Las competencias emocionales constituyen el soporte de toda actividad intelectual, y una condición imprescindible para ingresar en el camino de la Calidad Educativa. Entonces ¿Cómo poner el práctica la Educación emocional? ¿En qué ámbitos se debe llevar a cabo?
De cara a la puesta en práctica de programas de educación
emocional, se presentan a continuación algunas propuestas estratégicas de
carácter general.
Es muy importante empezar por la formación del profesorado.
Por lo tanto, debería estar en la formación inicial: en los estudios de grado
de maestro y en el master de secundaria, cuya denominación completa es: Master
Universitario en Formación del Profesorado de Educación Secundaria Obligatoria,
Bachillerato, Formación Profesional y Enseñanza de Idiomas. Dado que de momento
no es así, se impone una formación continua del profesorado, tanto de infantil
y primaria como de secundaria. En estos momentos, la formación que recibe el
profesorado es por iniciativa propia y pagándosela de su propio bolsillo. Este
es el caso del Master de Educación Emocional de diversas Universidades.
El profesorado con una formación mínima puede introducir
elementos de educación emocional en su práctica docente. Uno de los espacios
más apropiados para hacerlo es la tutoría. Otro es Educación para la ciudadanía.
Conviene subrayar que tanto la educación emocional, la
tutoría como la educación para la ciudadanía comparten objetivos comunes: el
desarrollo personal y social, que haga posible la convivencia en democracia y
la construcción del bienestar personal y social. Esto, que es fácil de decir,
pero difícil de poner en práctica de forma efectiva, requiere tiempo, cambio de
actitudes y entrenamiento para el desarrollo de competencias.
También se pueden introducir elementos de educación
emocional en todas las áreas académicas. La cuestión no es qué enseñamos, sino
cómo lo enseñamos. Lo importante, probablemente, no es tanto llenar cabezas de
contenidos como encender la llama de la ilusión para continuar aprendiendo
durante toda la vida. Esto
significa motivar para desear continuar aprendiendo, lo cual es una forma de
educación emocional.
Para que esto funcione se recomienda un trabajo en equipo
entre el profesorado. Lo cual se ve altamente potenciado en la medida que haya
un apoyo explícito por parte de la dirección del centro.
El Departamento de Orientación puede jugar un papel muy
importante de apoyo, ya que son los profesionales más sensibilizados y
preparados para atender a los aspectos emocionales. En el proceso de
implantación de programas de educación emocional, el Departamento de
Orientación puede aportar recursos, metodologías, técnicas, estrategias,
actividades, etc.
Hay que contar con la familia y ayudarle a formarse en
competencias emocionales de cara a mantener mejores relaciones con sus hijos e
hijas. Esto se puede hacer a través del espacio familias, con charlas,
talleres, cursos, etc. La formación de las familias debería empezar desde el
nacimiento. Por lo tanto, el primer contacto con las familias con este
propósito debería ser a través de los pediatras, ginecólogos y profesionales de
la salud. Cuando
llegan a la escuela ya se ha perdido un tiempo importante.
Las competencias emocionales deben ejercerse en la comunidad
y los miembros de la comunidad pueden contribuir con su ejemplo a la educación
emocional. Conviene tener presente que cualquier comportamiento puede ser
educativo o deseducativo. Las relaciones entre escuela y comunidad, el trabajo
en red, las redes sociales, los medios de comunicación de masas, etc., ejercen
una gran influencia en la puesta en práctica y en los efectos de la educación
emocional.
Extraído de
Consideraciones sobre educación emocional, transversalidad y
bienestar
Rafael Bisquerra Alzina
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