El cambio educativo depende de la cantidad, calidad y
coherencia que se establece entre las distintas relaciones, conexiones y
dimensiones.
La innovación pedagógica que apunta hacia la transformación educativa y
social se opone radicalmente a los presupuestos neoliberales centrados en
la formación unidimensional de trabajadores competentes para el mercado de
trabajo, y pone el foco en los valores de la solidaridad, cooperación,
desarrollo integral del ser humano y justicia social. Valores al servicio
de una educación pública de calidad para toda la población, extendiendo el
derecho a la educación y las oportunidades formativas en los diversos tramos de
la enseñanza y a lo largo de toda la vida. La equidad, la calidad, la atención
a la más amplia diversidad y la participación democrática intensiva van de la
mano. Ello solo es posible en la medida que se establezcan una serie de
conexiones que condensamos en este decálogo. Aunque, naturalmente, hay otras y,
también en ciertas circunstancias, son recomendables algunas desconexiones.
- El
enfoque sistémico u holístico. El éxito de una institución escolar, no en
términos de meros resultados académicos, sino de coherencia y potencial
innovador, depende del grado de conexión que se logra entre las distintas
dimensiones que la conforman: en la posibilidad de poder armar el puzle.
Así, el sentido, los fines educativos y el modelo de ciudadanía que se
proponen, tienen que ver con el grado de inclusividad y transformación del
proyecto educativo -fruto del debate interno y el contexto específico y no
de una improvisada y superficial aplicación foránea-; con la pertinencia y
aplicación de las leyes a las necesidades y realidad de los centros;
con la organización y la selección de los contenidos; con la relación con
el entorno y con la cantidad de vida que entra y se trabaja; con los modos
de enseñar, aprender y evaluar; con la variedad y calidad de los
materiales y recursos empleados; con la organización y gestión democrática
del centro; con la implicación y participación de los agentes de la
comunidad educativa; con las relaciones entre el profesorado y el
alumnado; con la concepción y organización de los tiempos y espacios; con
la formación inicial y permanente del profesorado; con la existencia de
equipos docentes estables y colaborativos; con las condiciones de la escolarización
y de los puestos de trabajo. Y con unas cuantas cosas más. Todo depende de
todo. Aunque eso sí, las piezas están sometidas a tensiones y desgastes, y
se van ajustando, perfeccionando y renovando las que ya no funcionan, con
la incorporación de nuevas ideas y propuestas. Por tanto, el puzle
hay que reconstruirlo una y otra vez: cuantas sean necesarias.
- El
sujeto y la colectividad. El
proceso formativo y de socialización se asienta siempre, de manera
interrelacionada, en la dimensión individual y grupal de las personas a lo
largo de la escolaridad y más allá de ella. Uno de los retos educativos
actuales es acompañar y ayudar a que todos y cada uno de los alumnos
tengan espacio para desarrollar su subjetividad y construir su propio
proyecto personal, adaptando el proceso de enseñanza y aprendizaje a sus
necesidades, deseos y posibilidades específicas. Y al propio tiempo,
prepararlo para que este proceso educativo -en la medida que confluyen
intereses y necesidades comunes- pueda compartirlo con su propio grupo de
iguales, mediante el intercambio, el diálogo y la cooperación. En este
punto, se requiere la intervención docente para dotar de identidad al
grupo clase y al conjunto de la comunidad educativa de rituales, normas,
espacios y oportunidades de aprendizaje democrático mediante la
participación y la toma de decisiones.
- La
educación multisensorial. El
desarrollo evolutivo natural de la infancia requiere un desarrollo
armónico de los diversos sentidos. María Montessori percibió la
potencialidad del aprendizaje interrelacionado y global sensorial para la
educación de la primera infancia para ir ampliando la mirada sobre el
entorno físico y social. Una aportación que ha ido enriqueciéndose y que
se articula mediante materiales, ambientes de aprendizaje y diversas
actividades más o menos interconectadas. Así, se combinan sonidos,
palabras e imágenes en el aprendizaje de la lectoescritura, en la
conversación o en la producción y recreación artística; o bien se adivinan
sabores haciendo ciencia en la cocina, observando la naturaleza o paseando
por la ciudad. No obstante, el error es pensar que la educación
multisensorial se ciñe solo o principalmente a la Educación Infantil.
- Las
diversas dimensiones de la inteligencias. En algunas civilizaciones -antes y aún hoy-
los pensamientos, sentimientos y valores, al igual que los saberes
científico, artístico y experiencial, aparecen estrechamente entrelazados
e integrados. No así en nuestra actual sociedad occidental donde se han
instalado fuertes dicotomías, jerarquizaciones -con la hegemonía de la
razón- y disociaciones entre las distintas dimensiones de la inteligencia.
En las narrativas innovadoras hay una apuesta clara por la educación
integral al concebir la inteligencia como un sistema abierto en el
que están conectados los diversas dimensiones del desarrollo humano:
cognitiva-intelectual, emocional, social, sensorial y ética, por citar las
más renombradas. El cuerpo tiene mucho que ver con la mente y la razón con
la emoción. Aunque esta no es nada si no va acompañada de palabras y
razones. Y lo que antes eran intuiciones hoy lo avalan cada vez más las
investigaciones de la neurociencia.
- El
conocimiento integrado. La
parcelación del saber en compartimentos estancos disciplinares -que solo
se justifica por la inercia de la tradición escolar y por el dominio de
los corporativismos- , dificulta una comprensión de los fenómenos
naturales y acontecimientos sociales cada vez más interdependientes, así
como para contextualizar los saberes y captar lo que está tejido
conjuntamente. En la era digital, en que todo está más mezclado e
interconectado aún tiene menos sentido esta obsesión por trocear y
jerarquizar el saber, en que las humanidades y las artes están
injustificadamente relegadas. Ante ello se imponen los relatos innovadores
que se traducen en diversas propuestas de enseñanza interdisciplinar, y
transdisciplinar, de los cuales el buque insignia es el trabajo por
proyectos en sus distintas variantes y grados de profundidad. Las más
vanguardistas suponen una nueva visión radical de la escuela a partir de
la investigación sobre problemas reales –compartiendo preguntas e
hipótesis- y la conversación cultural llena de vida que van conformando la
identidad del sujeto como explorador empoderado y del profesorado como creador
de circunstancias educativas vitales y relevantes. En este contexto se
facilita el continuo viaje de la información al conocimiento, y de éste a
la sabiduría y a la vida.
- Los
tiempos y escenarios educativos. Una de las claves de la innovación educativa
reside en la interrelación cuantitativa y cualitativa que se logra entre
lo que se aprende dentro y fuera de la institución escolar, entre la
transferencia de conocimiento que circula en la educación formal, no
formal e informal: en los numerosos espacios emergentes de la llamada
educación expandida. El aula sigue siendo el espacio privilegiado de
aprendizaje innovador aunque precisa, cada vez más, del concurso
colaborativo de otros escenarios, tiempos y medios: el de los encuentros
colectivos de la comunidad escolar; el de las actividades extraescolares y
de ocio; el de los artefactos digitales y virtuales; el del acompañamiento
familiar en la vida cotidiana de la infancia y la juventud; y el de otras
oportunidades educativas, espontáneas u organizadas, que brinda el
territorio. Así, el aula ocupa la centralidad de una red de espacios
interconectados.
- Los
diversos agentes educativos. Huelga mencionar la misión primordial docente
en tanto que actor capaz de provocar la curiosidad hacia el conocimiento,
y como el referente tutorial de personas a quienes puede cambiar vidas
infantiles y juveniles y ponerles en condiciones de una nueva
educación y de otro mundo más justo y solidario. Emilio Lledó lo dice muy
bonito: “Lo importante del profesor no es ganarse la vida sino ganar la
vida de los demás”. Pero en el proceso educativo intervienen muchas otras
personas: personal no docente; educadores sociales, de apoyo y
especializados; monitores de comedor, tiempo libre y otras
actividades formativas; personas que entran en el aula o que intervienen
en cualquier escenario educativo. En un cambio de época o de transición
educativa como el actual emergen nuevos actores en el territorio y en el
mundo virtual de las redes. Uno de los sellos distintivos de las buenas escuelas
reside en la capacidad de conectar y coordinar los diversos agentes
educativos y experiencias de aprendizaje, ampliando las funciones y
representantes de los consejos escolares, creando consejos educativos
territoriales u otras dinámicas y estructuras democráticas más
participativas.
- La
convivencia intergeneracional. La escuela, al igual que otros escenarios
educativos, es un lugar óptimo para establecer ricas conexiones y vínculos
entre alumnos de distintas edades -como se percibe en los agrupamientos
mezclados y en los centros multinivel- y entre las diversas generaciones.
Lo muestran las numerosas experiencias de Aprendizaje-Servicio -aunque el
recorrido de estas es mucho más amplio- de intercambio y colaboración
entre la infancia, la juventud y la tercera edad para compartir
distintos saberes, visiones y experiencias. Asimismo, la diversidad
generacional contribuye a enriquecer la dinámica de los equipos docentes
al poder compartir los nuevos aportes de la formación inicial con la
dilatada experiencia de aula, además del saludable contraste entre
distintas maneras de pensar y estar en la educación.
- La
coordinación institucional. Una
de las mejores maneras de evaluar la actuación de las administraciones
educativas es ver la coherencia que existe entre los discursos, las
políticas y las inversiones. Además, claro está, de analizar si los
valores que se trasmiten apuntan hacia la formación de un sujeto
empoderado crítica y democráticamente; si las políticas públicas se
orientan hacia la igualdad y la equidad educativa; y si los presupuestos
logran revertir los recortes y pueden garantizar una educación para todos
y todas. Otro indicador es valorar hasta qué punto las distintas
administraciones que intervienen en la gestión educativa de un territorio
-así como los diversos departamentos y servicios de cada una de ellas-
concitan sinergias para construir un proyecto común que se implementa de
forma coordinada o colaborativa o, por el contrario, como sucede con
demasiada frecuencia, actúan como reinos de Taifas, solapándose programas
e intervenciones y anteponiendo el protagonismo particular al colectivo.
- La
relación entre la teoría y la práctica docente. He aquí una de las asignaturas pendientes de
todos los planes de estudio. No faltan discursos, propuestas y evidencias
sobre su imperiosa urgencia, pero la realidad es tozuda y se resiste. Los
niveles de conexión se sitúan en diversos planos: entre el saber académico
que se trasmite en la universidad y el saber práctico que se adquiere en
el aula; entre los conocimientos culturales, pedagógicos y metodológicos;
entre la formación inicial y la permanente; entre la labor tutorial del
profesor universitario y la del maestro de escuela; y, en definitiva,
entre la universidad y la escuela, con su pertinente reflexión sobre la
práctica por separado o de forma compartida. Un acercamiento que se
produce cuando se constituyen comunidades de investigación conjuntas; y
cuando los tutores de ambas instituciones trabajan codo a codo en la
reflexión sobre la práctica que contribuya a contextualizar y
problematizar críticamente el conocimiento, explorando nuevas vías
alternativas.
Por: Jaume Carbonell
Fuente: http://eldiariodelaeducacion.com/pedagogiasxxi/2017/03/15/las-10-conexiones-del-cambio-educativo/
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