¿Para qué sirve la escuela? ¿Para adaptar a las nuevas generaciones a la sociedad existente? ¿O para mejorarla? La pedagogía crítica es una propuesta que intenta ayudar a los estudiantes a cuestionar y desafiar la dominación, las creencias y prácticas que la generan. Es una teoría y práctica en la que los estudiantes alcanzan una conciencia crítica de sí mismos y de su situación social.
Partiendo de esta base ¿Cuál es su idea de “Calidad Educativa”?
Durante el último cuarto del siglo XX, empezaron a formularse diversas críticas importantes a los preceptos humanistas y conductistas. Los sociólogos ya habían percibido la sociedad como un sistema de elementos interrelacionados, en el que el orden y la estabilidad se mantenían gracias a la existencia de valores compartidos.
Dado que el papel de la educación consiste en transmitir esos valores, la calidad, según este enfoque, debe medirse por la eficacia de los procesos de transmisión de valores. En la última parte del siglo XX, los críticos empezaron a reconocer el carácter eminentemente político de esos procesos. Algunos enfoques neomarxistas caracterizaron la educación en las sociedades capitalistas como el principal mecanismo de legitimación y reproducción de las desigualdades sociales, mientras que los planteamientos de la “nueva sociología de la educación”, un movimiento del periodo 1970-1980, centraron sus críticas en la función de los planes de estudios como medio social y político de transmisión del poder y el saber.
Un grupo distinto de pensadores críticos, denominados “desescolarizadores”, instó a abandonar la escolarización y reemplazarla por formas más comunitarias de educación formal. Las demás críticas de los enfoques tradicionales consistieron en planteamientos posmodernistas y feministas de índole diversa.
Los enfoques críticos abarcan una vasta gama de teorías, pero su preocupación común es que la educación tiende a reproducir las estructuras y desigualdades de la sociedad en general.
Aunque muchos de ellos se adhieren al principio básico del humanismo, según el cual la finalidad última de todo pensamiento y acción es el desarrollo humano, cuestionan la idea de que una educación universal conducirá automáticamente a un desarrollo uniforme del potencial de todos los educandos. En contra de esta postura, los partidarios de una “pedagogía emancipadora” han propuesto que “los intelectuales críticos” se dediquen a conferir autonomía a los alumnos marginados, ayudándoles a analizar su experiencia y corregir así las desigualdades e injusticias sociales. Según este punto de vista, la pedagogía crítica es emancipadora porque permite a los alumnos forjarse sus propias opiniones (Freire, 1990) y liberarse de las necesidades definidas desde el exterior (Giroux, 1993), al mismo tiempo que les ayuda a explorar otros modos de pensar que pueden haber sido ocultados por las normas predominantes (McLaren, 1994).
La calidad en la corriente crítica
Los teóricos de la corriente crítica se centran en las desigualdades que se dan en el acceso a la educación y en los resultados educativos, así como en el papel de la enseñanza en la legitimación y reproducción de las estructuras sociales mediante la transmisión de un cierto tipo de conocimientos que sirve los intereses de determinados grupos sociales. En consecuencia, los sociólogos y pedagogos de esta corriente tienden a asociar la buena calidad a:
- una educación que fomenta el cambio social;
- un programa de estudios y unos métodos pedagógicos que estimulan el análisis crítico de las relaciones sociales de poder y de los modos de producción y transmisión de los conocimientos formales;
- una participación activa de los educandos en la concepción de su propia experiencia de aprendizaje.
Fuente
Informe del seguimiento de la EPT (Educación para todos) en el mundo.
El imperativo de la calidad
Organización de las Naciones Unidas para la Educación , la Ciencia y la Cultura
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