Desde que en marzo la pandemia nos obligó a cambiar nuestros ritmos y estilos de vida, uno de los focos principales de atención de los medios de comunicación, los análisis académicos y, en general, de los debates políticos y culturales en todo el mundo, se han centrado en explorar, entender y medir las consecuencias del cierre de los centros educativos. Las percepciones y los discursos han sido muy dispares, predominando un ejercicio crítico, y a veces negativo, en todas las direcciones.
Ante este escenario, con la iniciativa #charlascovid y recientemente #educarconsentido, los autores de este artículo
quisimos dar espacio a diversas voces de la educación de cara a permitirnos
comprender qué es lo que nos sucedía como sociedad en términos educativos, y
hacia dónde nos dirigimos. Hasta la fecha se han sumado más de 100 personas de
más de 20 países del mundo, entre quienes destacan: equipos directivos,
familias, profesorado, alumnado, investigadores/as, representantes de la
administración pública y la empresa privada.
Y es justamente a partir de la escucha, que nos hemos dado cuenta de que
para enfrentar los próximos desafíos que se avecinan con la vuelta a clases, es
imprescindible hacer un llamado a la cohesión entre todos y todas
quienes conformamos esta comunidad cada vez más global. Si algo hemos aprendido
después de escuchar y aprender de estas voces comprometidas con la educación,
es que ahora es esencial tomar conciencia de que el reto que tenemos entre manos
es el de repensar y consolidar un sistema educativo público que vele por la
participación y el aprendizaje de todo el alumnado. Este reto es cosa de todos
y todas y únicamente aunando esfuerzos podemos conseguirlo.
En este artículo, hemos puesto especial atención en dar visibilidad a la
voz y vida de los docentes, uno de los colectivos que más ha visto desafiado e
interpelado en su accionar profesional y que más ha estado expuesto al foco
crítico, hasta a veces inquisidor, de familias, estudiantes y la clase
política. En este diálogo virtual llevado
a cabo con docentes y equipos directivos de centros públicos de secundaria,
en pleno foco del debate en torno a la vuelta a clases, hemos querido compartir
sus apreciaciones, esperanzas e iniciativas, pero también temores e
incertidumbres en relación a este periodo histórico. A continuación,
presentamos algunas ideas relevantes que emergieron de esta instancia.
En el mismo barco.
La desigualdad educativa como enemigo común
Es importante poner énfasis en el hecho de que quienes participaron en
este diálogo lo hicieron, a la vez, desde su doble perspectiva como profesores
y como padres o madres. Todos coincidieron en un primer aspecto en común:
cuando se cerraron las escuelas, lo primero que se evidenció fue que una buena
parte del alumnado se hallaba en situaciones de vulnerabilidad, pero no
únicamente quienes no disponían de dispositivos y conexión a internet,
evidenciando la brecha social más visible.
También por las propias consecuencias del COVID-19 en el ámbito
sanitario, o por la falta de recursos básicos como el espacio o los alimentos,
la imposibilidad de dedicar tiempo y atención a los hijos por la necesidad de
trabajar desde el hogar, o la preocupación constante por perder el trabajo e
incluso la vivienda.
Si el profesorado pudo acercarse y comprender estas situaciones fue
precisamente porque el paso a la virtualidad fue una “ventana” que se abrió
entre los centros y las familias. En muchos casos, vimos cómo el profesorado
contactaba con las familias semanalmente, pero también cómo las familias
accedían a lo que sucedía en las aulas mediante las clases virtuales. Es
evidente que las situaciones han sido dispares, pero las familias y el
profesorado que han podido generar este vínculo han llegado a una conclusión
que nos expresaba Óscar Atilde, padre y director del Institut Quatre Cantons de
Barcelona: necesitamos cambiar las propuestas que se hacen desde los centros
educativos para que esta posibilidad de generar vínculos más cercanos entre
escuelas y familias se mantenga después del COVID-19. De no ser así, corremos
el riesgo de que las perdedoras sean las familias más vulnerables. Ahora bien,
¿por dónde empezamos?
Es por eso que creemos necesario acabar con la atomización que existe en
muchos casos entre actores del ecosistema educativo. Los discursos que se
dedican únicamente a criticar la gestión que se ha hecho desde la
Administración Pública, las prácticas del profesorado o la actitud del alumnado
no hacen más que generar disputa entre individuos que, al fin y al cabo,
estamos en el mismo barco.
Si bien tener una perspectiva crítica es fundamental para poder
identificar lo que podemos mejorar, en este momento también necesitamos
urgentemente unir esfuerzos. Nuestro sistema educativo está condenado al
fracaso si no tenemos claro que el objetivo común es que todo el alumnado y sus
familias, sin ningún tipo de excepción, puedan participar en espacios
educativos con propuestas que tengan sentido y resulten significativas para
ellos y ellas.
Propuestas educativas con sentido.
Conectar la escuela con la realidad, más allá de las aulas
El reto de generar propuestas educativas con sentido para todo el
alumnado, sin excepciones, requiere en primer lugar de diálogo entre actores educativos.
Favorecer los espacios de escucha mutua es clave si queremos llegar a acuerdos
sobre qué queremos hacer, cómo lo queremos hacer y qué dificultades afrontamos
a la hora de conseguir que todo el alumnado pueda aprender de manera
significativa, ya sea en las escuelas o en otros entornos educativos. Aquí el
profesorado lanzaba unas preguntas fundamentales: ¿estamos escuchando al
alumnado? ¿Estamos teniendo en cuenta las dificultades para conciliar trabajo y
familia? ¿Con qué finalidades pedagógicas utilizamos las tecnologías digitales?
¿Administración Pública y centros vamos a la una?
Entre las propuestas que el profesorado compartió en las charlas,
queremos enfatizar algunas de las ideas que nos parecen relevantes para que
este curso, incluso ante las adversidades que vienen, pueda ser un “curso
piloto”, en las palabras de Ángela Salmerón, del IES Montes Orientales de
Iznalloz (Granada). Un curso en el que se hagan propuestas al alumnado que no
solamente permitan abordar los contenidos imprescindibles para cada curso, sino
que a la vez tengan en consideración las situaciones que está viviendo el
alumnado más allá de la escuela. Propuestas que consigan implicar a los y las
estudiantes y también a la comunidad educativa, para profundizar en temáticas contemporáneas,
con la posibilidad de ser transformadoras y de hacer a los y las jóvenes
partícipes de lo que sucede, tanto en la escuela como en el mundo.
En este nuevo curso se ha planteado la necesidad de contar con otras
instituciones y entidades para poder realizar las clases, puesto que en las
escuelas no existe espacio suficiente para mantener las ratios recomendadas por
el Departamento de Salud. Además del acuerdo de toda la comunidad educativa en
que la disminución de las ratios es un avance que debemos luchar para mantener
en el futuro, también emerge la oportunidad de realizar proyectos en los
centros que favorezcan el contacto con realidades externas a las escuelas, de
las que mucho se puede aprender.
Un ejemplo del potencial educativo de estas propuestas es el
proyecto Improversem, compartido por la profesora Sonia Roman del
INS Barrio Besós de Barcelona. Se trata de un proyecto que relaciona la lengua
catalana y la música mediante la creación de raps. Este centro cuenta con la
participación de Versemblant, una escuela popular itinerante
que busca acompañar al alumnado en la producción de canciones de rap con
perspectiva crítica, sobre temáticas que conectan con el currículum, pero
también con las realidades más allá de la escuela.
Otro caso es una iniciativa llevada a cabo en el Institut Quatre Cantons
durante el confinamiento. En este centro realizaron proyectos en diversas
materias para entender lo que estaba sucediendo a nivel científico y social. De
nuevo, esta iniciativa les permitió trabajar contenidos de diversas materias,
pero a la vez comprender mejor la realidad que vivían y conocer las situaciones
de su barrio, desde lo que sucedía en los comedores sociales, las residencias
de personas mayores o los hospitales.
Algunas reflexiones
finales
Los caminos que cada centro educativo, familia y localidad pueden seguir
para conseguir que todos y todas las jóvenes sin excepciones participen en
situaciones educativas que sean significativas son ilimitados. No es nuestra
voluntad situar un único modelo pedagógico, ni mucho menos. Pero sí lo es
apuntar a la necesidad de unir nuestros esfuerzos para hacer posible una
educación con sentido, siempre desde el respeto a todos los actores educativos.
Destacamos las iniciativas que se están emprendiendo desde estos
institutos públicos, así como desde las entidades que están colaborando con
ellos. A la vez, ponemos el énfasis en los usos creativos que vemos en algunos
casos de las tecnologías digitales en dichos centros. Estas son herramientas de
las que nos podemos valer para potenciar nuestra creatividad en el diseño
didáctico y metodológico de propuestas de enseñanza y aprendizaje que sean
relevantes para niños, niñas y jóvenes. Ellos y ellas tienen que ser los destinatarios
de todos nuestros esfuerzos. Para lograr esto, debemos escucharles, incluirles
y a través de nuestras trayectorias ser capaces de proponer experiencias
educativas que valgan la pena ser vividas.
Las oportunidades para cambiar o modificar lo que consideramos
inapropiado para el sistema educativo en general, y para la formación y el
desarrollo de niños, niñas y jóvenes por los procesos de escolarización en
particular, se dan ahora: cuando el foco mediático y el debate social está en
el centro de la escena. Es momento del compromiso, del trabajo en red, de
escuchar, debatir, consensuar e implementar. No queda nadie del ecosistema
educativo exento (funcionarios públicos, profesorado, familias y alumnado).
Ezequiel Passeron
Fuente
https://eldiariodelaeducacion.com/2020/09/23/ha-llegado-el-momento-de-unir-esfuerzos-hacia-una-educacion-con-sentido/
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