Nos encontramos actualmente ante una fuerte propagación del
modelo neoliberal en nuestras sociedades, que no solo impregna los sectores
políticos, sino que se introduce en cualquier tipo de ámbito susceptible de ser
influenciado con expectativas socioeconómicas, siendo el campo educativo una
prioridad en nuestros días ante una globalización cada vez mayor, que invade
las culturas sin pararse ante nada.
Así pues, desde este enfoque, podemos ver como el
neoliberalismo apuesta por una acción del gobierno minimizada hasta el extremo en
la economía, viendo que “El Estado no es la solución, es el problema” (Sánchez
Torrado), por lo que se intenta reducir al máximo la influencia de los
gobiernos en las decisiones socioeconómicas. Así pues, nos encontramos ante un
término bien conocido en las políticas neoliberales: “desregulación”,
procedente de una economía política y que se emplea para hablar de una ausencia
de implicación del estado en la organización tanto de la economía como del
trabajo, donde las escuelas tendrían que competir por una cuota de mercado,
estando bajo el control de un sistema de evaluación externa.
El neoliberalismo apuesta por una tesis en la que la
educación sufre una profunda crisis interna debido al estado asistencialista,
por lo que el sistema neoliberal agudiza los controles administrativos y de
inspección para así incrementar la productividad del profesorado, para lo cual,
nos encontramos ante unos sistemas escolares que cada vez se integran más en la
acción y visión industrial, siendo vistos como recursos que buscan obtener
capital humano, para la “creación de
trabajadores y trabajadoras dóciles” (Apple).
La tesis de Becker, entiende que hay una correspondencia
lineal entre desarrollo educativo y crecimiento económico, filosofía que
influyo fuertemente en los años 50 y 60 en un desarrollo cuantitativo del
sector educativo. Sin embargo, nos encontramos actualmente ante una tesis
diferente, en la que el modelo neoliberal parte de un modelo cualitativo, una
vez superado el ciclo cuantitativo de una educación para todos, donde organiza
sus discursos entorno a una idea de “calidad” de los sistemas educativos
(Angulo Rasco), calidad entendida como una cultura del esfuerzo y
descontextualizada de las desventajas de origen, en la que el concepto de escuela
pública, según la OCDE solo habrá de “asegurar el acceso al aprendizaje de
aquellos que nunca constituirán un mercado rentable y cuya exclusión de la
sociedad en general se acentuará a medida que otros van a continuar avanzando”,
surgiendo así diferentes planteamientos, tales como la utilización del bono o
cheque escolar, donde se plantea la escuela a la carta, una escuela competitiva
y al servicio del mundo empresarial y socioeconómico.
El mundo del mercado y de las finanzas percibe la educación
como un bien privado por el que los individuos deben de pagar. Para ello debe
de obligarse a las instituciones desde éste punto de vista, a competir entre
si, con el fin de lograr la eficiencia; lo que se traduce en un descenso de la
intervención estatal y un incremento de la intervención privada (Connell).
El neoliberalismo está muy interesado en el control de la
educación, sin embargo, este interés no viene dado fundamentalmente por el
beneficio económico que pueda dar a la empresa privada, sino más bien su
interés viene dado por la transmisión y reproducción que las escuela puede dar
de determinados valores y concepciones culturales, por lo que el fin de las
políticas neoliberales no es tanto una privatización de la escuela pública,
como una gestión privada mediante una financiación pública (Carbonell Sebarroja),
todo esto también influenciado por el hecho de la imposibilidad material de
privatizar el servicio educativo, lo cual lleva a los políticos
neoconservadores a querer empresarializar el sistema mismo, buscando así una
forma de control de los valores y pautas sociales que se transmiten a través de
la escuela.
Sobre cómo actuar contra las causas estructurales de la
pobreza, el neoliberalismo no dice nada al respecto, dado que lo que realmente
es importante en una corriente neoliberal es la economía y su crecimiento,
dejando desamparados a los que no tienen acceso a ellos y no favoreciendo las
condiciones oportunas para su acceso, por lo que sobre la calidad de lo que
sucede en las aulas y de las condiciones sociolaborales de quienes trabajan en
ellas se habla poco cuando se persigue la calidad y la rentabilidad educativas,
para lo cual, tal como dice Wraga, el fracaso escolar viene dado por centrarse
demasiado en unas metas académicas, dejando de lado otro tipo de metas tales
como el desarrollo crítico y los valores sociales y democráticos, de los cuales
se aprovechan las políticas neoliberales para servir una calidad total como
solución y escuelas a la carta, aunque solo para unos pocos.
La derecha y las políticas neoliberales han entendido bien
que una parte de la lucha por la hegemonía consiste en luchar por el sentido
común, por lo que han hecho de la democracia no un concepto político, sino un
concepto económico, donde las familias eligen escuelas privadas, y así los
niños/as se convierten en mercancías con las que se busca rentabilidad (Apple).
Esto hace a la sociedad servidora del mercado y sus designios, olvidando que es
el mercado el que debe de estar al servicio de la sociedad (Polo Fernández), de
tal modo que el capital se mueve a base de desintegrar valores y no de
reforzarlos, midiéndose estos valores a través de la utilidad que tienen para
ese mercado al que ha de servir. Todo ello da lugar a que el éxito de las
políticas neoliberales lleven a afirmar a las familias “Sí, desde luego estamos
a favor de la democracia”, pero una democracia que equivale a poder elegir
entre productos (Apple).
“Posmodernidad –afirman Robin Usher y Richard Edwards-
describe un mundo en el que la gente tiene que proceder sin referentes fijos y
puntos de anclaje tradicionales. Es un mundo que cambia rápidamente, inestable,
donde cambia el conocimiento y los significados flotan sin las fijezas
teleológicas tradicionales que le proporcionaba fundamento y sin la creencia en
el progreso inevitable”. Así pues, estamos en la era del conocimiento y de la
comunicación, donde la política posmoderna tiende a ser una política de
procedimientos; asume que una vez que estemos comprometidos, automáticamente
responderemos de alguna manera a la cuestión de qué conocimientos son los más
importantes. En cambio, la derecha política dice: “Aquí está lo que debes
enseñar” (Apple), para la cual, las escuelas-empresas han de producir dos
valores claves para evaluar la calidad: efectividad y eficiencia, que se
convierten así en la referencia básica para la elección del consumidor.
En una cumbre de educación convocada por Bill Clinton, y en
relación a los nuevos tiempos con los que le toca lidiar a la educación, se
fijó que “la educación se ha convertido en una cuestión demasiado importante
para dejársela a los educadores”. Qué ironía no contar con los educadores en la
difícil tarea de educar, pensando que son meros reproductores y a ellos no les
atañe la educación. Con
frases como está, ya no se intentan ocultar las políticas neoliberales o
neoconservadoras, tal es el caso de una publicación del Centro de desarrollo de
la OCDE, donde Morrison Christian, especifica una serie de indicaciones a los
gobernantes tales como “Si se les disminuye los gastos de funcionamiento a la
escuela y universidades, hay que procurar que no disminuya la cantidad de
servicio, aún a riesgo de que la calidad baje. (...) Esto se hace primero en
una escuela, luego en la otra, pero no en la de al lado, de tal manera que se evita
el descontento generalizado de la población”. De esta manera tan precisa y
abierta, se dejan ver las intenciones neoliberales, que buscan un aprendizaje a
lo largo de toda la vida para tratar de formar una mano de obra que tenga un
nivel de instrucción elemental, pero capaz y deseosa de adaptarse a los cambios
tecnológicos e industriales, para seguir siendo productivos y empleables.
Así pues, en la línea de Connell, puede verse que la
aparente eliminación de la desigualdad social en las instituciones educativas
no es mas que un espejismo, reflejo de políticas seleccionadoras recubiertas de
la dorada capa de la “Calidad ”,
donde con medidas como la zonificación, distribución de los alumnos en
diferentes niveles curriculares y centros, pedagogías y currículo inflexibles,
unos sistemas de exámenes sesgados y una reducción de la oferta educativa en
los niveles superiores, se está procediendo a desmantelar el estado del
bienestar bajo la bandera del neoliberalismo dentro de una posmodernidad mal
entendida.
Extraído de
¿EN BUSCA DE Daniel Carlos Briet Planells
Universidad de Almería (España)
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