa de la evaluación de la docencia, en función de la Calidad Educativa ¿Cómo se justifica la evaluación del docente?

"La preocupación generalizada por la calidad de la enseñanza está otorgando una importancia creciente a la valoración de la eficacia del profesor en ejercicio. si bien aún es reducido el número de países en los que se ha iniciado como una práctica habitual en los centros que imparten la escolaridad obligatoria" (Martín-Moreno Cerrillo).

Actualmente, la evaluación del profesorado es necesaria como señala Nieto, no sólo para la mejora de la enseñanza, no sólo para reducir el fracaso escolar y acabar con los métodos didácticos que exigen esfuerzo inútil tanto para los alumnos como para los profesores; sino también para rendir cuentas a la sociedad de la labor del profesorado y justificar gastos públicos. Entendida de esta manera la evaluación se considera como útil y viable, ayudando a la toma de decisiones válidas y justificadas permitiendo, además, establecer procedimientos para la mejora educativa y la labor docente, controlando la calidad de los mismos (Tejedor). La evaluación en una sociedad democrática es un componente ineludible si queremos prestar un servicio de calidad y de mejora educativa. En este sentido Cronbach afirma que la evaluación, en general, consiste en facilitar un proceso democrático y pluralista de intercambio de información entre todos los participantes de un programa.

Aunque la evaluación del profesorado surge con gran énfasis e interés para mejorar la calidad de las instituciones educativas y el desarrollo profesional del docente, rendir cuentas, etc. además de atender a las exigencias legislativas, también es cierto que alrededor de este tema existe una nebulosa atmósfera de amenaza, de negación, rechazo y aversión del profesorado hacia todo aquello que tenga que ver con la evaluación. Predomina un enfoque sancionador, controlador y de fiscalización. Los docentes sienten miedo y angustia frente a la utilización de la información obtenida por el evaluador (Hernández y Saramona). Así como también, temen a la evaluación docente por el conflicto que ésta puede provocar en el profesorado respecto a su necesidad interna de seguridad y porque ésta sea percibida por muchos docentes como un ataque a su autonomía profesional. Siendo, muchas veces, un problema de actitud, de voluntad, de formación, etc.

Si este es el sentir de una gran parte del profesorado creo que, en estos momentos, es inevitable aludir a la necesidad de difundir una cultura educativa de la evaluación entendida como proceso de desarrollo, mejora profesional y personal del docente y garantía de calidad, centrada más en procesos de autoevaluación de la propia práctica antes de poner en marcha un plan de evaluación externo del profesorado. Como señala Bolívar si la autoevaluación fuera una práctica extendida, no se requerirían evaluaciones externas que es la tendencia a la cual estamos abocados, en la actualidad, puesto que como él plantea "la evaluación del desempeño docente está en las agendas políticas de mejora, llegando a configurarse como la nueva ortodoxia del cambio educativo".

Aunque, hoy por hoy, la evaluación docente está presente en la política educativa de los países creo que, ahora más que nunca, es necesario instaurar prácticas autoevaluativas que doten de sentido y coherencia a la docencia y que, por supuesto, ayuden a detectar los puntos fuertes y débiles. Evaluar la tarea del profesor debería de concebirse como necesidad intrínseca de mejora y desarrollo profesional para el propio docente y no como mera exigencia burocrática. El profesor como profesional autónomo es el principal interesado en conocer la eficiencia de su actuación, el papel de los recursos, de la metodología utilizada, el grado de satisfacción de la programación prevista, etc. Desarrollo profesional que pasa inevitablemente por un proceso de evaluación de su propia práctica docente que no debería verse como una estrategia de vigilancia jerárquica que controla las actividades de los profesores sino una forma de favorecer y fomentar la mejora y el perfeccionamiento. Además, la evaluación docente como estrategia de desarrollo profesional supone también un factor de motivación para el profesorado siempre que se desarrolle en un contexto participativo, integrador y plural.


Extraído de:
Evaluación de la práctica docente y calidad educativa: una relación encadenada
María Amparo Calatayud Salom
Profesora Titular de Universidad, Departamento de Didáctica y Organización Escolar.
Facultad de Filosofía y Ciencias  de la Educación. Universidad de Valencia, España.

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