En esta publicación,
la autora sintetiza sus argumentos sobre el sentido que le da al término
“Educación”, considerada esta como un aporte a la construcción de una
ciudadanía democrática ¿Cuáles son las diferencias que plantea con respecto a
la construcción hegemónica?
A partir de los planteamientos de Martha Nussbaum y de
Boaventura de Sausa Santos, he derivado una serie de aserciones con el fin de
contribuir a la reflexión sobre el sentido de la democracia, los fines de la
educación y la urdimbre de relaciones entre educación y democracia, en un mundo
globalizado y bajo la presión de las políticas neoliberales. Más que
conclusiones, son puntos de llegada (o de partida) para alentarnos a tomar parte
activa en la solución de una crisis que nos involucra a todos, que requiere de
nuestro concurso en los distintos escenarios donde se construye día a día una
educación que no puede serlo sino desde el horizonte del fortalecimiento de
nuestras democracias.
1. La democracia no está dada por siempre y para siempre. La
democracia es un legado que se construye y se fortalece permanentemente. Uno de
sus mayores riesgos es que en el horizonte de las libertades individuales se
pierda de vista la justicia social, la igualdad de derechos y la autonomía de
pensamiento, como garantes de las relaciones democráticas.
2. El problema de la democracia —de su fortalecimiento y
permanencia—, no se cifra en las fronteras de lo nacional. Nussbaum y Santos
coinciden al señalar la necesidad de no restringir nuestra mirada a lo
local-nacional, sino de abrirnos al mundo; pero en un sentido distinto al
propuesto por la globalización neoliberal, de tal manera que la reciprocidad,
el respeto y el interés genuino por los otros tengan cabida.
3. El proceso que desencadenó la crisis de la universidad
como bien público descrita por Santos, es consecuencia del predominio del
paradigma hegemónico de desarrollo y del modelo de educación para el
crecimiento económico que está minando la democracia y la educación para la
ciudadanía.
4. El modelo de educación para el crecimiento económico es
antagónico frente a los valores y metas de la democracia.
5. La democracia le cuesta (y por tanto le resta) a la
rentabilidad y a la
competitividad. El trabajo con grupos pequeños y las
metodologías personalizadas, la implementación de mecanismos cualitativos de
evaluación donde la retroalimentación constituye un componente básico, la
realización de proyectos cooperativos que involucren expresiones artísticas, la
generación de espacios para la discusión y el debate razonado, la ampliación
del acceso a la universidad por la vía de las becas y no por el de los
préstamos, la promoción de redes de cooperación de instituciones públicas a
nivel global y local, la asignación razonable de funciones para los profesores
donde prime lo académico sobre lo administrativo, la financiación de proyectos
de investigación y de extensión por fuera de los criterios del impacto y la
rentabilidad, entre otras acciones; significan sacrificar la ganancia monetaria
en aras de los réditos para el fortalecimiento de la democracia de las naciones
en el concierto para una globalización alternativa o contrahegemónica.
6. El afán de las naciones por el crecimiento económico hace
que nos desinteresemos del rumbo que está tomando la educación y como
consecuencia de ello del porvenir de las sociedades democráticas.
7. Los ciudadanos deben conocer las implicaciones del modelo
de desarrollo hegemónico en su país. Una auténtica democracia no es compatible
con un modelo orientado al crecimiento económico, la competitividad y la
rentabilidad.
8. No podemos esperar la participación activa y deliberante
de los estudiantes en la actual crisis si no les garantizamos una formación
como ciudadanos en una sociedad democrática. Su mirada estrecha sobre la
democracia (que se reduce al tema de sufragar o no) es el espejo en el que
vemos reflejados nuestros logros en esta materia.
9. Sólo ciudadanos en el ejercicio de sus derechos están en
capacidad de defender la universidad como bien público e incidir en sus
transformaciones. Estos ciudadanos deben ser formados en la escuela (a lo largo
de todos los niveles), en el marco de una educación para la ciudadanía
democrática.
10. La políticas neoliberales se ocultan bajo el paradigma
de una falsa democracia
—o democracia fetiche—, que pretende reducir las libertades al
libre mercado.
11. Parásita de la democracia, la educación para la
rentabilidad quiere reducir cada vez más los espacios de igualdad y oportunidades
y trastocar los valores que caracterizan una sociedad democrática para que el
capital económico prime como interés fundamental y defina las políticas de
acción en el sector de la educación a través de la configuración de un capital
cognitivo.
12. El modelo de educación para la rentabilidad —que forma
parte del modelo de organización social de la competitividad—, encontró en la
sociedad democrática un escenario de desarrollo
que implica — necesariamente— ir minándola poco a poco. Corresponde a quienes
no compartimos los ideales y valores de ese modelo, aprovechar lo que queda de
democracia para fortalecer los principios de una educación para la ciudadanía
democrática.
13. Democracia y artes-humanidades se precisan mutuamente.
14. La educación humanística permite educar desde el
reconocimiento de la diferencia, el respeto y la comprensión; asume las
relaciones humanas como parte de un entramado complejo en el que se conjugan
pensamiento y emoción; reconoce el valor de la pluralidad al interior de la
sociedad y permite evaluar la toma de decisiones considerando el modo en que
éstas afectan a las otras personas.
15. Aunque los cambios que está teniendo la educación no han
sido el resultado de una decisión consciente, ni hemos analizado
suficientemente sus implicaciones; tales transformaciones están limitando
nuestro futuro.
16. Uno de los problemas más graves de la crisis de la
educación para la ciudadanía democrática es que, como sociedad, hemos
interiorizado una serie de valores de los que en realidad no somos conscientes.
En una suerte de círculo que se cierra sobre sí mismo, la educación produce
mentes dóciles que no cuestionan los cambios; cambios que sólo se podrían
revertir si existieran ciudadanos con capacidades como las que describe Martha Nussbaum
en su libro.
17. No existe una oposición entre ciencias y humanidades. Una práctica idónea de las llamadas ciencias
exactas y de las ciencias sociales debería estar impregnada del «espíritu de
las humanidades (…) que aparece con la búsqueda del pensamiento crítico y los
desafíos de la imaginación, así como con la comprensión empática de una
variedad de experiencias humanas y de la complejidad que caracteriza a nuestro
mundo» (Nussbaum).
18. La promoción de los valores socráticos, la formación de ciudadanos
del mundo y la capacidad de situarse en el lugar del otro a través de la
educación humanística implican
necesariamente que se trabaje con miras a una apropiación significativa de la
cultura escrita por parte de los estudiantes en formación. Sin ser el único
camino posible, la lectura y la escritura de textos de distintos géneros y
modalidades constituyen espacios potencialmente ricos para el desarrollo de las
habilidades requeridas para el ejercicio de la ciudadanía democrática. Esta
apropiación de los conocimientos procedimentales de la cultura escrita (lectura
desde la perspectiva de la organización del texto, activación de los
conocimientos previos para leer, identificación de distintos enunciadores
presentes en un texto y sus correspondientes puntos de vista, confrontación de
posturas distintas ante asuntos que requieren ser debatidos, formulación de
argumentos autónomos y debidamente estructurados, etc.), forma parte de la
educación humanística que debemos fortalecer en contra de la tendencia dominante,
producto de la primacía del modelo de educación para el crecimiento económico.
19. La educación debe ser educación para la ciudadanía
democrática. Nuestra apuesta: aprovechar lo que queda de democracia en nuestras
sociedades para salvar la democracia.
Extraído de:
Educación significa “educación para la ciudadanía
democrática”1
Giovanna Carvajal Barrios
Profesora de la Escuela de Comunicación Social de la
Universidad del Valle. Comunicadora Social y Licenciada en Música, Magíster en
Comunicación y Diseño Cultural. Actualmente realiza el doctorado en Ciencias de
la Educación de Rudecolombia-Universidad Tecnológica de Pereira.
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