domingo, septiembre 25, 2016

LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN, LA DIVERSIDAD Y LOS VALORES

En artículos anteriores me he referido a la crisis educativa y a la necesidad de cambios importantes en función de lograr, no solo cobertura, matrícula, sino calidad.

He propuesto pasar de una educación informativa, que es la tradicional y predominante, a una educación formativa, entendiendo esto como el logro en los estudiantes de valores y competencias.
Traté, brevemente y como es necesario en este espacio, tres valores: dignidad, participación y solidaridad. En esta oportunidad escribiré sobre un valor emergente, la diversidad.
Emergente, digo, porque la percepción y trato con los otros se hace más bien intuitivamente y siguiendo unas normas de cortesía. Unas maneras destinadas a la convivencia y preservación de los grupos que no excluye discriminaciones y exclusiones. No alcanza la jerarquía de un valor, de un referente mayor para la toma de decisiones, para  los proyectos de vida.
A la diversidad obligada en un país mayormente mestizo como el nuestro, se agrega la diversidad en carácter y personalidad, en vocación y aptitud, en tradiciones familiares y regionales. Un sinnúmero de componentes o rasgos con los cuales la escuela tradicional y vigente no está preparada para atender. Más bien, su disposición, muy comentada por teóricos y estudiosos, es homogeneizadora. Una tendencia que se agrava cuando a ella se agregan propuestas ideologizadoras que conciben la educación de los humanos como un curso obligado en la persecución de un ideal al que se la llama el “hombre nuevo”.
La diversidad hay que cultivarla y ella supone el aprendizaje para trabajar con otros, con grupos que hacen inmediata y vigente la diversidad. Una formación no solamente necesaria para una vida mejor y más profunda, sino también para un mejor rendimiento en la producción económica y el disfrute.
Al  grupo –me refiero a cinco o siete personas, estudiantes trabajando juntos, exponiendo, investigando, proponiendo– concurre la diversidad: gente buena para la matemática, la escritura, la lectura, la exposición oral, las ciencias… pero también dibujantes, pintores, cantantes, deportistas, bailarines.
No es frecuente encontrar en las aulas trabajo en grupos, ya que lo permanente es un  maestro o profesor monopolizando todos los turnos, hablando. No obstante, en los grupos también se observa esa tendencia, el que tiene facilidad de palabra y organización, ocupa los espacios que le corresponderían a los otros, a los diversos. Una diversidad que tiene sus propios tiempos, sus propios espacios. Por allí va su cultivo: problematizar para propiciar la participación de todos desde y en respeto de su propia aptitud y carácter.
Educar para solucionar problemas pertinentes tropieza con los diseños curriculares y programas de estudios que están concebidos como largos listados de contenidos u objetivos, que deben ser dictados por el profesor y memorizados para eventuales exámenes. Esta es la pedagogía dominante y es la pedagogía que hay que cambiar si es que queremos lograr una educación de calidad.
Lo digital agranda y a la vez aproxima el mundo. Las noticias y mayormente las malas noticias, suelen ser abrumadoras. Pero también hay mucho por comprender y disfrutar. Hay que estar preparado para ello. Abrir la disposición perceptual y la sensibilidad para recibir y crecer con la diversidad que ello trae. Un mundo de intercambios, hibridaciones y fusiones que desde los linderos de Occidente regresan, como ya regresaron desde los linderos del Imperio Romano, riquezas mejores que el oro  y sus variantes, que por estos campos saqueó el también imperio español.

Por: Alfonso Molina
Fuente: http://www.ideasdebabel.com/la-calidad-de-la-educacion-la-diversidad-los-valores-por-arnaldo-este/


miércoles, septiembre 14, 2016

HAY QUE PROMOVER LA CURIOSIDAD Y EL DESEO DE APRENDER.

Una buena educación es aquella en la que todos los alumnos pueden aprender y en la que se prioriza la enseñanza, el acto de la transmisión. Es en ese acto en el que una generación pasa un legado a otra. La finalidad es habilitar el acceso a todos los signos disponibles de la sociedad sin restricción y promover la curiosidad y el deseo de aprender.

Además de la transmisión, una buena educación debe promover justicia educacional; lo que significa, básicamente, la capacidad de garantizar una distribución del bien social educación que redunde en una mejora en la posición de todos los miembros de la sociedad, en particular la de sus sectores más postergados.
En un buen sistema educativo las diferencias socioeconómicas desaparecen o se achican y las brechas en los resultados educativos no reflejan las brechas sociales.
En la Argentina en general, y en la Provincia de Buenos Aires en particular, esto no sucede: el nivel educativo está atado no sólo al origen social del alumno sino a la escuela a la que asiste. La segmentación del sistema es un factor decisivo que dificulta el logro de este objetivo fundamental.
En los últimos años, la política educativa se focalizó en estrategias fragmentadas en lugar de promover estrategias sistémicas e integradas.
Se privilegió la mera incorporación de tecnologías en lugar de ver cómo éstas pueden ser medios para apoyar y transformar los procesos de enseñanza y de aprendizaje.
Se apuntaló a la capacidad individual del docente en lugar de entender que la enseñanza es un trabajo en equipo. Se incorporó en la agenda educativa la evaluación más como un mecanismo de rendición de cuentas y de medición de resultados que la oportunidad de comprender como la misma es parte de un proceso que proporciona información para el armado de un plan de mejora. Uno que contemple la situación particular de cada escuela y que permita elevar la calidad de la educación conociendo cual es su punto de partida.
La clave de la mejora de la educación está en la construcción de capacidades nuevas en los estudiantes, en los docentes, en las escuelas y sus matrices organizativas.
Éste es nuestro desafío.


Por: Alejandro Finocchiaro.
Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/promover-curiosidad-deseo-aprender_0_1645635569.html

viernes, septiembre 09, 2016

NUEVOS ROLES EN LA EDUCACIÓN

La educación transformadora e innovadora tiene como misión el ser humano. Así como, la construcción del conocimiento como forma para reconocer nuestra realidad sociocultural y así  resolver problemas desde el quehacer educativo.

Esta misión permite relacionar el ser– competencias antropológicas- con el saber- competencias académicas- y con el saber hacer- competencias ocupacionales, y desarrollar la capacidad de sentir –competencias afectivas, pensar- competencias cognitivas-, y actuar- competencias éticas y morales – de quien aprende.
De allí que, para crear espacios transformativos deben generarse nuevas alternativas educativas y pedagógicas, que replanteen el cambio de roles en los agentes educativos:
El educando-líder emprendedor como sujeto y agente activo de su propio desarrollo, constructor de su propio proyecto de vida y de sus propios aprendizajes; autónomo, significativo y colaborador; artífice de la construcción de su propia cultura y de su propio futuro y devenir.
El educador-mediador como promotor del bienestar y el desarrollo humano; como facilitador de los aprendizajes y del desarrollo bio-psico-social, afectivo y cognitivo de los educandos; como orientador en la construcción de los conocimientos disciplinares, los contenidos del aprendizaje y el desarrollo del pensamiento científico desde uno estándares de calidad; como formador de líderes transformadores y de mentes emprendedoras, eficientes, eficaces, efectivas y con excelente desempeño en los campos del saber y en la práctica cotidiana; como ingenioso, creador, innovador e inventor, con pensamiento divergente, de estrategias pedagógicas, didácticas, curriculares y evaluativas coherentes y pertinentes.
Los nuevos saberes relacionados con los nuevos aprendizajes antropológicos, afectivos, éticos, morales, axiológicos, espirituales y ciudadanos –aprender a ser, sentir, pensar, actuar, vivir y convivir– y, los nuevos aprendizajes académicos, científicos, laborales, ocupacionales, cognitivos, investigativos, tecnológicos, de liderazgo y emprendimiento –aprender a saber, saber hacer, pensar, aprender, liderar y emprender.
Las condiciones del entorno expresadas en los contextos histórico, familiar, social, económico, político, cultural, ambiental, ético, científico y tecnológico en los que se da la acción educativa y las concepciones y prácticas pedagógicas que permiten poner a operar los nuevos roles.
Este cambio de roles exige actualizar los fundamentos educativos filosóficos, psicológicos, epistemológicos, sociológicos y pedagógicos tradicionales y, con ello, responder a las tareas del desarrollo humano, la educación por procesos, la construcción del conocimiento, la transformación sociocultural y la innovación educativa y pedagógica.

Por: Jenyree Alvarez
Fuente artículo: http://revistaeducacionvirtual.com/archives/2007


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