¿Existe un único concepto de Calidad Educativa? ¿Depende si se trata de preescolar, enseñanza obligatoria o superior? ¿Cómo se fue modificando en el tiempo? ¿Cuál es la idea neoliberal? ¿Qué riesgos tiene esta concepción?
El enfoque sociocultural nos conmina a mirar más allá de lo
evidente, a situar las acciones humanas en su contexto histórico, y a examinar
las condiciones que llevan a la producción de conocimientos. Sólo desde una
óptica que presuponga lo dicho como sustrato de las producciones humanas
podemos interrogar el significado de las palabras y las representaciones de la
realidad que expresamos en conceptos. Desde otra mirada resulta difícil
cuestionar el concepto calidad en su aplicación al ámbito educativo ¿Bajo qué
lógica puede justificarse interpelar el deseo por una educación que sea mejor
que la que se tiene o la aspiración a una de mejor calidad? ¿Tiene algún
sentido que alguien pueda plantearse como meta u objetivo una educación que no
sea de calidad o una educación que sea de mala calidad? Entonces, ¿por qué
problematizar el concepto?
Desde la mirada que proponemos la necesidad de
problematizarlo viene dada porque parece que no hay un cuestionamiento de lo
que se entiende por calidad. Parece partirse del supuesto que todos entendemos
lo mismo en referencia a ese concepto. No obstante, el concepto puede tener
distintos significados para distintos actores sociales. Un ejemplo interesante
de esta pluralidad de significados se observa en el EFA (Education of All)
Global Monitoring Report 2005, publicado UNESCO, subtitulado: “El imperativo de
la calidad”. El mismo examina la manera en cómo la calidad educativa es
concebida y expresada desde el paradigma humanista, el paradigma conductista y
el paradigma crítico. Plantea que cada aproximación llevará a observar
indicadores distintos para determinar si la calidad está presente en el sistema
y en qué niveles.
En otro sentido, también es importante reconocer que la
literatura sobre el tema de calidad se ha tornado muy especializada y se
establecen diferencias entre los niveles iniciales, intermedios, superiores y
universitarios con respecto al énfasis en los indicadores de calidad.
No se justifica, por lo tanto, dar por sentado un solo
significado, más aún si ese significado parece desconocer la dimensión
sociohistórica del concepto y lo presenta como una categoría natural, acabada e
indiscutible. Podemos argumentar que esto es lo que ocurre con la definición de
calidad que nos presenta la versión electrónica vigente del Diccionario de la Lengua Española al
definir la calidad como la propiedad o el conjunto de propiedades inherentes a
algo, de tal modo que permite juzgar su valor, al tiempo que la identifica con
superioridad y excelencia. Podemos comenzar a problematizar el concepto
preguntándonos cómo se explica “la cualidad de inherente” que define la
calidad, es decir, de dónde y cómo surge. ¿Quién o quiénes crean los criterios
mediante los cuáles luego se juzgará su valor? ¿Qué mecanismos y procesos se
utilizarán para determinar la superioridad y la excelencia y con qué
consecuencias? Estas preguntas parecen estar ausentes en el tratamiento que
comúnmente se da al tema de calidad educativa.
Para responder a estas preguntas hay que optar por la lógica
de la problematización que nos propuso Freire como método, la cual implica
indagar un tema controvirtiéndolo. Esta lógica, congruente con el enfoque
históricocultural, resiste la naturalización de los hechos humanos e insiste en
la identificación de sus raíces históricas y socioculturales. Este método ha
sido fundamento y herramienta de la pedagogía crítica, cuya pertinencia en el
actual momento histórico no puede ser suficientemente enfatizada.
Desde esta perspectiva compleja, y apoyados en la relación
entre pensamiento y lenguaje que establece el enfoque históricocultural,
debemos empezar por reconocer el concepto calidad educativa tiene una historia.
Angulo Rasco marca un cambio en la historia de la educación a partir de la crisis
del estado benefactor y los procesos de transformación socioeconómica
asociados. De acuerdo con este autor, la época dorada del estado benefactor se
caracterizó por cuatro elementos:
1) altas tasas de escolarización obligatoria;
2) presencia de una administración educativa centralizada
con una burocracia considerable encargada del control, seguimiento y
distribución de los recursos materiales y humanos;
3) existencia de leyes de educación obligatoria, y
4) la introducción y generalización del proceso de
incorporación de los futuros ciudadanos en una colectividad por medio de la
autoridad simbólica que tradicionalmente han ejercido las naciones-estados
sobre la escolarización masiva.
Según Angulo Rasco, el giro a un énfasis en lo cualitativo
comienza a notarse desde mediados de la década de 1960, coincidiendo con una
crisis en el estado benefactor que da paso al neoliberalismo y con éste al
desarrollo de iniciativas privadas y a una reestructuración generalizada de
medios y formas de producción en la que jugaron un papel central las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación. Angulo
Rasco denomina a esta nueva etapa: “ciclo cualitativo”,
porque se caracteriza por organizar los discursos: “desde el poder en torno a la idea de calidad en los sistemas de
educación”. Sostiene que los discursos educativos comienzan a hacer
referencia a aspectos más ideológicos e internos relacionados con la calidad de
la educación. Otros
autores coinciden en marcar el sello ideológico de este giro por su asociación
con el neoliberalismo, la globalización y las tendencias postmodernas, caracterizan
un nuevo orden económico y político internacional.
La relación entre neoliberalismo y mercado educativo ha sido
detenidamente analizada por Angulo Rasco y por Santos Guerra. Estos autores
coinciden con que algunas de las características de este nuevo orden se
reflejan en la escuela como institución social. Entre estas características
destacan un marcado individualismo, y una obsesión por la eficiencia, la
productividad, la competitividad, el pragmatismo y el eclecticismo. Argumentan
que la escuela puede y debe tener otra orientación. Santos Guerra plantea que:
“la escuela ha de estar basada en la
superación de las desigualdades, el espíritu de justicia, el respeto a la
diversidad, el desarrollo de la comprensión, de la crítica y del análisis”.
Es evidente que ambos autores asumen y hacen explícitos sus juicios valorativos
con respecto a los fines de la escuela y a sus posibilidades en el presente
sociohistórico.
El tema relacionado con la globalización y su impacto en la
educación y la construcción de subjetividades también ha sido objeto de
análisis por más de una década. En términos generales, estos trabajos coinciden
en su conclusión de que la ideología neoliberal y las prácticas culturales
asociadas a ella han ido transformando las formas de pensar y de hacer
educación. Conceptos provenientes de los campos de la economía y la
administración de empresas se desplazan y penetran con fuerza los discursos
educativos, transportando consigo una particular carga semántica.
Privatización, rendimiento de cuentas, énfasis en resultados, mejora de la
competitividad, medidas estandarizadas, procesos de acreditación internacional
para asegurar la calidad y calidad total son sólo algunos de los conceptos que
han migrado de la administración de empresas a la administración escolar. El
concepto de calidad total ha sido particularmente importante en la
representación de los escenarios educativos como empresas. Dada su importancia,
procede examinar su desarrollo.
González define la calidad total como: “el estado más evolucionado dentro de las sucesivas transformaciones que
ha sufrido el término calidad a lo largo del tiempo” . Según este autor,
dichas evoluciones pasan por una serie de etapas, cada una de la cuales implica
una resignificación del concepto en el contexto de transformaciones
históricoculturales.
A la primera la denomina empresarial. Es interesante que en
ella la calidad se define como: hacer las cosas bien, independientemente del
costo y del esfuerzo demandado por ello, y su finalidad se evalúa en términos
de satisfacer al cliente y al artesano por el trabajo realizado y resultante en
un producto único.
A la etapa empresarial sigue una segunda etapa, que se
asocia con la revolución industrial, en la que la calidad se identifica
simplemente con el aumento en la producción. Se dice que en esta segunda etapa la
finalidad era satisfacer una gran demanda por bienes, obteniendo el mayor
beneficio posible.
La tercera etapa se asocia con la Segunda Guerra Mundial,
en donde una economía de guerra lleva a equiparar la calidad con la eficacia en
la producción de bienes y servicios, en el menor tiempo posible, sin que el
costo fuera un factor determinante. Esta calidad se evaluaba mediante la
disponibilidad de bienes y de servicios relacionados con la actividad bélica,
en la cantidad y en el momento en el que se necesitaban. En la post-guerra, de
acuerdo con la narración de González, se observará un cambio interesante cuando
la calidad empresarial de Japón se comenzará a diferenciar de la del resto del
mundo. Mientras en Japón el énfasis será hacer las cosas bien desde el primer
intento con el fin de minimizar costos, satisfacer al cliente y ser más
competitivo, en el resto del mundo la calidad se asociará con producir cuanto
más, mejor. La finalidad será satisfacer la gran demanda por bienes y servicios
generada por las carencias que marcó la guerra.
Según González, a las formas descritas de aproximación a la
calidad, siguen los tres movimientos más recientes. Primero, una fase
identificada con el “control de calidad” en donde se destaca el empleo de
técnicas de inspección aplicadas a la producción en la gestión empresarial.
Luego, una fase en donde se habla de: “aseguramiento de calidad”, y donde el
énfasis es en mantener un nivel continúo en la garantía del producto. En esta
fase se presta particular atención a los sistemas y a los procedimientos de
organización para minimizar los riesgos de productos defectuosos.
Finalmente, llega la “calidad total” con una teoría de la
administración centrada en la satisfacción de los deseos y de las expectativas
del cliente. En esta fase se integran las dos anteriores y se resalta la
importancia de la mejora continua para garantizar la competitividad. A
la descripción de González, hay que agregar el rol de la publicidad comercial y
la propaganda de los medios de comunicación masiva que operan para que la
calidad, definida en estos términos, se convierta en una condición de la
empresa, al mismo tiempo que en una exigencia del cliente.
La detallada síntesis de la descripción de González tiene la
intención de proveer algún material de reflexión. Por un lado, es posible
observar transformaciones en el concepto relacionadas con cambios
históricoculturales. Las personas relacionadas con la docencia, la supervisión
y la administración escolar podrán reconocer en los últimos tres movimientos
descritos y en sus condiciones de existencia muchas de las guías de
procedimiento que se utilizan actualmente.
Por un lado, se observa la sofisticación en los instrumentos
utilizados para velar por el control de calidad, muchos de ellos orientados a
la evaluación de la ejecución tanto de estudiantes como de docentes y de
instituciones. Por otro lado, se reconocerá que las herramientas creadas para
el aseguramiento de la calidad remiten a organismos de certificación y de
acreditación a nivel nacional e internacional que deben crear mecanismos para
minimizar las desviaciones de los estándares de calidad.
Por último, la idea de que la oferta educativa debe
ajustarse a la demanda o exigencias del cliente y procurar la satisfacción de
sus necesidades y deseos parece orientar la creación y el desarrollo de
programas educativos. Al convertirse en el eje de la actividad esta demanda
desconoce o minimiza su relación con las demandas y las condiciones de otros
actores sociales involucrados en el proceso educativo. Algunos autores se han
ocupado de examinar, de manera crítica, diferentes asuntos concernientes a la
formación, a la profesionalización y a la ejecución docente como parte
indispensable de la ecuación de calidad educativa.
Estos autores y otros, se han ocupado de destacar las
variadas y las complejas formas de lo escolar en la actualidad, y la dificultad
por aproximarse a ellas de manera descontextualizada. Este es un tema que
imbrica con lo ético cuando se consideran (o mejor dicho, cuando no se
consideran) las consecuencias de la pobreza y la marginación en la calidad de
la educación a la que se accede y los efectos de exclusión que muchos de los
parámetros de evaluación del aprendizaje tendrán sobre individuos y colectivos.
Santos Guerra examina los riesgos que implica para los
sectores menos favorecidos de la sociedad las fórmulas en las que deriva la
significación de la calidad desde la lógica de la empresa. A juicio de
este autor
Poner objetivos
cuantificables, evaluar su consecución mediante pruebas estandarizadas, hacer
clasificaciones elementales, realizar procesos atributivos interesados,
distribuir los recursos mediante criterios coherentes con los resultados... He
aquí una forma de hacer triunfar una rigurosa racionalidad. La ciencia es
neutra, los números cantan. La calidad total, el control de calidad, los
círculos de calidad: expresiones que dan vuelta en la órbita de la sociedad
neoliberal y que se convierten en trampas mortales para “los desheredados de la
tierra”.
Extraído de
El concepto de calidad educativa:
Una mirada crítica desde el enfoque históricocultural
Actualidades Investigativas en Educación
Revista Electrónica publicada por el Instituto de
Investigación en Educación Universidad de Costa Rica
Volumen 10, Número 1 pp. 1-28
Este número se publicó el 30 de abril de 2010
Wanda Rodríguez Arocho
Catedrática del Departamento de Psicología de la Universidad
de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
1 comentario :
GEnial el blog, ! saludos!
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