jueves, octubre 28, 2010

La cooperación internacional: educar a la aldea planetaria

Mucho hemos oído hablar sobre los Pilares de la Educación según el Informe de la UNESCO sobre la Educación del siglo XXI dirigida por Jacques Delors, por lo que, debido a su extensión, publico uno de sus capítulos.
El informe de la UNESCO, elaborado en 1996, sobre la educación para el siglo XXI, dio un gran paso hacia adelante al dejar explicitado que la educación no sólo debe promover las competencias básicas tradicionales, sino que ha de proporcionar los elementos necesarios para ejercer plenamente la ciudadanía, contribuir a una cultura de paz y a la transformación de la sociedad. Este trabajo sirvió de fundamento a las reformas curriculares de algunos países de la región.

La mundialización de las actividades, que es la característica señalada de nuestra época, pone de manifiesto, como hemos mostrado en los primeros capítulos de este informe, la amplitud, la urgencia y la imbricación de los problemas a que se enfrenta la comunidad internacional. El crecimiento demográfico acelerado; el derroche de los recursos naturales y la degradación del medio; la persistente pobreza de gran parte de la humanidad; la opresión, la injusticia y la violencia que aún padecen millones de individuos exigen medidas de corrección de gran envergadura, únicamente una cooperación internacional renovada en su espíritu y reforzada en sus medios podrá aplicarlas.

La cooperación internacional



Irreversible, la mundialización exige respuestas globales, y edificar un mundo mejor -o menos malo- es hoy en día más que nunca asunto de todos. La educación constituye innegablemente una de esas respuestas, sin duda la más fundamental, por lo que es menester inscribir la cooperación en materia de educación en el marco más general de los esfuerzos que la comunidad internacional debería desplegar para suscitar una toma de conciencia de todos los problemas que debe resolver y llegar a un consenso sobre las cuestiones que exigen una acción concertada. Semejante acción presupone la colaboración de múltiples interlocutores: organizaciones internacionales e intergubernamentales, gobiernos, organizaciones no gubernamentales, mundo de la industria y del comercio, organizaciones profesionales sindicales y, claro está, en el terreno del que venimos hablando, los agentes del sistema educativo y el mundo intelectual. Al respecto, la celebración, bajo la égida de la Organización de las Naciones Unidas, de una serie de importantes conferencias mundiales(1) y la recentísima creación de la Organización Mundial de Comercio han puesto los jalones de la acción colectiva que requiere la interdependencia de las naciones. Esas conferencias, la 1 'Conferencia mundial aplicación de lo en ellas decidido y la ejecución de proyectos para el examen y la concretos dimanantes de ellas definen el marco general y dibuevaluación de los logros el contorno de lo que podríamos denominar «las grandes del Decenio de las obras» de la cooperación internacional a finales del siglo xx. Naciones Unidas para la Etapas de una metodología realmente mundialista, atestiguan la voluntad de buen número de actores del escenario internacional de transformar, mediante la cooperación, en una fuerza positiva la mundialización de los problemas. Igualmente, la labor de comisiones internacionales como las Comisiones Brandt y Brundtland, la Comisión del Gobierno Mundial o la Comisión Mundial de Cultura y Desarrollo atestiguan el vigor de estas tendencias. El hecho de que cada vez se recurra más a la acción interna cional para tratar de hallar soluciones colectivas a los problemas de alcance mundial se refleja asimismo en el significativo aumento, en los últimos años, de las intervenciones de la Organización de las Naciones Unidas tendentes a asegurar la paz y la seguridad en distintos puntos del mundo. Así, por ejemplo, el número de conflictos en los que las Naciones Unidas se han interpuesto (diplomacia preventiva y mantenimiento de la paz) pasó de 11 en 1987 a 53 en 1991 y 78 en 1994. Desde luego, los resultados alcanzados en ese terreno, al igual que en otros, en ocasiones son decepcionantes y ahora que las Naciones Unidas acaban de conmemorar su 509 aniversario, obligan a preguntarse por la índole de las reformas que es indispensable aplicar al sistema de las Naciones Unidas, al igual que a sus modalidades de acción, para au mentar la eficacia de sus intervenciones. Mas se esboza un movimiento general que prefigura -o es de esperar que lo haga- el surgimiento en el siglo XXI de una sociedad realmente mundial.

Como sus ámbitos de competencia corresponden a cuestiones vitales, a la UNESCO corresponde sin lugar a dudas asumir (Beijing, China, 4 al 15 de grandes responsabilidades junto a las otras organizaciones internacionales. Concretamente, en un momento de la historia en el que la función esencial de la educación en el desarrollo nacional y humano se reconoce y proclama ya universalmente según afirmó su Director General(2)-, es lógico que esté asociada a muchos proyectos a través de los cuales la comunidad internacional tiene el propósito de fundar su futuro. Por ese mismo motivo, varias recomendaciones de nuestra Comisión siguen el hilo conductor de la labor de distintas conferencias mundiales de las Naciones Unidas.

Las mujeres y las muchachas: una educación para la igualdad
La Comisión desea subrayar el interés de la Declaración formulada por la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en septiembre de 1995, en la que se analizan las distintas modalidades que puede revestir la discriminación hacia las muchachas y mujeres, entre otros, en los terrenos de la educación y la formación, y fija a la comunidad internacional varios objetivos fundamentales: asegurar la igualdad de acceso de la mujer a la educación, erradicar el analfabetismo femenino, mejorar el acceso de la mujer a la formación profesional, a la enseñanza científica y tecnológica y a la educación permanente. La Comisión hace suyas esas varias recomendaciones. En términos generales, considera que la denegación de la igualdad con los hombres de que aún son víctimas las mujeres en la mayoría de las regiones del mundo, de forma masiva o en formas más insidiosas según las tradiciones y circunstancias, sigue siendo en este final del siglo XX por su amplitud y gravedad, un ataque contra los derechos humanos. Asociándose a las numerosas declaraciones solemnes formuladas al respecto en distintos órganos en los últimos años, sigue convencida de que la comunidad 2 Discurso del Director internacional tiene el deber de hacer todo lo posible por abolir General de la UNESCO en esas desigualdades. Dar a las muchachas y a las mujeres una a ceremonia de apertura instrucción que les permita superar lo antes posible la distancia de la 289 reunión de la que las separa de los hombres, para abrirles, en el trabajo, en la Conferencia General, sociedad, en el terreno político, vías de acción y acceso al poder 25 de octubre de 1995. que hasta ahora les han estado vedadas, no es sólo una exigencia ética. Abundan los estudios que ponen de manifiesto un hecho social capital: las mujeres se han convertido, en todo el mundo, en agentes económicos de primer orden, aunque los indicadores que se utilizan tienden con excesiva frecuencia a minimizar, o a ocultar, su verdadera aportación al desarrollo (véase el Capítulo 3). la educación de las mujeres y muchachas es, desde ese punto de vista, una de las inversiones en el futuro más rentables que se puede hacer. Tanto si el objetivo es mejorar la salud de las familias como la escolarización de los niños o la vida comunitaria, es educando a las madres y promoviendo de manera general la condición femenina como las sociedades tienen más posibilidades de que sus esfuerzos cuajen. Nuestro mundo, dominado demasiado exclusivamente por los hombres, tiene mucho que aprender y que esperar de la emancipación femenina.

La educación y el desarrollo social
La Comisión ha prestado asimismo especialísima atención al desenvolvimiento y las recomendaciones de la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, celebrada en Copenhague en marzo de 1995. La Conferencia, que abordó la pobreza, el desempleo y la exclusión social, puso el acento en la contribución que a su solución podían hacer las políticas educativas. Hay que recordar las orientaciones que en esa Cumbre se formularon, pues aclaran adecuadamente la dimensión social de las políticas educativas. Los Estados participantes en ella se comprometieron a promover el acceso universal y equitativo a una enseñanza de calidad y a asegurar a todo el mundo el nivel más elevado posible de salud física y mental y la atención primaria de salud. Declararon que, al respecto, se esforzarían especialmente por corregir las desigualdades de la condición social, sin distinción alguna por motivos de raza, origen nacional, sexo, edad o discapacidad física. Asimismo, se comprometieron a respetar y promover sus culturas comunes y particulares y a reforzar el papel que la cultura desempeña en el proceso de desarrollo y preservar los fundamentos esenciales de un desarrollo duradero centrado en el ser humano y a contribuir a la utilización óptima de los recursos humanos y al desarrollo social, con el fin de eliminar la pobreza, promover el pleno empleo y el empleo productivo y favorecer la integración social.
Evidentemente, nuestra Comisión suscribe esas conclusiones, que coinciden con sus propias concepciones acerca de la finalidad de la educación y que no pueden por menos que afianzar su defensa de una cooperación internacional basada en la solidaridad y la colaboración en pie de igualdad. Aunque no conviene abusar de los objetivos cuantitativos, considera que, habida cuenta de la contribución específica de la educación al desarrollo social, se debería consagrar a aquélla un porcentaje significativo de la ayuda pública para el desarrollo, que se podría fijar, en enlace con la acción de las organizaciones internacionales, en un cuarto de la ayuda global, que, por otra parte, es menester aumentar. las instituciones financieras internacionales, en primer lugar el Banco Mundial, deberían efectuar también una inflexión similar en favor de la educación. la Comisión espera que, gracias a un seguimiento regular de la Cumbre de Copenhague, aumente la toma de conciencia general, se estimulen las iniciativas, se fomenten las cooperaciones y se puedan medir los resultados alcanzados.

Fomentar la conversión de deudas en beneficio de la educación Inversión económica, social y humana a largo plazo, la educación es sacrificada con excesiva frecuencia en los planes de ajuste, pese a que la expansión de la escolarización exigiría aumentar los presupuestos nacionales en ese terreno. Es, así pues, necesario esforzarse por compensar los efectos negativos que en informe de la Cumbre el gasto público en educación tienen las políticas de ajuste y reducción de los déficit internos y externos. Al respecto, la Comisión considera prometedoras las experiencias recientes de conversión de deudas en acciones en favor de la educación. La deuda exterior de un país, adquirida con descuento -en divisas- a los bancos comerciales u otros acreedores por un organismo de fomento del desarrollo (por lo general, una organización internacional no gubernamental), es comprada parcialmente en moneda local por el deudor, por intermedio de su banco central, y el importe en moneda local se dedica exclusivamente a financiar (a veces durante periodos relativamente largos) programas educativos específicos. Es difícil negociar esos acuerdos de conversión de deuda, que no son siempre practicables; pero, en algunos países cuyo tesoro público está abrumado por las deudas que debe reembolsar, el organismo exterior que negocia un acuerdo de esa índole puede ayudar a que aumente el gasto en educación. En numerosos países gravemente endeudados, cuyo porcentaje del PIB dedicado a educación disminuye, al igual que el número de alumnos, es esencial reducir la deuda para dedicar a la educación una parte de los ingresos nacionales. Ahora bien, esa reducción no siempre se traduce en un aumento de los gastos sociales, y, al respecto, la conversión de la deuda da a quienes recaudan fondos externos cierto medio de presión, además de poder ayudar a resolver los problemas que plantea a los organismos de fomento del desarrollo el empleo de divisas para financiar gastos en moneda local o la asunción de gastos corrientes. Observando que los titulares de la mayoría de las deudas son gobiernos y los organismos de crédito oficiales multilaterales, la Comisión considera que deberían estudiar la posibilidad de participar también en esos acuerdos de conversión.

En pro de un observatorio UNESCO de las nuevas tecnologías de la información
Esforzándose por detectar tanto los obstáculos, financieros o de otro tipo, que frenan el progreso de la educación como los nuevos caminos que ésta podría seguir, la Comisión se ha mostrado especialmente atenta a los terrenos en que tiene lugar un cambio rápido. Uno de éstos, que se analiza más detalladamente en los Capítulos 2 y 8, es el de las nuevas tecnologías de la información, las cuales transforman ya las sociedades en que se implantan al modificar las relaciones de trabajo y crear, al margen del mundo real, un mundo virtual que todavía es muy difícil evaluar qué promesas y qué peligros encierra. Pueden asimismo -y mucha gente lo reconoce en la actualidad- hacer una aportación cada vez mayor a los sistemas educativos. Es menester, pues, velar por que se difundan en todos los países, a fin de evitar que se abra un nuevo foso entre países ricos y países pobres, que podría hacer peligrar los intentos de reequilibrio. Como la aparición de la sociedad de la información es uno de los datos fundamentales del futuro, la Comisión recomienda que la UNESCO cree un observatorio que se encargue de dilucidar y de evaluar, en la perspectiva del siglo XXI, dos aspectos de la cuestión: la previsible incidencia de esas nuevas tecnologías en la evolución de las sociedades y en los procesos educativos propiamente dichos. Ese proyecto diría, en nuestra opinión, perfectamente con la función de «pilotaje» intelectual de la comunidad internacional que corresponde a la UNESCO y permitiría sin duda aclarar mejor una vía hacia el futuro por la que avanza a zancadas el mundo moderno, aunque, por así decirlo, sin puntos de referencia. El control intelectual, político y social de esas tecnologías será una de las grandes empresas del siglo XXI. La Comisión considera igualmente que la UNESCQ en su condición de centro de intercambio de informaciones, debería desempeñar una función determinante en el terreno de los programas informáticos educativos. Dos orientaciones principales deberían guiar concretamente su acción: la concesión de un sello de calidad que permita distinguir los materiales pedagógicos de calidad y el fomento de la producción de programas informáticos que respeten la especificidad cultural de cada pueblo. Para ello, debe tomar la iniciativa de un diálogo con los editores de programas y las empresas informáticas, con miras a la creación y la concesión de premios que recompensen cada año las mejores iniciativas en ese campo.

De la asistencia a la colaboración en pie de igualdad
Hoy en día, la concepción y las funciones de la asistencia internacional están cambiando. Estamos en una encrucijada en la que se ponen en tela de juicio las formas clásicas de asistencia y cooperación y empieza a imponerse la necesidad de transformar la «asistencia» en «colaboración en pie de igualdad». Tanto los países que reciben ayuda como los que la conceden buscan formas nuevas de cooperación que se basen realmente en un intercambio y un beneficio mutuo. En un contexto en el que, con independencia de los factores locales, la mayoría de los problemas por resolver transcienden las fronteras locales o regionales, la cooperación es un imperativo así político como práctico. ¿Cómo avanzar eficazmente en este campo? Entre los dos grupos de países interesados, las opiniones al respecto pueden ser muy divergentes: los países beneficiarios exigen cada vez más ser tratados como asociados en pie de igualdad. Para ellos, depender demasiado de la experiencia de otros países, estar sometidos a modelos extranjeros, entraña a menudo restricciones inaceptables, lo mismo en el plano económico que en el plano cultural. Por su parte, los países económicamente desarrollados (y, dentro de esos países, las instituciones y organismos que se dedican a estimular las transferencias de recursos y de asistencia técnica) saben perfectamente que no hay soluciones aplicables a todos los casos. Es innegable que, hasta ahora, además de un capital de conocimientos y una ayuda material, muy a menudo han transmitido al mundo en desarrollo, además de sus prejuicios, perspectivas ya formadas y errores. En muchos países desarrollados, las crisis económicas y las del empleo han puesto de manifiesto la complejidad de las relaciones que existen ente la educación y el empleo, o entre la educación y la cohesión social. De ahí que los países donantes se inclinen más en la actualidad a extraer enseñanzas de su propia experiencia nacional y a tener en cuenta los éxitos y fracasos de la cooperación internacional. En el curso de su labor, la Comisión ha podido determinar temas comunes que pueden orientar una reflexión futura, para renovar las estrategias de desarrollo.

Un programa europeo:
ERASMUS El programa ERASMOS, lanzado en 1987 por la Comunidad Europea, fue el programa concebido y aplicado a nivel europeo para favorecer la movilidad de los estudiantes y otras actividades de cooperación interuníversitaría (movilidad de los profesores, elaboración de nuevos planes de estudio en común, programas intensivos). Desde 1995, ERASMUS está integrado en el nuevo programa de la Unión Europea, SóCRATES, que engloba todos los tipos y todos los niveles de educación y que pone el acento en la noción de «educación europea para todos». ERASMUS ha tenido un éxito incontestable, como atestiguan las siguientes cifras globales: entre 1987 y 1995, unos 400.000 estudiantes han podido llevar a cabo un periodo de estudio reconocido en otro establecimiento escolar de la CE y 50.000 profesores han dispensado cursos en otra universidad, 1.800 establecimientos han participado en las actividades de cooperación europea, cifra que comprende casi la totalidad de las universidades y gran número de establecimientos de enseñanza superior no universitaria. ERASMUS está organizado en tomo a dos acciones principales: concesión de ayudas financieras a las universidades para actividades de dimensión europea; fomento de la movilidad de los alumnos y concesión de becas para ello. Así, en el marco del nuevo «contrato ínstítucíonal», se conceden ayudas financieras a las universidades para promover la movilidad de los alumnos y profesores y elaborar planes de estudio comunes entre universidades de distintos Estados miembros. Un conjunto de disposiciones facilita el reconocimiento académico de los períodos de estudio efectuados en el extranjero. Las becas ERASMUS aportan una ayuda financiera di recta a los estudiantes que van a realizar un periodo de estudios en otros países miembros. Las becas (de 3 a 12 meses) cubren los gastos de movilidad que conllevan los estudios en el extranjero, la preparación lingüística, los gastos de viaje, la diferencia de costo de vida, etc. la enseñanza de idiomas extranjeros y promueve la igual dad de oportunidades (en el marco del programa de cooperación europea SóCRATES, que comprende, entre otros, los programas ERASMUS, CO MENIUS y LINGUA) y contribuye a la constitución de un fondo común de trabajos de investigación y estadística (EURYDICE). Esta colaboración entre los países ha sido concebida de modo que les permita aprovechar colectivamente los puntos fuertes de cada uno de ellos en todos los planos de la educación y compensar los puntos flacos de cada país. Permite a los jóvenes, en particular a los estudiantes, beneficiarse de las enseñanzas impartidas por los distintos países miembros de la Unión, con lo que contribuye a mejorar el entendimiento mutuo entre los pueblos. En otro nivel, hay grupos de países -de la Commonwealth y de la francofonía, entre otros~ que han sabido capitalizar elementos de un pasado común, en particular el idioma, para construir redes de intercambio y asistencia en beneficio de los países en desarrollo. Distintas organizaciones regionales y subregionales están adquiriendo importancia como animadoras de una cooperación que vincula a países que tienen intereses comunes. Es sin duda alguna posible, mediante actividades en asociación, centros de excelencia o programas comunes, realizar en beneficio de los países pequeños sinergias más eficaces que una acción aislada, y los países industriales, por su parte, también pueden extraer ventajas apreciables de la colaboración.

Los científicos, la investigación y los intercambios internacionales
Es suficientemente sabido el papel esencial de la investigación científica en el reforzamiento del potencial de los distintos países. la pauta actual, conforme a la cual los programas de investigación son fijados en lo esencial en los países ricos y atienden a las preocupaciones y los intereses de éstos, no es el camino más adecuado para fomentar un espíritu de colaboración en pie de igualdad. Ahora bien, se observan en la actualidad algunos signos positivos: realización de investigaciones endógenas (en las ciencias exactas y naturales así como en las ciencias sociales) y, en particular, constitución de redes «Sur-Sur», cuya eficacia depende en gran medida de la movilidad de los profesores, los alumnos y los investigadores, que hay que favorecer lo más posible y, por lo que se refiere a la UNESCO entre otras cosas mediante una adecuada acción normativa. En los países ricos, está comprobado que la cooperación entre científicos que se dedican a una misma disciplina transciende las fronteras nacionales y es un poderoso instrumento de internacionalización de las ideas, las actitudes y las actividades. Las redes que la Unión Europea ha instaurado o reforzado funcionan como una especie de laboratorio de investigación a escala europea en determinados terrenos, con repercusiones científicas y culturales. En cuanto a las regiones más pobres del mundo, sigue minando sus recursos el éxodo de científicos altamente cualificados en busca de puestos de investigación en los grandes centros. Ahora bien, y es éste un signo de esperanza, empieza a haber titulados e investigadores que regresan a su país de origen en cuanto se les presenta la ocasión de hacerlo, por modesta que sea. Aunque es innegable que los países ricos se esfuerzan cada vez más por enjugar el déficit de conocimientos del resto del mundo, es menester reforzar sin desmayo las medidas destinadas a ayudar a los países pobres a aumentar sus capacidades de investigación. Entre las más útiles, citemos la ayuda a la creación de centros de excelencia (véase el Capítulo 3), gracias a la cual los países dotados de medios insuficientes pueden superar, conjugando sus esfuerzos, el umbral crítico de eficacia, por debajo del cual ninguna acción es realmente viable en los terrenos de la investigación, la enseñanza superior o la inversión en técnicas costosas, como las de la enseñanza a distancia, por ejemplo. Una misión renovada para la UNESCO El mandato asignado a la UNESCO dentro del sistema de las Naciones Unidas y el lugar que efectivamente ocupa en el dispositivo de la cooperación internacional la convierten en una institución clave para el futuro. Su misión, definida hace medio siglo tras una guerra planetaria de trágicas consecuencias, sigue teniendo plena actualidad, pero las mutaciones del mundo le imponen transformarse a la par que él. Ni organismo de financiación, ni simple institución de investigación, la UNESCO ha tenido siempre por tarea desarrollar el potencial humano, en colaboración con los Estados Miembros de la Organización y sus múltiples asociados e interlocutores en el escenario internacional. la cooperación intelectual que estimula es, a la vez, un elemento de acercamiento y de entendimiento mutuo entre los pueblos y las personas y un instrumento indispensable para la acción. Más que nunca, la transferencia y la difusión de los conocimientos, el enfrentamiento de las ideas, la colaboración de alto nivel, la formación de redes de innovación, la difusión de informaciones y de experiencias que han tenido éxito, las labores de evaluación e investigación que favorece en sus ámbitos de competencia, son actividades indispensables para edificar un mundo más solidario y más pacífico. Es preciso que estos aspectos de su acción no dejen de desarrollarse. la originalidad de la UNESCO estriba en el abanico de sus competencias -no sólo la educación, sino asimismo la cultura, la investigación y la ciencia y la comunicación-, que hacen de ella una organización intelectual en el sentido amplio, menos sometida que otras a una visión únicamente economicista de los problemas.
Su polivalencia corresponde a la complejidad del mundo contemporáneo, en el que tantos fenómenos se hallan en relación de simbiosis. Autoridad moral y productora de normas internacionales, sigue estando tan atenta al desarrollo humano como al mero progreso material. Todas estas características la predisponen a llevar a cabo, en el terreno de la educación, una acción en varios frentes al mismo tiempo: ayudar a los Estados Miembros a edificar y renovar sus sistemas educativos, a sacar el mejor partido posible de la revolución científica y tecnológica y al mismo tiempo hacer del derecho a la educación una realidad para todos los habitantes del planeta y promover por doquier la idea de paz y el espíritu de justicia y de tolerancia. La Comisión hace votos por que la UNESCO pueda ser dotada por sus Estados Miembros de los medios necesarios para llevar a cabo esta tarea múltiple, lo cual supone, ante todo, que pueda ampliar y reforzar, en los años próximos, todo un haz de acciones basadas a la vez en su experiencia y en ideas innovadoras, a fin de alentar, entre otros medios gracias a alianzas y colaboraciones internacionales, el perfeccionamiento de los sistemas educativos nacionales. La Comisión insta a la UNESCO a que promueva además, a través de su programa, la noción de educación a lo largo de la vida propuesta en el presente informe, a fin de inscribirla paulatinamente en la realidad educativa del mundo contemporáneo. Por otra parte, la UNESCO puede contribuir considerablemente, mediante la educación, a abrir las mentes a los imperativos de la solidaridad internacional. Mientras las organizaciones internacionales y los Estados nacionales se preparan a responder a los desafíos del siglo XXI, la ciudadanía mundial sigue siendo un concepto muy alejado de las realidades y de las percepciones concretas, pese a que la aldea planetaria es nuestro horizonte, a medida que se multiplican las interdependencias y los problemas se mundializan.
Se exacerba la tensión entre lo global y lo local, al no existir una toma de conciencia de las mutaciones en curso. En esta perspectiva, hay que alentar todas las iniciativas procedentes de la base, fomentar los intercambios y los diálogos, seguir a la escucha de los hombres y las mujeres en la vida cotidiana. la acción de las organizaciones no gubernamentales reviste al respecto una importancia fundamental, para hacer retroceder los temores e incomprensiones y tejer los múltiples lazos que constituirán la sociedad mundial del futuro. la UNESCO de la que las ONG son desde hace mucho asociadas de primer orden sobre el terreno, no puede por menos que ganar si recurre cada vez más a su apoyo, que arraiga su acción en la realidad.
En esta perspectiva, hay que poner el acento en la educación para el entendimiento internacional y en la aportación esencial de las ciencias sociales en esa toma de conciencia de una solidaridad planetaria. la UNESCO podría, a título de ejemplo, fomentar un vasto balance interdisciplinario, en el que se recapitulasen los principales interrogantes que se plantean a las sociedades humanas en este final del siglo xx. Si se funda en esa aprehensión directa del mundo contemporáneo, la UNESCO podrá ejercer plenamente su magisterio moral, pues la Comisión considera que la vocación ética de la UNESCQ a la que su Constitución da prioridad, tiene más importancia aún hoy en día ante las nuevas misiones que se imponen a la educación en el mundo moderno, ya se trate de promover el desarrollo duradero, de asegurar la cohesión social, de alentar en todos los planos la participación democrática o de responder a los imperativos de la mundialización. En todos esos terrenos, las finalidades sociales de la educación no deben hacer perder de vista jamás la primacía del ser humano y de los ideales que la comunidad internacional proclamó cuando se fundaron las Naciones Unidas. En ese sentido, la exigencia ética, la primera de todas, es en último análisis lo que más profundamente concilia la acción de la UNESCO con las realidades de la época actual, conformadas por interrogantes e incertidumbre. Anclando esta acción en la utopía de una visión voluntarista y equilibrada del progreso, la orienta, en vísperas del nuevo siglo, hacia la instauración de una auténtica cultura de la paz.

Pistas y recomendaciones
La necesidad de la cooperación internacional -que debe repensarse radicalmente- se impone también en la esfera de la educación. Debe ser obra no sólo de los responsables de las políticas educativas y de los docentes sino también de todos los agentes de la vida colectiva.
Ø En el plano de la cooperación internacional, promover una política decididamente incitativa en favor de la educación de las muchachas y las mujeres, según las ideas de la Conferencia de Beiging (1995).
Ø Modificar la llamada política de asistencia con una perspectiva de asociación, favoreciendo en particular la cooperación y los intercambios en el marco de los conjuntos regionales.
Ø Destinar a la financiación de la educación una cuarta parte de la ayuda para el desarrollo.
Ø Estimular la conversión de la deuda a fin de compensar los efectos negativos que tienen sobre los gastos de educación las políticas de ajuste y de reducción de los déficit internos y externos.
Ø Ayudar a fortalecer los sistemas educativos nacionales favoreciendo las alianzas y la cooperación entre los ministerios en el plano regional y entre países que se enfrentan con problemas similares.
Ø Ayudar a los países a realzar la dimensión internacional de la enseñanza dispensada (plan de estudios, utilización de las tecnologías de la información, cooperación internacional).
Ø Fomentar el establecimiento de nuevos vínculos de asociación entre las instituciones internacionales que se ocupan de la educación, poniendo en marcha, por ejemplo, un proyecto internacional tendente a difundir y a poner en práctica el concepto de educación a lo largo de la vida, según el modelo de la iniciativa interinstitutional que tuvo como resultado la Conferencia de Jomtien.
Ø Estimular, especialmente mediante la elaboración de los adecuados indicadores, el acopio en escala internacional de datos relativos a las inversiones nacionales en educación: cuantía total de los fondos privados, de las inversiones del sector industrial, de los gastos de educación no formal, etc.
Ø Constituir un conjunto de indicadores que permitan describir las disfunciones más graves de los sistemas educativos, poniendo en relación diversos datos cuantitativos y cualitativos, por ~: nivel de los gastos de educación, porcentajes de pérdidas, desigualdades de acceso, escasa eficacia de distintas partes del sistema, insuficiente calidad de la enseñanza, situación del personal docente, etc.
Ø Con sentido prospectivo, crear un observatorio UNESCO de las nuevas tecnologías de la información, de su evolución y de sus previsibles repercusiones no sólo en los sistemas educativos sino también en las sociedades modernas.
Ø Estimular por conducto de la UNESCO la cooperación intelectual en la esfera de la educación: Cátedras UNESCO, Escuelas Asociadas, reparto equitativo del saber entre los países, difusión de las tecnologías de la información, intercambio de estudiantes, de docentes y de investigadores.
Ø Reforzar la acción normativa de la UNESCO al servicio de los Estados Miembros, por ejemplo, en lo que atañe a la armonización de las legislaciones nacionales con los instrumentos internacionales.

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