Algunos factores de la educación presencial se pierden al trasladar las clases a un entorno virtual. Cristóbal Cobo, especialista en educación y tecnología y autor de ‘Acepto las Condiciones’, los explica.
Este curso la comunidad educativa
se ha visto forzada a cambiar la forma en la que se imparte clase, ya sea
online o de forma semipresencial. Pero, a
pesar de que muchos se han adaptado a esta nueva realidad gracias a las nuevas tecnologías, la presencialidad sigue
teniendo mayores beneficios para el alumnado y los docentes.
¿Cuáles son las fortalezas de la
educación presencial que se dificultan en la educación virtual y a distancia?
Y, ¿cómo abordar esos cambios para garantizar la calidad de la educación?
Educación
presencial vs educación virtual
Primero, la educación presencial
no es solamente para adquirir acceso a contenidos. Sino que es también un
espacio donde hay innumerables oportunidades para desarrollar de manera
permanente habilidades socioemocionales y adquirir valores para vivir en
sociedad. Este ‘otro’ tipo de aprendizajes, tan importante como las asignaturas
y contenidos de los planes curriculares, son más complejos de estimular en los
entornos virtuales. No es que no se pueda, pero requerían esfuerzos
adicionales.
Por otro lado, en los entornos
virtuales es muy sencillo poner énfasis en los aspectos transaccionales. Es
decir, es fácil usar el teléfono o un correo electrónico para enviar materiales
o dar acceso a distintos recursos pero, la educación no es solo eso. También
juega un papel central la motivación y la creación de vínculos estudiante-docente
(ej. empatía, construcción de confianza para trabajar en equipo o saber
combinar los aspectos cognitivos con los socioemocionales). Quienes están
profundamente familiarizados con los entornos digitales logran de manera más
efectiva sortear estas dificultades, pero este tránsito de lo presencial a lo
remoto no es automático.
Otro factor a tener en cuenta de
la educación a distancia es que suele registrar índices más altos
de deserción o abandono. Es clave, por tanto, generar y diseñar espacios dentro
de la educación virtual y a distancia que no se limiten a la entrega de
contenidos, sino que también ofrezcan mecanismos de seguimiento, acompañamiento
y reforzamiento. Puede ser por parte del docente o un tutor auxiliar,
sincrónico o asincrónico y puede hacerse a través de una videoconferencia o con
una llamada telefónica. Pero, fundamentalmente, debe ser sistemático y formar
parte de una estrategia pedagógica.
Priorización
curricular
Las investigaciones que estamos
realizando en este momento muestran que cuando los países transitan desde la
educación presencial a la remota existe una clara tendencia a jerarquizar y
priorizar aquellos contenidos y asignaturas consideradas centrales (lo mismo
ocurre con las habilidades). De este modo, se busca focalizar aquellas
asignaturas consideradas más críticas ya sea para las evaluaciones nacionales o
bien que se consideren esenciales para la adquisición de futuros saberes.
Debemos recordar que no se puede
enseñar igual que antes (donde uno habla y los demás escuchan). Cuando pasamos
de la educación presencial a la virtual existe un reto importante en cuanto a
poder ‘traducir’ las estrategias pedagógicas. El uso del tiempo, la gestión de
la atención y la motivación, la meta-cognición (aprender a aprender) son retos
que deben considerarse a la hora de planear los programas de enseñanza a
distancia, y lo mismo ocurre con la formación de los docentes que requieren
mucho más que habilidades instrumentales para enseñar a distancia.
La brecha
digital desde una perspectiva más amplia
Para abordar una educación
virtual y a distancia es fundamental que los países puedan impulsar y articular
6 ejes claves: nuevas pedagogías, formación docente, acceso a dispositivos,
conectividad, plataformas y un diseño institucional diferente. Estos retos
deben atenderse de manera simultánea. Esperar que un ministerio de educación
pueda impulsar estos 6 ejes de cambios por sí solo es todo un reto. Esto tiene
que ver con una teoría (o estrategia) del cambio y con la capacidad de
consolidar alianzas.
Algo que esta pandemia ha puesto
en evidencia es que las distinciones que teníamos hasta el 2019 entre la
educación presencial y la virtual o a distancia son hoy menores. A nivel global,
diferentes sistemas educativos han abierto las puertas a nuevos formatos de
enseñanza, nuevas formas de conectar estudiantes y docentes y es poco probable
que eso desaparezca cuando acabe esta crisis. Creemos que estas nuevas
modalidades de enseñanza seguirán evolucionando y esperamos sirvan para ofrecer
más oportunidades a quienes hoy no las tienen (por ejemplo, estudiantes con
discapacidad, minorías lingüísticas o que viven en lugares remotos).
Fuente
https://www.educaciontrespuntocero.com/opinion/beneficios-de-la-educacion-presencial/
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