Si queremos un sistema educativo igualitario que significa una igualdad de oportunidades para todos y, en consecuencia, una mejor sociedad en el futuro, tenemos que invertir, reforzar, afianzar y asegurar en el tiempo el sistema educativo público
En este artículo
quisiera hacer una reflexión sobre la diferencia entre educación y sistema
educativo. Ya sé que parece una tontería, pero muchas veces se confunden ambos
conceptos o se utilizan de una forma partidista. La educación es un proceso
humano de transmisión de la cultura y todo lo que representa y el sistema
educativo es una estructura del Estado que regula la enseñanza y que presta el
servicio social que garantiza el derecho a la educación.
La educación de los
seres humanos es siempre importante y necesaria, pero a veces el sistema educativo no
lo es tanto para algunas personas y colectivos, porque está regulado
políticamente. Pero, en los últimos tiempos, hemos visto que estas personas y
colectivos se han dado cuenta de que este sistema es más importante de lo que
pensaban. Seguramente ya lo sabían, pero su interés personal les impedía
reconocerlo: era más importante la educación de cada quien, individualmente,
que el conjunto del sistema educativo. En este tiempo el sistema educativo ha
demostrado su importancia por la pandemia y por todas sus repercusiones. Hemos
constatado la necesidad de enseñar la protección de la humanidad, amenazada
ahora por las políticas y la falta de compromiso de muchas personas. También la
necesidad de enseñar a trabajar juntos y por el debate suscitado de la nueva
LOMLOE.
Este debate de la
nueva Ley reguladora del sistema educativo, ya en vigor, ha tenido un carácter
más ideológico que educativo, en los medios y en las calles. Con mentiras,
calumnias y opiniones sesgadas. ¿Por qué ha pasado esto si el sistema educativo
es este tejido que garantiza la educación obligatoria, que va más allá de los
aprendizajes del “sentido común” y regula la oferta pública de las enseñanzas?
Porque para muchos todo esto no está claro, sobre todo la palabra «pública» que
es lo que les duele y crea sarpullidos en algunas personas.
Ahora se dan cuenta
del escaso incremento del presupuesto destinado en los últimos años al sistema
educativo y abogan por un aumento dedicado a la enseñanza del PIB[1] con
la famosa máxima de que a un país le sale mucho más cara la ignorancia. Pero es
verdad que los resultados de esta inversión se ven en el medio-largo plazo y no
en una legislatura. En cualquier caso, ya era hora de que, al menos, se
mostrase la intencionalidad de llegar, al menos, al 5% (con los años por
supuesto, hasta el 2025) aunque deberíamos llegar a una mayor inversión en
menos tiempo; especialmente tras los ignominiosos recortes de algunos partidos
cuando han gobernado, algo que mucha gente ha olvidado como se comprueba en los
votos en las urnas.
Necesitamos más
inversión puesto que nuestro sistema educativo aún no ha conseguido todos los
objetivos posibles. Uno de estos objetivos sería que todos los niños y
adolescentes estuvieran bien. Sí, digo bien, escolarizados en una verdadera
escuela pública y que se diera un plazo para que la privada concertada
(financiada con fondos públicos) tuviera la posibilidad de acogerse a
instituciones públicas o privadas. Es posible que en el pasado los conciertos
fueran necesarios pero, actualmente, la doble red crea desigualdades sociales y
nunca, en educación, han funcionado las medias tintas.
A este objetivo
habría que sumar otros como la lucha por la inclusión, la equidad, el fracaso
escolar, el abandono prematuro y muchos temas más pendientes de solución. Y su
necesaria influencia en asuntos de educación ciudadana como la salud, los
recursos alimentarios y energéticos y la conservación del medio ambiente, etc.
Es decir, la calidad de vida del ser humano. Finalidad fundamental siempre del
sistema educativo. Hay mucho camino por hacer.
Para que el sistema
educativo eduque realmente en la vida, para la vida y sirva para superar las
desigualdades sociales, se hace incuestionable la necesidad de reformarlo y que
sea una herramienta de transformación social. Ya sabemos que en este país es
casi imposible un pacto educativo, con estas dos o más Españas que decía
Machado. Es inaguantable una nueva ley de educación cada cuatro u ocho años. Se
necesita un marco legislativo flexible que pueda ir concretándose en el tiempo
por los cambios sociales, culturales, económicos y tecnológicos. Toda Ley por
principio, en esta época, queda obsoleta en el mismo minuto que se aprueba. Si
la rapidez de las innovaciones nos impide saber cómo será el futuro, ¿Cómo es
posible que hagamos normativas cerradas? Esto es algo que ignoran algunos
partidos que ven la educación como un negocio y se olvidan de la ética humana,
ya que nunca leyeron a Aristóteles cuando dice que toda educación consiste en
dirigir y desarrollar los sentimientos de placer hacia el orden ético.
Si queremos un
sistema educativo igualitario, es decir, que ofrezca igualdad de oportunidades
para todos y, en consecuencia, ayude a construir una mejor sociedad en el
futuro, tenemos que invertir, reforzar, afianzar y asegurar en el tiempo el
sistema educativo público. El sistema educativo es una estructura que necesita
una escuela diferente que se construye constantemente, y no de parches entre
cuyas costuras, siempre, acaban perdiéndose mucha gente y muchos esfuerzos.
________________
[1] En España el gasto público en
educación se sitúa en 2020 en un 4,3% del PIB. Otros países de más inversión
son Islandia (7,53%), Suecia (6,77%), Dinamarca (6,58%), Finlandia (5,68%),
Noruega (5,61%), Israel (7,06%), Estonia (5,96%) o Letonia (5,79%), Reino Unido
(4,62%), Francia (5,42%), Portugal (5,00%) y Polonia (4.92%), entre otros.
‘.
Por Francisco Invermón
Fuente
https://eldiariodelaeducacion.com/porotrapoliticaeducativa/2021/01/25/el-sistema-educativo-siempre-sera-importante-por-lo-que-necesita-inversion/
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