Irónicamente, el mundo entero pregonaba la importancia de desarrollar
la capacidad de adaptación en este mundo de profundos cambios y avances
científicos y tecnológicos, sin imaginar que de un segundo al otro deberíamos
ponerla en práctica en su máxima expresión. Y aquí nos encontramos, “surfeando
la ola”, colaborando creativamente y queriendo sacar de esta crisis algo mejor
para el futuro.
Esta situación está dando un enorme impulso a la innovación en el sector
educativo. En dos meses hemos experimentado más las herramientas tecnológicas
que en la última década completa. Hemos también conocido una oferta inmensa, y
en muchos casos de muy alta calidad, de material educativo digital que existía
y quizás nos pasaba desapercibido. Los estudiantes con posibilidad de conexión
y acceso a computadoras están aprendiendo y aprovechando los contenidos
digitales y la diversidad de plataformas.
Pero, ¿qué ocurre con aquellos niños y jóvenes sin acceso a internet y
tecnología? ¿Cómo transitan meses largos sin asistir a la escuela y con escasa posibilidad
de acceder a propuestas pedagógicas motivadoras? Sobre todo, ¿cómo intentar que
la posibilidad de continuar aprendiendo sea lo más equitativa posible para
todos los estudiantes en este contexto?
El Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP) es una de las metodologías de
aprendizaje activo que mejor respuesta ofrece para adaptarse a las necesidades
de un nuevo paradigma que busca poner al estudiante en el centro del proceso de
aprendizaje. El ABP se basa en la experiencia, la indagación permanente y la
autonomía, con un enfoque interdisciplinario donde diversas áreas del
conocimiento aportan una mirada particular a una temática definida. Se aprende
a través de la búsqueda y la comprensión. Deja completamente de lado a aquel
estudiante que aprendía pasivamente para pasar a ser el protagonista en la
construcción de su conocimiento y el desarrollo de capacidades esenciales
como la resolución de problemas, la creatividad, la comunicación y la
colaboración. Esta metodología transforma la experiencia del aprendiz, lo
involucra, y logra que lo aprendido se comprenda, cobre sentido y perdure en el
tiempo.
Mientras los chicos permanecen en sus casas, aislados, sintiendo
ansiedad, incertidumbre y añoranza de sus amistades y rutinas, debemos poder
ofrecerles propuestas pedagógicas que para ellos tengan sentido, y que puedan y
quieran en alguna medida compartir con los familiares con quienes convive. El
ABP es una respuesta maravillosa a esta necesidad, y que con el solo uso del
celular permite asignar trabajo significativo interdisciplinario. Sin duda esto
requiere la colaboración entre docentes para su planificación, pero es
realizable y para los chicos vale la pena. ¡Hay que animarse hoy más que nunca!
La innovación es posible aún en el aislamiento.
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