Desde hace años, la desinformación y las fake news se han convertido en un problema importante para las democracias en el mundo. Varias iniciativas intentan impactar en la población más jóven para que sepan identificarlas y tener una mirada crítica hacia todo aquello que ve y lee a lo largo del día.
La situación de pandemia por Covid-19 se ha convertido en el caldo de
cultivo más reciente para la explosión de las noticias falsas (fake news)
y la desinformación a nivel global. En los últimos meses casi cualquier pesona
ha podido ver en las redes sociales, desde Facebook a Instagram, pasando por
WhatsApp noticias falsas de diversa índole. Desde remedios alternativos para
protegerse del contagio a bulos relacionados con la creación de la Covid en
algún laboratorio.
Pero, aunque ahora mismo nos encontramos inmersas e inmersos en esta
situación, la desinformación lleva siendo un problema para el mundo desde hace
ya muchos años. Desde los primeros 2000 principalmente, gracias al auge de
internet y particularmente, de la creación y extensión de las redes sociales.
Recientemente, Marc Amorós, periodista y experto en el fenómeno de las fake
news ha publicado ¿Por qué las fake news nos joden la vida?, un
volumen en el que repasa algunos de los hitos relacionados con este tipo de
falsas informaciones en los últimos años. Un libro con el que coger la medida
al fenómeno, en el que abruman las cifras de consumo mediático de la población
a través de las redes sociales.
Para él, la educación es uno de los pilares importantes en los que
sostener la fomación mediática de la infancia y la adolescencia para el
desarrollo de un pensamiento crítico y la detección de las informaciones
falsas. Informaciones que no son neutras, siempre tienen detrás importantes
intereses económicos o políticos y que, por increíbles que sean, tienen un
impacto en la vida de las personas (muchas personas han muerto en los últimos
meses por hacer caso de remedios inventados contra el virus, por ejemplo).
«La última gran esperanza blanca ante este fenómeno tiene que pasar por
la educación», bromea durante la conversación por videollamada. Para él, el
sistema educativo ha de comprender que tiene entre manos a unas nuevas
generaciones que están en un entorno de consumo de la información que les
empuja «a pensar rápido, por tanto, la racionalidad, la paciencia, la capacidad
de ver diferentes puntos de vista desaparece». Al mismo tiempo, asegura, «nos
definimos ante los demás en función de lo que compartimos y difundimos en redes
sociales».
Para este periodista «la educación puede contribuir a recuperar una
cierta pausa para intentar informarse mejor» en un munto, recoge en su libro,
en el que dedicamos entre ocho y 10 segundos a decidir si una información es
falsa o no, si la leemos o no.
Amorós señala, además de lo anterior, cómo el consumo de información y
gracias a las redes sociales, ha dejado de ser activo para ser pasivo. Te
asalta en tus redes sociales, en el muro de Facebook, el el time line de
Twitter. A esto se suma, asegura, que hay estudios que afirman que «las nuevas
generaciones premian las informaciones que se plantean de forma polarizadora,
divisiva, que generan confrontación». La importancia de esto reside en que, si
no se hace nada, «estaremos educando y formando a generaciones que en lugar de
confrontar ideas confrontarán posturas».
¿Qué podemos hacer?
Jacqueline Sánchez y Enrique A. Martínez, han editado sendos manuales
con los que acercan a menores y docentes el concepto de las fake news,
cómo identificarlas y defenderse de ellas. Ambos llevan años trabajando en
alfabetización mediática desde el Taller
Telekids.
El primero de los libros, Educar en el aula sobre fake news,
está pensado para el profesorado. En él se facilita información básica sobre
este fenómeno, así como una serie de ejemplos para entender mejor la cuestión.
Incluye un cuaderno de trabajo para utilizar con el alumnado y con propuestas
en función de diferentes edades de chicas y chicos. E incluye una serie de
verificadores para que sean usados para encontrar noticias falsas.
El otro, Con las fake news no se juega, se dirige al
alumnado del primer curso de primaria y de secundaria obligatoria; «es cuando
empiezan a conocer el mundo de la información y de los medios con un poco de
énfasis», asegura Sánchez. El libro se estructura en cuatro partes: conceptos
básicos sobre las noticias falsas; tipos básicos de contenidos falsos; cómo
descubrir estas fake news y, la última, dedicado a conceptos
más complejos como el funcionamiento de internet a la hora de conocer nuestros
datos, intereses y preferencias.
Explica que en las formaciones que llevan tiempo dando a profesorado
sobre alfabetización mediática ha ido surgiendo el interés sobre el fenómenos
de las noticias falsas. «Algunos de los docentes querían saber más sobre la
desinformación y otros aprender a reconocerlas, sobre todo, para compartir este
conocimiento con su alumnado», comenta Sánchez vía correo electrónico.
También asegura que «el profesorado tiene claro que es un tema
importante en nuestros días».
Según la periodista, en los últimos años han constatado las dificultades
de chicas y chicos para diferenciar fake news de informaciones
veraces, «incluso para la realización de sus deberes», dice.
Una situación, continúa, que «se agravó desde la pandemia cuando una
gran cantidad de información falsa relacionada con la COVID-19 empezó a
publicarse para todo tipo de público. Vimos que era conveniente aportar algo».
Destapar las fake news desde el juego
Desde hace ya un curso lectivo, la FAD, en colaboración con Google, han
puesto en marcha un proyecto, (In)fórmate con
el que quieren realizar un esfuerzo en alfabetización mediática, informacional,
según palabras de Miguel Ángel Rodríguez, responsable del programa.
Lo hacen centrándose en el alumnado de 3º y 4º de ESO («aunque los hay
mayores y menores») para «dotarles de las capacidades para manejar información»
a través del pensamiento crítico, saber si una información es veraz o no y si
es útil.
La parte central del programa es una formación gamificada de
módulos a la que han llamado Eraser. El objetivo último es que el
alumnado sea capaz de detectar las informaciones, chequearla para ver si es
correcta o no, buscar su posicionamiento frente a ellas y, por último, buscar
la acción por su parte.
Este trabajo se realiza con ejemplos reales de fake news que
han aparecido en las redes sociales, tuits, campañas, vídeos… En ellos se
tratan temas como la tolerancia y el racismo, la igualdad de género o la
ideología, explica Rodríguez. La dinámica establecida es que el alumnado vaya
respondiendo a cuestiones para identificar dónde hay desinformación, al mismo
tiempo que se realiza un trabajo relacionado con los valores: «Igualdad,
respeto a la diversidad, a lo diferente».
Como material complementario, utilizan vídeos cortos de entre 5 y 7
minutos de duración en los que se enseña a chicas y chicos el trabajo de los
periodistas en situaciones de conflicto, cómo realizan su labor en la redacción
de algún medio, de una agencia de noticias o cómo hace los vídeos un youtuber.
Entre los temas que se trabajan está el de la diferenciación entre lo que es
opinión y lo que es información.
Quienes utilizan el proyecto de Eraser pueden
participar en la fase de producir su propia información como parte de un
concurso al que se pueden presentar. El concurso trata de que el alumnado
genere una noticia, bien en formato audiovisual, escrito o en un podcast y
durante el proceso son acompañados por un periodista especialista en alguno de
estos tres soportes.
«La clave es el pensamiento crítico», asegura Rodríguez. En realidad,
aclara, es el leit motiv que mantiene la FAD en todas sus
iniciativas, sean esta o las campañas sobre consumo de sustancias.
El pensamiento crítico, la capacidad de análisis y de criba de la
información a la que todos los días estamos expuestas y expuestos es la clave
principal para poder luchar contra una situación, la de la desinformación, que
está poniendo en jaque a buena parte del planeta. Que individuos como Trump
(uno de los mayores creadores de fake news) o Bolsonaro estén donde
están tiene relación con este caldo de cultivo generado por las redes sociales
y quienes las utilizan para transmitir sus mensajes falsos.
Por Pablo Gutiérrez
del Álamo
Fuente
https://eldiariodelaeducacion.com/2020/10/15/combatir-la-desinformacion-desde-la-educacion/
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