La preocupación por la Educación emocional es novedosa en las escuelas, es reconocido que necesitamos una adecuada base que solidifique nuestra voluntad para poder aprender ¿En qué consisten esas competencias emocionales? ¿Qué tipos podemos reconocer? No podemos reconocer calidad en la Educación sin ellas.
Existen diversos modelos de competencias emocionales. A
continuación se presenta el modelo del GROP (Grup de Recerca en Orientació
Psicopedagògica) de la Universitat de Barcelona (Bisquerra, 2008), según el
cual hay cinco grandes competencias:
·
Conciencia emocional,
·
Regulación emociona,
·
Autonomía emocional,
·
Competencia social y
·
Habilidades de vida para el bienestar.
La conciencia emocional consiste en conocer las propias emociones
y las emociones de los demás. Esto se consigue a través de la autoobservación,
así como de la observación de las personas que nos rodean. Conviene distinguir
entre pensamientos, acciones y emociones; comprender las causas y consecuencias
de las últimas; evaluar su intensidad; y reconocer y utilizar el lenguaje
emocional de forma apropiada, tanto en comunicación verbal como no verbal.
La regulación emocional significa dar una respuesta
apropiada a las emociones que experimentamos. No hay que confundir la
regulación emocional con la
represión. La regulación consiste en un difícil equilibrio
entre la represión y el descontrol. Son componentes importantes de la habilidad
de autorregulación, la tolerancia a la frustración, el manejo de la ira, la
capacidad para retrasar gratificaciones, las habilidades de afrontamiento en
situaciones de riesgo (hacer frente a la inducción al consumo de drogas,
violencia, etc.), el desarrollo de la empatía, etc. Algunas técnicas concretas
son: diálogo interno, introspección, meditación, mindfullness, control del
estrés (relajación, respiración), autoafirmaciones positivas; asertividad;
reestructuración cognitiva, imaginación emotiva, cambio de atribución causal,
etc. El desarrollo de la regulación emocional requiere de una práctica
continuada. Es recomendable empezar por la regulación de emociones como ira,
miedo, tristeza, vergüenza, timidez, culpabilidad, envidia, alegría, amor, etc.
La autonomía emocional es la capacidad de no verse
seriamente afectado por los estímulos del entorno. Se trata de tener
sensibilidad con invulnerabilidad. Esto requiere de una sana autoestima,
autoconfianza, percepción de autoeficacia, automotivación y responsabilidad. La
autonomía emocional es un equilibrio entre la dependencia emocional y la
desvinculación.
Las habilidades sociales son las que facilitan las
relaciones interpersonales, sabiendo que éstas están entretejidas de emociones.
La escucha y la capacidad de empatía abren la puerta a actitudes prosociales,
que se sitúan en las antípodas de actitudes racistas, xenófobas o machistas, que
tantos problemas sociales ocasionan. Estas competencias sociales predisponen a
la constitución de un clima social favorable al trabajo en grupo productivo y
satisfactorio. Las emociones interculturales son aquellas que experimentamos
cuando estamos con personas de otra etnia, color, cultura, lengua, religión,
etc., y que según se regulen de forma apropiada o no, pueden facilitar o
dificultar la convivencia.
Las competencias para la vida y el bienestar son un conjunto
de habilidades, actitudes y valores que promueven la construcción del bienestar
personal y social. El bienestar emocional es lo más parecido a la felicidad,
entendida como la experiencia de emociones positivas. No podemos esperar a que
nos vengan dados los estados emocionales positivos, sino que hay que
construirlos conscientemente, con voluntad y actitud positiva. Esto es posible
y deseable.
Extraído de
Consideraciones sobre educación emocional, transversalidad y
bienestar
Rafael Bisquerra Alzina
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