El programa Global Scholars facilita la interacción entre alumnos de nacionalidades y culturas diferentes, fomentando el entendimiento mutuo y la adquisición de habilidades básicas para su futuro.
¿Puede ser efectivo un aprendizaje en remoto? ¿Acaso no es la distancia
física un obstáculo que dificulta la interacción de los estudiantes? En un
contexto global marcado por la pandemia de coronavirus, todo depende de la
manera en que se hayan diseñado esas clases. Los alumnos en edad escolar pueden
desarrollar conocimientos y habilidades esenciales para su futuro en aulas a
distancia bien planteadas, tales como el pensamiento crítico, las competencias
digitales, el compromiso global y el trabajo en equipo, de acuerdo con los
resultados de Far from Remote: Survey Evidence of
Student Learning in Digital Classrooms (Lejos de lo remoto: un
estudio del aprendizaje en aulas digitales), realizado por Global Cities,
Inc., una iniciativa de Bloomberg Philanthropies.
El informe, realizado a partir de una encuesta a más de 8.500 alumnos en
47 ciudades de los cinco continentes, se basa en Global Scholars, un programa educativo de Global
Cities que permite a alumnos de 10 a 13 años (desde 5º de Primaria a 1º de la
ESO) de centros públicos trabajar colaborativamente con estudiantes de países y
culturas diferentes, en inglés y a través de herramientas digitales. A lo largo
de un año, los menores (organizados en aulas digitales seguras de unos 300
alumnos de ocho a diez ciudades diferentes) desarrollan una serie de
actividades prácticas relacionadas con un desafío global en torno a dos ejes:
la sostenibilidad y la tecnología. Al final del curso implementan un proyecto
local de acción comunitaria que refuerza en los alumnos la idea de que sus
acciones importan y que pueden contribuir a mejorar el mundo.
El consumo sostenible, la escasez de agua o el mantenimiento de la
biodiversidad son algunas de las temáticas abordadas durante los siete años en
que lleva funcionando esta iniciativa, y que este curso incluye a más de 3.200
alumnos de la Comunidad de Madrid y de Cataluña, ya sea a través de actividades
extraescolares, integrando este currículum digital en las asignaturas ya
existentes o creando una materia específica. Al combinar la enseñanza guiada
por el profesor con un currículo digital y la interacción de los alumnos en
plataformas de debate, “los jóvenes aprenden a creer en ellos mismos y en sus
habilidades para cambiar sus comunidades, al completar proyectos y al compartir
conocimientos con sus compañeros”, afirma Marjorie B. Tiven, fundadora y
presidenta de Global Cities. La tecnología, señala, puede ofrecer oportunidades
únicas para aprender a través del diálogo y la colaboración.
Promover el compromiso global
Según estimaciones de Naciones Unidas, para el año 2050 el 68 % de la población mundial vivirá
en entornos urbanos. Las ciudades tienen un impacto mayor en todo lo
relacionado con el cambio climático y la sostenibilidad, y por eso Global
Scholars se centra en aportar soluciones locales a esos desafíos globales. A lo
largo del año, cada semana, los docentes guían a los estudiantes en actividades
que les sirven para desarrollar su conocimiento sobre esos desafíos y su
impacto global. “Los alumnos comparten y comparan sus perspectivas en
plataformas de debate que fomentan un sentimiento de comunidad, y adquieren una
comprensión más matizada y global al leer y contestar a los mensajes de sus
compañeros, aprendiendo nuevas soluciones”, explica Megan Wilhelm, gerente del
programa educativo en Global Cities.
“Me sirvió de mucho porque pude comunicarme con alumnos de otros países,
y aprendí a respetar sus ideas y sus opiniones, que son muy diferentes a las
mías”, recuerda Elisabet Pujol, una alumna del Institut Vall de Llémena, en
Sant Gregori (Girona), que participó en Global Scholars en el curso 2015-16.
Ese año, su proyecto de acción comunitaria fue elaborar una ruta sostenible para ir al centro de la ciudad,
comparando el tiempo, el coste y las emisiones de CO2 de un coche y una
bicicleta; la promocionaron en un foro ciclista y crearon un vídeo y un Kahoot.
Marc, su hermano, participa este año: “Estamos trabajando sobre el consumo
sostenible, y cómo podemos mejorarlo. Aprendemos que, con pequeñas cosas,
podemos conseguir grandes cambios”.
Naia Teixidor, por su parte, estudia 1º de la ESO en el mismo centro, y
también cursa esa asignatura: “Es una de mis materias favoritas, porque
participas mucho en clase y es muy interesante. Durante un día, recogimos todos
los plásticos que consumimos, los llevamos al instituto y vimos que teníamos un
kilo y medio de envoltorios y envases… Te hace pensar en las consecuencias de
tus acciones, y creo que puede ayudar a que en el futuro mejoren las cosas”.
Un aprendizaje basado en competencias
El éxito de un programa como Global Scholars descansa en un currículum
específicamente diseñado para obtener competencias globales en un entorno
digital: apreciación por la diversidad y el entendimiento cultural,
conocimientos y compromisos globales, habilidades digitales, autoeficiencia,
compromiso académico y pensamiento crítico; unos objetivos que sirven de base
para desarrollar las actividades de cada curso. Se trata de entender cómo
funciona el mundo y actuar para mejorarlo, ya sea local o globalmente,
“aplicando sus conocimientos y experiencias, ese espíritu crítico y los puntos
de vista que han descubierto de alumnos procedentes de culturas muy diferentes
a la suya”, sostiene Xavier Cortina, profesor de estos alumnos en el Vall de
Llémena, un centro público abierto en 2014 cuyo proyecto pone un énfasis
especial en la tecnología y la educación en competencias.
Los beneficios son muchos y muy claros, añade: “La cooperación, saber
trabajar colaborativamente dentro y fuera del aula… ese es el futuro de la
educación. Aprender por proyectos, en grupos, de manera eficiente y
planificada” tiene además un impacto emocional que es muy importante en el
aprendizaje. Una videollamada en Skype, por ejemplo, les sirve para darse
cuenta de que hay alguien al otro lado, y muchos alumnos aprenden más rápido
cuando hay un componente emocional de por medio. ¿Se pueden adquirir
competencias globales a distancia? “No solo es posible, es que no puede ser de
otra forma. Cuando estos alumnos sean mayores, van a tener que trabajar de
forma colaborativa en el trabajo, pero también online”. Por otro
lado, el hecho de que la comunicación sea enteramente en inglés hace que
mejoren sus competencias en ese idioma, que pasa de ser solo una asignatura a
una herramienta imprescindible y productiva para poder comunicarse.
Para que una enseñanza a distancia sea verdaderamente efectiva, señala
Cortina, también ha de ser competencial, algo que es especialmente útil para
los estudiantes con mayores dificultades académicas: “Cuando trabajan de manera
competencial, que quiere decir que las actividades se hacen con un propósito
concreto, para aplicar unos conocimientos, estas benefician en mucha mayor
medida a los alumnos que tienen dificultades”. El estudio de Global Cities así
lo confirma: aquellos con bajos niveles previos de interés y confianza en sus
propias capacidades experimentaron un progreso notable a lo largo del programa.
En una escala del uno al cinco, la puntuación media de los alumnos que
inicialmente pensaban que no podrían alcanzar el éxito académico pasó de 2,71 a
3,58, especialmente en lo relacionado con su capacidad para compartir y debatir
temas globales.
“La interacción es la clave para involucrar a los estudiantes en el
aprendizaje en línea. Ya sea conectando con compañeros a la vuelta de la
esquina o en otra parte del mundo, los alumnos están deseosos de interactuar
sobre asuntos que son significativos para ellos”, señala Wilhelm. “Ahora mismo,
en el aula digital, muchos se preguntan unos a otros sobre sus experiencias
durante la pandemia, un aspecto que afecta a su vida diaria. Aprender de sus
compañeros les ayuda a desarrollar empatía y una perspectiva más global”. Al
conocer otras perspectivas o buscar opiniones acerca de sus ideas, adquieren el
hábito de relacionarse respetuosamente con otros que piensan de diferente
manera. “Lo que aprenden, la información que analizan y las ideas que elaboran
llevan a mejores soluciones potenciales para ayudar a un mayor número de
personas”.
El mencionado estudio pone de manifiesto otras conclusiones
fundamentales: al finalizar el programa, había crecido el número de alumnos que
pensaban que sus acciones podían afectar a otras personas, ya fueran de su
ciudad o del resto del mundo (de 3,56 a 3,74 sobre 5), algo especialmente
significativo entre los alumnos con niveles académicos más bajos, entre los que
el compromiso global había pasado de 1,89 a 3,23 en solo un año. El entusiasmo
por el aprendizaje global se mantuvo estable (4,2 final sobre 5, frente a 4,28
al inicio), y quedó demostrado que aquellos docentes que se beneficiaban de una
formación específica interactiva eran capaces de conseguir que el compromiso
global de sus alumnos creciera de una manera más evidente.
El papel de los docentes y de la tecnología,
esencial
Para garantizar el compromiso y la eficacia de los profesores con el
plan curricular de Global Scholars, la organización proporciona una formación
profesional específica por videoconferencia antes de cada una de las unidades
didácticas, a fin de que puedan implementar el currículum y ayudar a sus
alumnos a integrar la tecnología de la mejor manera posible; tanto a la hora de
investigar y de crear o presentar su trabajo, como al debatirlo con estudiantes
de las más diversas procedencias. Unas sesiones que les sirven también para
familiarizarse con diferentes herramientas digitales e intercambiar ideas con
profesores de otras ciudades.
Los avances tecnológicos han facilitado el desarrollo de las
aplicaciones y los recursos digitales. “Hay muchos, tantos y tan atractivos que
al principio los cogerías todos”, reflexiona Cortina. Por eso, “tienes que
pensar en los elementos que hacen que una actividad sea competencial (…).
Tienen que ser recursos que te permitan construir algo juntos, porque de esta
manera la actividad cobrará sentido: el uso del vídeo en educación, el entorno
de Google…”. “Ellos no hacen un uso pasivo de las nuevas tecnologías”,
continúa, “sino que las usan para generar contenido. Cuando usas la tecnología
de una forma tan intensa, hay alumnos que incluso descubren habilidades que no
sabían que tenían”. En breve, Cortina realizará con sus alumnos un libro
digital con recomendaciones sobre consumo; una herramienta que no conocía y con
la que se familiarizará gracias a la formación y el seguimiento proporcionado
por Global Scholars. Siempre, eso sí, con un objetivo: desarrollar las
herramientas y habilidades que los alumnos necesitarán en su vida adulta, a fin
de convertirse en adultos globalmente competentes.
Fuente: https://elpais.com/economia/2020/12/09/actualidad/1607518408_102444.html
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