jueves, junio 25, 2020

“Ha fallado el sistema educativo y hay que cambiarlo de arriba abajo”

Enrique Dans cree que la crisis sanitaria ha evidenciado que hay maneras de impartir clase y de enseñar que están tan profundamente anticuadas que resulta completamente imposible plantearlas en un entorno digital. Por ello aboga por un cambio radical del sistema educativo. “La enseñanza memorística no tiene ningún sentido, hay que enseñar a buscar, a hacer, a pensar, a cualificar la información. Hay que eliminar para siempre el libro de texto y sustituirlo por trabajo de selección en la red”, subraya.


Para Enrique Dans, docente en el IE Business School y especialista en tecnología, la crisis sanitaria ha evidenciado los graves problemas y carencias de la educación. “Ha forzado a las instituciones a poner en marcha una transformación digital en situación de emergencia, a adelantar dramáticamente todo lo que no habían hecho anteriormente, lo que ha llevado a que únicamente las instituciones que de verdad se habían tomado en serio esa transformación hayan estado a la altura”.

El resultado es que ha cambiado el paradigma de enseñanza, el proceso de aprendizaje y la forma de comunicarse con los estudiantes sin apenas contar con tiempo para prepararse. Un análisis en el que también profundiza en su último libro: ‘Viviendo en el futuro: claves sobre cómo la tecnología está cambiando nuestro mundo’.

Pregunta: ¿Qué cree que ha fallado en esta crisis?
Respuesta: El problema no ha estado en las herramientas, que han funcionado perfectamente, sino en la evidencia de que hay maneras de impartir clase y de enseñar que están tan profundamente anticuadas que resulta completamente imposible plantearlas en un entorno digital. Argumentar que los profesores no tenían suficiente entrenamiento es completamente absurdo: las herramientas son ya tan sencillas que hasta las personas mayores son capaces de utilizarlas. 
No es un problema de profesores, ni de medios, salvo en aquellos casos en los que los protagonistas se encontraban en el lado del ‘tener o no tener’: ha sido un problema de actitudes, de incapacidad manifiesta para replantear la forma de enseñar. No, una clase online no se puede plantear como un: ‘hago lo mismo, pero delante de la cámara’, ni con un ‘cuelgo unos materiales para que se los descarguen cuando les dé la gana’, ni menos aún como un ‘envío deberes por correo electrónico’. Hay que hacer mucho más, y mucho mejor. 

P: ¿Está preparada la educación para la etapa post-pandemia? ¿Y los docentes y el alumnado?
R: Esta etapa se va a caracterizar por la enseñanza líquida: la educación tendrá que desplazarse constantemente entre lo presencial y lo online cada vez que haya un rebrote, que un alumno tosa o que tenga que confinarse por precaución tras haber estado al lado de una persona que haya dado positivo. Tendremos que vaciar las aulas hasta la mitad o una tercera parte, y eso obligará a que desaparezca la diferencia entre asistir a una clase en el aula o en la red: que una persona desde su casa disfrute de una experiencia idéntica a la que tendría en clase: bidireccional, con posibilidad de intervenir activamente al mismo nivel, de preguntar dudas, de participar, de ver al resto de la clase y al profesor con una calidad adecuada… La enseñanza líquida es el gran reto, y quienes no lo sepan plantear se encontrarán en graves problemas. 

P: ¿Cómo cree que afectará esta crisis al futuro de la educación? ¿Qué papel tiene que asumir la tecnología en todo ello?
R: La crisis debería convertirse en la campana que nos avisa de la necesidad de cambios drásticos. La enseñanza memorística no tiene ningún sentido, hay que enseñar a buscar, a hacer, a pensar, a cualificar la información. Hay que eliminar para siempre el libro de texto y sustituirlo por trabajo de selección en la red. Hay que introducir las herramientas online en los programas y las clases porque ya hemos comprobado fehacientemente que los alumnos no solo no eran ‘nativos digitales’, sino que en muchísimos casos no tenían ni idea de las nociones más básicas del trabajo en red. 
Hemos evidenciado que la distancia entre lo que la enseñanza genera y las necesidades del mundo actual es tan, tan grande, que debería darnos auténtica vergüenza llevar tantos años haciéndolo tan rematadamente mal. La tecnología, cuando la hemos necesitado, ha estado completamente a la altura y nos ha ofrecido herramientas con prestaciones que estaban muy por encima del uso que sabíamos hacer de ellas, y a un precio, además, completamente ridículo. Lo que ha fallado ha sido la educación. Y hay que cambiarla urgentemente, porque durante varios años, vamos a necesitar recurrir a esa tecnología para seguir enseñando con normalidad. 

P: ¿Qué cambios debe asumir de cara al futuro?
R: Asumamos que la educación debe cambiar completamente, de arriba abajo: debemos reimaginar completamente sus objetivos, sus metodologías, sus herramientas, su forma de aprender, su evaluación… todo. Quien no lo entienda así, debería retirarse y no molestar. Las generaciones del futuro nunca deberían dedicarse a hacer la estupidez de memorizar lo que viene en un libro para vomitarlo delante de un papel en blanco, ni de creer que son más cultos porque se saben más cosas de memoria. Es necesario un replanteamiento radical. 

«Lo que ha fallado ha sido la educación. Y hay que cambiarla urgentemente, porque durante varios años vamos a necesitar recurrir a la tecnología para seguir enseñando con normalidad»

P: En tu libro comentas cómo era la educación en la Edad Antigua pero, ¿ha cambiado mucho con respecto a la actual?
R: Desgraciadamente, no. La educación está anclada en el pasado, una clase actual es idéntica, salvo por cuestiones cosméticas, a una de las que ‘sufrían’ nuestros bisabuelos. Ahora la pizarra no es de tiza, es digital, pero se usa exactamente igual. Solo practicamos la innovación incremental, no la disruptiva, cuando la realidad es que el mundo que está fuera del colegio sí ha cambiado.
Estamos atrapados por la absurda idea continuista de que ‘si los niños no estudian como nosotros, es que no están estudiando’, cuando la realidad es que la educación, en un mundo en el que toda la información está al alcance de dos o tres clics, debería haber cambiado radicalmente y enfocarse al desarrollo del pensamiento crítico, a diferenciar la información buena de la mala, a cualificar y contrastar fuentes… y no a la memorización. Hoy en día, debemos memorizar lo que hemos aprendido más recientemente, lo que usamos más frecuentemente o aquello a lo que le adscribimos más valor, pero no pretender que ‘aprender sea memorizar’, porque eso no sirve absolutamente para nada más que para generar frustración. 

P: ¿Cuáles crees que son los factores que han impedido que la educación evolucione?
R: La educación está presa de un continuismo absurdo, en el que tienen un papel muy destacado los políticos con miedo al cambio y con interés por editorializar los libros de texto, los profesores inseguros y unos padres que discuten todo lo que no se parece a cómo aprendían ellos. En lugar de replantearla en función de los muchísimos parámetros nuevos que la rodean, pretendemos introducir modificaciones pequeñas y sin sentido, cosméticas, y en realidad, seguir haciéndolo todo igual. El resultado es un fracaso monumental y una inadaptación total de la metodología educativa a cómo se debería aprender en el entorno tecnológico actual. Eso genera frustración y desmotivación en los alumnos, y un enorme lucro cesante para toda la sociedad. 

P: ¿Qué conceptos o herramientas habría que introducir?
R: Hay que experimentar una transformación digital. Tenemos que luchar por disponer de cada vez más variables que nos permitan medir el desarrollo del alumno de manera continua e hiper personalizada. Que un profesor se limite a corregir exámenes o trabajos es una barbaridad, se está perdiendo muchísima riqueza sobre ese alumno, que no tiene por qué parecerse a los que le rodean, que puede tener características completamente diferenciales que pueden potenciarse. 
Reducir al estudiante a una calificación es tremendamente empobrecedor, simplista, y además, no sirve para nada como elemento predictivo. Los mejores alumnos no son los que mejores notas sacan, ni de lejos, y lo sabemos desde hace muchísimo. Hay que personalizar la educación y retirar de la metodología mucho de su espíritu competitivo, porque sabemos que lo que más fomenta la innovación y las capacidades no es la competición, sino la cooperación (el código abierto ha generado los ecosistemas más innovadores de la historia). Competir por las notas es injusto y absurdo. 

«Las generaciones del futuro nunca deberían dedicarse a hacer la estupidez de memorizar lo que viene en un libro para vomitarlo delante de un papel en blanco»

P:  En el libro también hablas del término ‘digitalización real’ cuando te refieres a la educación, ¿en qué consiste?
R: Digitalización real es entender que lo que buscamos son variables que nos permitan monitorizar y enriquecer el proceso de aprendizaje, no simplemente pensar que ‘ya somos digitales porque hemos puesto pizarras digitales que seguimos usando igual que cuando eran analógicas’. Debemos recoger toda la información sobre el alumno, sobre lo que le motiva y le hace conectar o sobre lo que le aburre y le desconecta, con el fin de adaptar las variables metodológicas a sus características, de posibilitar que aprenda de manera natural, sin forzar la repetición constante o la memorización. Pero sobre todo, enseñar a los alumnos a manejarse en entornos digitales, a sacar partido al mundo que les rodea (que ya está enormemente digitalizado), y a desarrollar criterio y pensamiento crítico.  

P: ¿Deberían desaparecer las calificaciones? ¿Cómo se debería evaluar?
R: Las calificaciones entendidas como lo hacemos actualmente son enormemente reduccionistas y empobrecedoras. Tenemos que replantearnos el objetivo de la educación, y pensar si nuestros sistemas de calificación contribuyen de alguna manera a esos fines. Yo, sinceramente, creo que no, que las calificaciones son una gran mentira colectiva que todos aceptamos, algunos por un mal entendido corporativismo (‘si yo tuve que pasar por ese examen, que pasen todos’) o porque no sabemos diseñar una metodología mejor.
Pero sobre todo, y más importante, las calificaciones son una fuente injusta de discriminación y de frustración, porque ni todas las personas aprenden igual, ni deben ser evaluadas igual. Lo que tenemos que plantear es que la educación se convierta en un proceso individualizado que se adapta a las capacidades del alumno, y le permiten desarrollar sus habilidades, su aprendizaje y sus posibilidades en el futuro. 



Fuente
Por
 Laura Román


jueves, junio 18, 2020

Rebeca Anijovich: “Hay que replantearse el sentido de la secundaria”

Hacer de los estudiantes los protagonistas del aprendizaje, mantener las expectativas altas, conciliar competencias y contenidos, repensar qué vale la pena enseñar hoy en la escuela son algunas de las cuestiones cruciales que plantea Anijovich en esta entrevista.


Rebeca Anijovich es magíster en formación de formadores, profesora e investigadora de la UBA y la Universidad de San Andrés, y asesora pedagógica en escuelas argentinas y latinoamericanas. Acaba de publicar junto con Graciela Cappelletti El sentido de la escuela secundaria (Paidós), donde plantean algunos de los problemas estructurales del nivel más crítico del sistema educativo, y exploran algunas propuestas innovadoras que ya están funcionando.

“El título del libro apunta a recuperar el sentido de la escuela secundaria, no para mantener el mismo sentido que tenía a fines del siglo XIX con la Generación del 80, en otro contexto. Hay que replantearse el sentido, desde la idea de que está bueno que la escuela secundaria exista”, plantea Anijovich en diálogo con Agenda Educativa. Su indagación apunta a imaginar otros modos de organizar la escolarización, otros modos de enseñar, otros contenidos y otro rol para los estudiantes: el de protagonistas.

–¿Qué diferencia hay entre un alumno “activo” y un alumno “protagonista”?
–Vos podés ser activo y no ser protagonista. Pensar la enseñanza hoy es pensar en cómo convertís al alumno en protagonista de su proceso de aprendizaje. Un alumno que toma decisiones, que aprende competencias que no son solo para la escuela, sino para la vida, como la capacidad de organizarse o la capacidad de buscar información. 
Nosotros hemos participado en proyectos como el de la Vicaría de la Ciudad de Buenos Aires, Eutopía; en el proyecto PLANEA de Unicef en la provincia de Tucumán, donde se está trabajando por proyectos en las escuelas más pobres de San Miguel de Tucumán. En todos lados nos pasaba, y en las escuelas más pobres peor, que los profesores decían: “Estos chicos no van a poder con estos proyectos”. Pero empezaron a darse cuenta de que con proyectos interesantes, a los pibes les podés despertar el interés por el aprendizaje, y pueden resolver tareas complejas.
Cuando el pibe está interesado en lo que está aprendiendo, es más riguroso que el adulto. Se compromete con el aprendizaje de una manera distinta. Estos proyectos muestran que los pibes quieren aprender, son curiosos. Lo que no soportan más es ese modelo de un profesor parado hablando. Lo que no quiere decir que, si vos trabajás por proyectos, tenés que dejar de dar clases. No es que desaparece la figura del docente, sino que tiene otro lugar, otro espacio, otra manera de vincularse con los pibes y con el conocimiento.

–¿Cuál es la importancia de mantener las expectativas altas?
–Si vos a priori pensás que no van a poder, armás un círculo vicioso difícil de romper. Yo pienso que vos no podés, entonces te doy algo de bajo nivel, que termina siendo estúpido, entonces vos resolvés cosas estúpidas y esto no fortalece tu autoestima, y finalmente la profecía se autocumple: no servís para estudiar, no tenés cabeza. Finalmente los pibes se terminan creyendo que no pueden. Y entonces el profesor dice: “¿Viste? No podían”. Y vuelve a bajar el nivel. ¿Hasta cuándo? Al mismo tiempo, si vos sos el único profesor que eleva el nivel, después te tiran la bronca y te dicen: “Tu materia está difícil, los pibes se quejan”. Pero ellos pueden hacer más, pueden con muchas cosas. Ahora bien: si vos les decís todo el tiempo que no, se lo terminan creyendo.

–En el libro ustedes afirman que la transformación de la secundaria no puede ser una búsqueda voluntarista. ¿A qué se refieren con eso?
–Hay mucho profesor haciendo cosas lindas y nuevas. Nosotros pensamos que eso está buenísimo pero no alcanza. Muchas veces los profesores nos dicen: “Yo quiero hacer esto, pero en mi escuela no me dejan, mi director dice que tenemos que seguir el diseño curricular”. Como si la interpretación del diseño curricular fuera única. Desde los distintos gobiernos fueron surgiendo las escuelas de 2050, de 2030, las escuelas del futuro. Empezaron a aparecer intentos de proyectos, pero como con todas las cosas, cambia el gobierno y empezamos de cero, volvemos a hacer un diagnóstico de cómo están las escuelas. Los profesores se cansan con justa razón. Vos empezás entusiasmado un proyecto de cambio a nivel nacional o jurisdiccional. Y cuando empieza a consolidarse ese camino, cambia el gobierno. Y cambia la política, y volvemos a empezar. Ningún gobierno mantiene ninguna política del gobierno anterior, no importa si es buena o mala.

–¿La falta de consensos políticos es un obstáculo para la innovación educativa?
–Está buenísimo que los docentes tengan iniciativas y sean autónomos, pero mientras tengamos un modelo centralizado de educación, necesitamos que esto sea acompañado por políticas públicas en una sociedad que haga de esto un consenso. Que no tenga que ver únicamente con el gobierno de turno. Si vos creás mesas de debate, de diálogo, con personas que piensan distinto, de distintos partidos políticos, tenés más chances de que, aunque cambie el gobierno, haya políticas que permanezcan. Pero si depende de la voluntad de un maestro individual o de una escuela individual, eso solo supone parches.
Tampoco hace falta unificar; no me imagino una propuesta de país donde todas las escuelas secundarias hagan exactamente lo mismo. Puede haber tantos modelos de escuela secundaria como contextos. Por debajo habrá cuestiones comunes: qué tipo de ciudadano argentino querés formar, qué valores querés transmitir, qué contenidos o competencias son indispensables hoy en día. Por eso la idea de que la transformación no sea algo individual, sino que venga acompañada de políticas públicas.

–¿Cuál es el efecto del espíritu refundacional de los sucesivos gobiernos?
–En algún momento hay un impulso entusiasta: cuando hay una propuesta nueva, muchos docentes se copan. Al rato eso se cae. ¿Cuántas veces vos podés decir: “Acá traigo una propuesta innovadora”? A los dos años eso se cae y empezás de vuelta. Lo entendés. Pero a la tercera vez ya no decís lo mismo. Los profesores se van haciendo más grandes, te dicen: “Esto ya lo viví veinte veces”. Son políticas que no se sostienen porque no son fruto de consenso en una mesa donde haya expertos en educación y políticos y voces de los alumnos y los padres. Claramente esto tiene que ver con el proyecto de país, no solo con el proyecto educativo. No hay continuidad, todo el tiempo volvemos a empezar.

–Uno de los capítulos centrales habla de la idea de problematizar la enseñanza. ¿Qué preguntas involucra este proceso de problematizar la enseñanza? 
–Nosotros trabajamos con tres preguntas centrales, que apuntan a tres problemas de la enseñanza y de la evaluación. La primera, a partir de David Perkins y otros autores, es qué vale la pena enseñar hoy en la escuela. Teniendo acceso a tanta información por fuera de la escuela, la pregunta se vuelve relevante. Muchos años atrás, la escuela era el único lugar donde vos podías aprender cosas. La transmisión estaba dada por el maestro y vos aprendías a través de él. Hoy en día tenés alumnos que saben de algún tema mucho más que vos. Hay muchas cosas que se aprenden fuera de la escuela.
Otra pregunta es qué se pierde un alumno que faltó hoy a tu clase. Qué cosas tienen que pasar en el aula que le den sentido, más allá de la obligatoriedad, para que un pibe diga: “Qué bueno que estoy acá y no en la cama mirando la tele”. ¿Qué pasa si falté? Si no me perdí nada, hay algo que debemos cambiar en las aulas.
La tercera pregunta tiene que ver con la discusión entre enseñar contenidos o capacidades. Venimos de un currículum de contenido, en el que vos tenés que saber como en el índice de un libro todos los temas que están planteados en el diseño curricular y te toman pruebas sobre eso. Ahora viene la moda de las capacidades y competencias. Entonces pareciera que el contenido no importa, lo importante es, por ejemplo, que vos aprendas a argumentar. Pero ¿argumentar sobre qué? Hay que argumentar sobre algún contenido. La tercera pregunta tiene que ver con cómo articulamos capacidades y contenidos. Y a veces en la evaluación eso se diluye; por un lado te dicen “Yo estoy enseñando a argumentar”, pero después no evalúan si el alumno pudo argumentar, sino las fechas del hecho histórico.

–¿Qué elementos de la organización de la escuela secundaria bloquean su transformación?
–Cuando se podía viajar y veías las escuelas de los jesuitas en Barcelona, o las escuelas en Finlandia, ¿qué es lo que sorprendía? En Barcelona veías escuelas que trabajan por proyectos en secundaria, donde a la mañana temprano se juntan por ejemplo todos los terceros años. Y tenés 100 pibes con los tres profesores en una sala grande, y trabajan toda la mañana. En algunos momentos los 100 juntos, en otros momentos en pequeños grupos, en otros momentos los pibes hacen trabajo individual. Pero no hay una división del horario por materias. Ahí se rompió la estructura tradicional de horario, el criterio de agrupamiento de los alumnos. La organización de la escuela se rige por los proyectos.
Eso implica que, si tenés un profesor que trabaja solo dos horas en tu escuela, ya no lo podés hacer. Romper eso es complejísimo, entonces emparchan: en vez de dos horas, le dan cuatro. El bloque sigue siendo de 80 minutos, el recreo sigue siendo igual, el profesor sale corriendo a otro colegio. Eso sigue inamovible, se generó un modo de funcionamiento que debemos revisar y romper para poder pensar más flexiblemente la estructura. Pero lo primero es pensar el proyecto, después la pregunta es cómo hago para tener profesores por cargo que estén 20 horas en mi escuela.
Hay experiencias en Córdoba, en Río Negro, en San Luis. No hace falta ir a mirar afuera, hay muchas cosas acá. Algunas no se sostienen porque caen cuando cambia el gobierno. Otras empezaron incipientemente y no hicieron nada para que esa experiencia fuera escalable a toda la provincia o a más jurisdicciones. Hay experiencias sueltas. Pero es necesario escalarlas, así como evaluarlas seriamente para saber si funcionaron bien. Por ejemplo, que una universidad nacional evalúe el proyecto y diga si es sustentable, escalable, si salió bien efectivamente, más allá de que los pibes estén contentos. Hay que ir más allá del sentido común de que si los pibes están contentos, significa que el proyecto salió lindo. Ahí falta evidencia y falta sistematización.




Por Alfredo Dillon
Fuente
https://agendaeducativa.org/rebeca-anijovich-hay-que-replantearse-el-sentido-de-la-secundaria/?fbclid=IwAR2LR2YIyFs2CtNIoXA5RnOoKsiXmULeuleFQS4q7j7u8xU_y3srLpT_qLE

martes, junio 09, 2020

Los alumnos, los docentes y los padres de las escuelas asociadas de la UNESCO comparten sus experiencias sobre el COVID-19


Más de 620 miembros de la Red del Plan de Escuelas Asociadas de la UNESCO (RedPEA) de más de 80 países se reunieron para intercambiar sus experiencias sobre el aprendizaje y la vida durante el confinamiento, con motivo de un webinario organizado el 12 de mayo de 2020 en colaboración con el Instituto de la UNESCO para la Utilización de las Tecnologías de la Información en la Educación (ITIE).


Al igual que las interrupciones en el ámbito educativo a nivel mundial, el 95% de las escuelas asociadas de esta red de 12.000 establecimientos en 182 países permanecieron cerradas. En 65 años de existencia, este webinario fue el primero de su tipo para la comunidad de escuelas asociadas, la red más vasta de la UNESCO.

El regreso progresivo a una “nueva normalidad” plantea numerosos interrogantes: ¿Cuán eficaz ha sido la experiencia del aprendizaje a distancia? ¿Cuáles son sus ventajas y dificultades? ¿De qué manera influyó, y tal vez modificó, a la comunidad del aprendizaje y las relaciones entre alumnos, docentes y padres? ¿Cómo replantear la organización de nuestras escuelas y nuestros ámbitos de aprendizaje después de la crisis?

Aunque todavía es muy temprano para extraer experiencias, los miembros de la redPEA, los coordinadores nacionales, los docentes, alumnos y padres han intercambiado sus observaciones, sus sentimientos, así como sus esperanzas en el futuro durante este webinario que abarcó dos temas: la experiencia del aprendizaje a distancia y la reestructuración del futuro de la educación a partir de esta experiencia.

Durante las dos sesiones del webinario intervinieron alumnos, padres y docentes pertenecientes a los siguientes países: Argentina, China, Francia, Iraq, Kenya, Líbano, Mongolia, Nigeria y Países Bajos.

Las voces de los docentes, los alumnos y los padres nos han hecho tomar conciencia de las realidades del terreno y de los retos a los que debemos hacer frente juntos, como comunidad de la redPEA”, declaró Julie Saito, coordinadora internacional de la redPEA.

Experiencias en el terreno del aprendizaje a distancia
A continuación, lo que los participantes de la comunidad redPEA tenían que decir acerca de su experiencia:
El problema de la utilización del aprendizaje en línea es que uno depende realmente de la conexión a Internet y de la electricidad”,
Nanda Vania Qurratu Aini, alumna, 17 años, Indonesia

El aprendizaje a distancia ha influido en el aspecto afectivo del aprendizaje. He echado de menos los intercambios cálidos con los docentes y el tiempo libre con mis amigos y compañeros”,
Nevenka Fadin, alumna, 14 años, Argentina

A partir de mi experiencia con los cursos a través de la televisión, creo que deberíamos prever un modelo de clases mixtas en que los alumnos puedan mirar los cursos televisivos desde la casa, mientras que nosotros completaríamos estos cursos en la escuela y debatiríamos sobre los temas que se abordaron con miras a dar prioridad al perfeccionamiento de las competencias de los alumnos”,
Sra. Ganchimeg Jamba, profesora de inglés, Mongolia

Como madre, diría que la educación en línea me permitió ayudar a mis hijos, y como docente, considero se trata que una oportunidad que debemos estudiar de cerca en el futuro. La integración de la educación en línea en el sistema escolar clásico se ha convertido en algo indispensable”,
Ghinwa Maassarani, profesora de química y madre de dos niños, Líbano

El gobierno debe reforzar su dominio de los medios de comunicación y la educación cívica en todos los niveles de la enseñanza, para que estemos listos para gestionar este tipo de situación. En Kenya, a los padres esto les ha generado grandes problemas. La mayoría de los kenianos que viven en las ciudades… tienen condiciones de vida muy precarias, y la situación se está agravando”,
Richard Iyaya, formador de docentes y padre, Kenya

¿Cómo replantearse la educación y el aprendizaje después de la crisis?
Los participantes de la comunidad de la redPEA intercambiaron sus ideas acerca del futuro de la educación:
Con 13 millones de niños no escolarizados en Nigeria antes de la pandemia, no podemos decir que volveremos a la normalidad”,
Aisha Bunu, alumna, 14 años, Nigeria

Creo que esta [crisis] es una oportunidad para pensar en grande, demostrar valor y tomar decisiones realmente audaces para organizar nuestro sistema educativo y de aprendizaje”,
Anne-Fleur Lurvink, profesora de inglés, Países Bajos
Esta crisis me demostró realmente que el aprendizaje se basa antes que todo en las interacciones y los procesos sociales. Es por esto que considero que el aprendizaje social y afectivo debería tener mayor importancia en la educación”,
Si Gao, profesor de literatura china, China

¿No sería acaso una solución que los alumnos estuvieran en el centro del cambio? Podríamos apoyarnos en la autonomía adquirida durante esta crisis sanitaria y en el dinamismo para construir algo diferente. Creo que juntos, hemos tomado conciencia de las interacciones entre la salud, la educación, las desigualdades y el entorno”,
Jean-Marc Septsault, profesor de tecnología con dos hijos, Francia

Para muchos países que ya estaban afectados por un conflicto, esta pandemia solo ha agravado la situación. Debemos reflexionar en la sociedad en que deseamos convertirnos y en el tipo de educación que queremos darles a nuestros hijos para construir esta sociedad”,
Sra. Aseel Jasim, madre de cuatro niños, Iraq

¿Qué temas comunes se desprenden de esto?
El arte es esencial para mí, ayuda a nuestra salud mental y nos permite relajarnos”,
Nevenka, 14 años, Argentina

Entre los especialistas que participaron en la reunión se encontraban Tigran Yepoyan, jefe de la unidad de las TIC en la educación sanitaria de la ITIE; Sobhi Tawil, jefe del equipo de investigación y prospección de educación de la UNESCO, y Xioxia Zhou, directora del Centro Internacional de la Red del Plan de Escuelas Asociadas de la UNESCO. Al hacer un balance sobre las dos sesiones del webinario, estos identificaron algunos temas en común, fundamentalmente la importancia de tener en cuenta la dimensión socioafectiva del aprendizaje y la necesidad de velar por el bienestar de los alumnos y los docentes, así como las consecuencias del aprendizaje a distancia en la relación entre alumnos, docentes y padres.


Se prestó especial atención al papel que desempeña la educación artística en el bienestar de los alumnos, a la necesidad de dotar a los docentes de competencias en informática y en el dominio de los medios de comunicación, así como al apoyo psicosocial que se debe proporcionar a los alumnos.
Como afirmó un alumno de la redPEA proveniente de Grecia, todos los participantes se sintieron conectados unos con otros más allá de las culturas y los continentes: “Es increíble poder oír a alumnos desde el otro lado del mundo y tener la impresión de que éramos compañeros de clase. Me alegró mucho saber que compartimos todos el mismo punto de vista acerca del papel que desempeñan los docentes, que son insustituibles”.

El equipo de coordinación mundial de la red PEA prevé continuar este debate productivo, integrando los puntos de vista expresados en la respuesta al COVID-19, así como en sus actividades futuras. Esto se hará mediante la colaboración constante con el equipo de Los futuros de la Educación, la ITIE y otros asociados interesados dentro y fuera de la UNESCO.



Fuente

lunes, junio 01, 2020

Los retos de la educación en tiempos de pandemia


APRENDO EN CASA. Sin clases presenciales los escolares oyen a sus maestros detrás de una pantalla o descargan contenido multimedia. No es fácil. Falta de conectividad o profesores familiarizados con lo digital
Niños pegados a un ordenador que transmite una clase virtual. Otros escalan los cerros en busca de señal para oír clases difundidas por radio. Así está la educación peruana convertida en un desafío para maestros, padres y estudiantes.


La exministra de Educación Patricia Salas O’Brien hace un balance. ¿Es posible sostener que hay una crisis permanente en el sector? preguntamos. Huelgas de maestros, protestas sociales (Tía María) que obligan a suspender el dictado de clases. Para Salas O’Brien se abusa de la palabra “crisis”. La educación del Perú tiene problemas estructurales que visibilizan en momentos de crisis como la de ahora.

“La huelga de maestros fue hace mucho tiempo. Ya superamos eso. Y el caso de Islay es algo focalizado que afectó a los distritos del valle de Tambo. Debemos concentrarnos en este momento. Estamos en una crisis por el COVID-19, muy distinta con sus propios retos”, responde la exministra.
Salas O’Brien plantea priorizar ahora la salud y bienestar de estudiantes maestros. Y más que enseñanza pura se debe apuntar a la salud emocional. Esto significa no saturar y crear estrés al estudiante y familia.

“El Ministerio de Educación, me parece, ha respondido bien. En tres semanas se creó ‘Aprendo en Casa’ una plataforma bien diseñada. Eso ya es un logro. Demuestra que la crisis no nos ha cogido mal parados”, explica.
Salas advierte que el problema es la conectividad. Falta infraestructura de telecomunicaciones para llegar a todos los rincones del país.

La educación a distancia se realiza en varias modalidades. La principal es la virtual a través de contenidos web disponibles en “Aprendo en Casa”. O también en plataformas de aulas virtuales que los colegios públicos y privados implementan. Después están la televisión y la radio.

Se pensaría que estos dos últimos son los más accesibles. Pero no. Hay noticias de niños escalando cerros con sus mochilas en busca señal.

En las ciudades con acceso a internet no todas las familias tienen una conexión o una computadora. Los equipos celulares no son ideales para el aprendizaje. El factor socioeconómico también influye.
La exministra indica que los gobiernos regionales y el nacional deben enfocar sus esfuerzos para incrementar la infraestructura de telecomunicaciones con internet de banda ancha.

Retos propios
Por su parte la docente universitaria Esperanza Medina señala que los maestros ponen de su parte. Sin embargo, falta que se familiaricen con el uso de las tecnologías virtuales: Aulas virtuales, subir vídeos a Youtube, clases por video llamadas, exposiciones compartidas, hasta un mensaje de voz por whatsapp para explicar una clase, son conceptos que muchos maestros no dominan al 100%.
“Los padres no ven que en esa hora de clase virtual hay por detrás también un buen tiempo de preparación”, agrega Medina.

Por parte de los estudiantes el reto es no desconcentrarse. Medina explica que los estudiantes de años superiores son los que mejor se adaptan a la educación a distancia. Ellos ya conocen las tecnologías. La gran mayoría son “Nativos digitales”.
“Tal vez el mayor reto está en los padres, sobre todo para aquellos que tienen hijos en inicial o los primeros años de primaria”, agrega la exministra Salas O’brien. Estos padres deben acompañar la educación de sus hijos. Conversar mucho con los maestros. Es decir, inmiscuirse pero no para criticar, sino para aportar a una mejor educación.

Aprendamos a adaptarnos
Leon Trahtemberg
Miembro del Consejo Nacional de Educación
La pregunta esencial es: ¿qué significa “aprender” y cuánto de eso es cierto número de horas de clase en un colegio que cumple un currículo tradicional. Y qué significaría “aprender” en un sentido más amplio.

Me pregunto, ¿si acaso este año los alumnos no están aprendiendo mucho, pero de otra manera? Cuando, en el año 2021, los estudiantes regresen a las clases presenciales dispondrán de esas capacidades de adaptación y solvencia en el mundo virtual que les serán tanto o más relevantes para lo que sigue en el siglo XXI que las presenciales.

El contexto del aislamiento físico y social ha forzado a los profesores estudiantes a adquirir una serie de habilidades que les permiten dar un salto cualitativo en las capacidades de aprender e interactuar en el mundo digital globalizado. Que no hubieran adquirido en condiciones normales en la escuela presencial convencional.



Por Roberth Orihuela Q.
Fuente de la Información: https://larepublica.pe/sociedad/2020/05/24/los-retos-de-la-educacion-en-tiempos-de-pandemia-coronavirus-escolares-lrsd/

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