La educación para la
ciudadanía y la convivencia requiere de acciones que afecten a toda la
población.
La educación para la
ciudadanía no puede ser un objetivo dirigido solamente a las generaciones más
jóvenes, a la infancia y a
Una formación en
ciudadanía que estime la justicia y la equidad, requiere dirigentes que la
practiquen
Una ciudadanía buena también vela por los valores justicia y
equidad. La lucha por conseguir que cada vez más nuestras sociedades sean
comunidades justas y democráticas, y por que la sociedad en general goce de más
equidad, es cuestión de todos. Pero en especial lo es de aquellos que tienen
más capacidad de decisión y a los que, por tanto, les es más exigible
responsabilidad social y responsabilidad ética. El comportamiento de los
gobernantes, de los líderes empresariales y sindicales, de los directivos, y
también el de los directores de los medios de comunicación genera modelos,
formas de actuar y de pensar, susceptibles de ser imitados a pequeña escala y
con un efecto multiplicador. De esta forma, su comportamiento puede contribuir
a que nuestras sociedades y la sociedad en general sean más equitativas e
inclusivas o, por el contrario, incrementar las desigualdades y propiciar más
vulnerabilidad y exclusión social. En suma, diríamos que generan un clima
social que afecta al mundo del trabajo y al de la familia, y que puede
contribuir a que la ciudadanía más joven estime la justicia y la equidad como
algo valioso y además posible, o a que, por el contrario, en el mejor de los
casos reconozca estos elementos como valores, aunque ajenos a este mundo y, por
ello, escasamente factibles.
Conviene establecer alianzas entre los diferentes agentes de
socialización potencialmente educadores como, entre otros, la familia, los medios
de comunicación y la comunidad local o la ciudad, con el objetivo de generar
más confianza activa y capital social
Hay factores con una potente incidencia en la formación en
valores de los más jóvenes y también en su formación como ciudadanos, que conviene
tener en cuenta. Entre ellos, la familia, los amigos y compañeros, los espacios
de ocio y diversión, los entornos de juego, aprendizaje y comunicación, y el
reflejo que los medios de comunicación proporcionan de los valores,
cosmovisiones, modelos y estilos de vida de los líderes políticos y
personalidades del mundo de la cultura, el deporte y el espectáculo. La
construcción de las diferentes identidades personal, comunitaria a nivel local,
de país y nación, de Estado y supranacional se teje en las redes sociales –hoy
ampliadas gracias al desarrollo de la tecnología y la globalización de la
información– y se consolida mediante la práctica social y comunicativa en la
comunidad de la que nos sentimos miembros.
Los procesos de aprendizaje social que acontecen en los
contextos de educación informal, pueden ser tan potentes o más que los que nos
proponemos en los contextos de carácter formal, y la continuidad educativa
entre contextos que se genera, si estos comparten expectativas y valores, es un
factor que puede consolidar vínculos de confianza entre los miembros de una
comunidad, fomentar la aceptación de normas y crear más capital social. Sin
estos ingredientes es difícil que los miembros de una comunidad se interesen
por ser buenos ciudadanos y que las generaciones más jóvenes comprendan la
necesidad y el auténtico sentido de su formación como tales.
Conviene abordar la educación para la ciudadanía no solo
como una actividad curricular. Por todo lo expuesto anteriormente, conviene abordar la
educación para la ciudadanía no solamente como una actividad curricular
específica con un temario concreto y un horario determinado. Ni siquiera como
un conjunto de actividades organizadas sistemáticamente de manera transversal
en las diferentes asignaturas o materias de un plan de estudios. Conviene
abordar la educación para la ciudadanía, también, desde una perspectiva no
formal e informal de la
educación. Esto no significa que podamos olvidar su
tratamiento curricular específico y su tratamiento transversal; muy al
contrario, debemos conservar y cultivar espacios reservados a este fin en los
centros docentes, aunque no limitarnos a ellos.
Extraído de
Educación y ciudadanía en sociedades democráticas: hacia una
ciudadanía colaborativaMiquel Martínez Martín
En
EDUCACIÓN, VALORES Y CIUDADANÍA
Bernardo Toro y Alicia Tallone
Coordinadores
1 comentario :
muy bueno cuanto menos tiempo paseentre el modelo actual de una escuela y sociedad autoritaria a ese modelo democratico mejor sera para todos
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