Quiero mencionar, aunque sea de forma breve, los principales
obstáculos que encontramos en este camino hacia la escuela democrática, y que prepare
para vivir en una sociedad democrática. Como decía, la escuela es una
institución muy enraizada en la sociedad, por lo que las relaciones entre la
escuela y la sociedad son relaciones muy estrechas; muchas veces se ha señalado
que cada sociedad tiene la escuela que le corresponde, y que no es posible que
exista un divorcio entre una y otra.
A una sociedad autoritaria le corresponderá una escuela
autoritaria, y sería difícil cambiar la sociedad empezando por cambiar la escuela. No es la
escuela el lugar desde el que podamos cambiar la sociedad, aunque a la larga
puede contribuir a ello. Se pueden promover modificaciones, hay cambios que se
pueden introducir, y que facilitarán que en el futuro la sociedad cambie, pero
la escuela es una parte de la sociedad y, por tanto, dependiente de ella.
No se pueden provocar grandes cambios si la escuela tiene
que desenvolverse en un medio social en el que predominan valores contrarios a
los que promueve. Podemos estar predicando determinado tipo de valores, pero si
los que prevalecen en la sociedad son contrarios, apenas conseguiremos
modificar esos valores en nuestros alumnos.
Hablando en términos generales, ¿cuales son los obstáculos
que se oponen a que tengamos una escuela en verdad democrática?
Lo primero son las propias deficiencias del sistema
democrático. La democracia, lo sabemos, no es un estado en que se encuentre una
sociedad, sino que es un camino, un proceso y no podemos decir que ninguna
sociedad sea perfectamente democrática. No. Hay sociedades más democráticas que
otras, menos democráticas, o nada democráticas, y siempre nos tenemos que ir
moviendo hacia un ideal. La democracia es algo que tiene que estarse
perfeccionando. Nunca encontraremos una sociedad que sea perfectamente
democrática, como nunca encontraremos el Estado perfecto, ni una ciencia que lo
explique todo. Pero ¿cuáles son las sociedades que son más democráticas? Esas
sociedades en las que los ciudadanos participan y deciden, pero participan no
sólo mediante las votaciones, que sólo constituyen un acto ritual, ya que no
basta con elegir a los gobernantes si luego no tenemos formas de controlar a
esos gobernantes.
En el siglo XVI y XVII se escribían libros sobre la
“educación de los príncipes”, la educación de los gobernantes. Hace algún
tiempo, en una conferencia escuchaba decir al filósofo Fernando Savater que
para cambiar la educación tenemos que dar una educación de príncipes a todos
los ciudadanos, lo que me parece una hermosa forma de expresar la idea de que
para ser libres todos tenemos que ser gobernantes. Ésa sería una sociedad en la
cual estaríamos más próximos a la democracia.
La democracia es, pues, una forma de funcionamiento, y una
dirección en la que tenemos que movernos, pero encontramos con frecuencia en
muchos países, creo que desgraciadamente en casi todos, sino en todos, que los
gobernantes se preocupan más por mantenerse en el poder que por las cosas que
puedan realizarse a través de disponer de ese poder. Entonces, mejorar el
sistema democrático participando todos en ello es algo necesario, y las
deficiencias en el sistema democrático son dificultades para tener una escuela
democrática.
El segundo punto que me gustaría mencionar es la
independencia que existe ahora en el poder económico, porque en las sociedades
que se dicen democráticas elegimos a nuestros gobernantes, y podemos no
elegirlos, pero al poder económico no lo elegimos, es un poder completamente
oculto; es decir, las grandes empresas transnacionales no están bajo el control
de los ciudadanos; puede haber algunas leyes que limiten ciertas formas de
funcionamiento, pero en definitiva funcionan de una manera muy poco regulada, y
al margen de ese funcionamiento democrático. Tienen un enorme poder y creo que
cada vez más, y el neoliberalismo propugna en definitiva por que las empresas
funcionen sin estar sometidas a reglas, sin estar sometidas al poder político,
que sería el democrático. Como señala un autor que se ha ocupado mucho de la
democracia, el tratadista italiano Norberto Bobbio, la democracia no depende
fundamentalmente de cuántos votan, sino de dónde se vota, es decir, en qué tipo
de ámbitos sociales existe un control por parte de los ciudadanos. Se trata de
que la democracia llegue no sólo a las instituciones políticas, sino al
funcionamiento económico, a las escuelas, a los sindicatos, a las asociaciones,
a los clubes de futbol. La democracia sólo existirá cuando se extienda a todos
los lugares, cuando los ciudadanos participen en la toma de decisiones, y en el
control de lo que se hace en todos los lugares.
Autor
Juan Delval
Extraído de: La escuela para el siglo XXI
Juan Deval
Doctor en Filosofía. Catedrático de Psicología Evolutiva y
Educación en la
Universidad Autónoma de Madrid. Sus líneas de investigación
versan sobre el desarrollo del pensamiento infantil, especialmente en lo
relativo a la lógica, a la formación del pensamiento científico y a la
construcción de nociones sociales, así como a su aplicación a la formación de
conocimientos en la escuela.
No hay comentarios. :
Publicar un comentario