En
este artículo, el autor analiza las relaciones entre el sector público y la
sociedad civil, ¿Qué incidencia tiene esta relación con la Calidad Educativa, y
la necesidad de lograr competitividad y ciudadanía plena?
En
el debate educativo tradicional, la actividad pública estaba fuertemente
asociada a la equidad y a la satisfacción de necesidades derivadas del interés
general. La forma de lograr esta relación del sector público con los intereses
generales fue una fuerte independencia de las presiones externas. La evolución
de esta independencia, sin embargo, dio lugar a efectos perversos bien
conocidos por todos. El sector público, al independizarse de los intereses
externos, adoptó una fuerte tendencia a satisfacer casi exclusivamente las
necesidades y los intereses de la propia administración del servicio.
En
el caso particular del sector educativo, la independencia con respecto al
exterior tuvo características específicas, donde lo externo fue asimilado a
negativo. En el caso de la enseñanza primaria, la escuela fue creada como
espacio de socialización alternativo a las agencias tradicionales: la familia y
la Iglesia, fuentes de patrones de socialización opuestos a los valores
seculares que debería transmitir la escuela. En el caso de la universidad, lo
externo fue normalmente identificado con el sector productivo y su expresión
institucional, la empresa. Y todos conocemos muy bien cómo, particularmente en
la cultura universitaria latinoamericana, la universidad percibió a la empresa
privada como un ámbito negativo para la producción y la circulación de
conocimientos independientes de intereses de lucro privados.
También
en este aspecto la realidad reciente nos ha enseñado que la situación es distinta
al imaginario tradicional, tanto en los países desarrollados como en los países
en desarrollo. Con respecto a los primeros, el ejemplo más ilustrativo es del
rol del sector público en la investigación científica y técnica en los EE. UU.
Es bien sabido que en EE. UU. ha sido el gobierno y, en particular, el
Departamento de Defensa, el gran financiador de la investigación científica.
Los grandes proyectos como la bomba atómica, los misiles intercontinentales y
la llegada del hombre a la luna jamás hubieran sido encarados por empresas
privadas. La actividad gubernamental en estos campos, sin embargo, generó una
intensa actividad económica y los productos de estos proyectos tuvieron una
fuerte influencia en el desarrollo de productos comerciales.
Pero
hacia mediados de la década del 80, sin embargo, las tendencias del desarrollo
tecnológico de la industria militar y de la industria en general comenzaron a
ser divergente. La divergencia se puso de manifiesto en, al menos, seis
sentidos:
(1)
Mientras el Pentágono prefería mantener relaciones prolongadas y estables con
empresas aisladas de las incertidumbres de la competencia, porque la mayor
parte de los proyectos militares exigen ítem altamente especializados, el
desarrollo y el marketing de nuevos productos comerciales es estimulado por la
competencia doméstica.
(ii) Como el desarrollo de nuevos productos en
los proyectos militares requiere procesos de largo plazo en el cual las firmas
necesitan organizar la producción, estar seguras de la demanda, disponer del
capital, preparar la mano de obra, etc. la preocupación por la aplicación
comercial de los resultados de la investigación básica en defensa pasó a
segundo plano.
(iii) Como las nuevas demandas de la industria
militar eran muy especificas, el Departamento de Defensa optó por desarrollar
un sistema paralelo de investigación y desarrollo que le asegurara la
satisfacción a sus especificaciones. Esta tendencia, lejos de estimular la
aplicación comercial de las nuevas tecnologías, tendió a alejar a los
científicos e ingenieros de esas preocupaciones.
(iv) Las innovaciones tecnológicas inspiradas
por la industria militar tendieron a detenerse antes de alcanzar el nivel de la
reducción de costos, etapa absolutamente necesaria para su transferencia al
nivel comercial. La baja preocupación del Pentágono por el problema de los
costos no inspiraba tendencias a la eficiencia productiva.
(v) El éxito comercial requiere que los
productores estén expuestos a la competencia internacional, que innoven constantemente
para adaptarse a los consumidores a nivel mundial. El Pentágono, sin embargo,
aisló a las compañías americanas de los riesgos de la competencia global.
(vi) Finalmente, y desde el punto de vista de
la distribución de los conocimientos, es obvio que el carácter estatal-militar
de la producción de conocimientos limitó seriamente la cooperación entre los
científicos y, de esta manera, se cerró una de las fuentes más importantes de
la producción de conocimientos.
Este
ejemplo, basado en la principal fuente de producción de conocimientos a nivel
mundial, muestra claramente cómo han cambiado los roles del sector público y
del sector privado en relación a los intereses “generales”. Obviamente, esta
modalidad de funcionamiento y de cambio no es transferible al caso de la
relación entre sector público/sector privado e investigación científica en
América Latina. Aquí, al contrario, la característica dominante fue la
desarticulación entre investigación científica y actividad productiva, sea ésta
responsabilidad del sector público o privado. El alto nivel de autonomía entre
ambas dimensiones jugó un rol paradojal: hizo posible un nivel de desarrollo
que superó las limitaciones de la demanda pero, al mismo tiempo, otorgó a dicho
desarrollo una significativa fragilidad y carácter corporativo. En última
instancia, este tipo de comportamiento se explica por el patrón de desarrollo
vigente en la región, donde la incorporación de progreso técnico a la
producción no jugó ningún rol importante.
Sí,
en cambio, el análisis del problema del rol del Estado y del sector privado se
coloca en el contexto de un patrón de desarrollo basado en la incorporación de
progreso técnico a la producción, los problemas y las perspectivas cambian y se
complejizan significativamente. En contextos de este tipo, la racionalidad de
invertir en las personas se aprecia claramente desde la perspectiva del sistema
social y económico en su conjunto, pero puede ser irracional desde el punto de
vista particular de una empresa. Esta situación abre perspectivas e
interrogantes a los cuales será preciso prestar atención en el futuro próximo.
Una proposición inicial, en la línea de los planteos iniciales de este
documento, consiste en sostener que en procesos de transformación productiva,
la inversión social en educación se justifica sólo si la calidad de la
formación se corresponde con los motivos de la inversión. Esta mayor
dependencia de la inversión educativa con respecto a requerimientos específicos
del desempeño productivo estaría compensada por el hecho que las competencias
requeridas para el desempeño productivo tienden a ser cada vez más las mismas
que se requieren para el desempeño ciudadano. Este planteo está en la base del
postulado de la estrategia presentada en documento antes citado de la Cepal y
la UNESCO, según el cual los objetivos de competitividad y ciudadanía no sólo
son compatibles sino que ninguno de ellos puede ser realizado sin el otro.
Extraído
de:
EDUCACION
Y SOCIEDAD EN AMERICA LATINA
ALGUNOS
CAMBIOS CONCEPTUALES Y POLITICOS
Juan
Carlos Tedesco
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