Los pedidos por “Más Calidad Educativa” muchas veces están centrados en acciones de Políticas Educativa, en los siguientes párrafos se detallan algunas de ellas ¿Qué hacer con las desigualdades de origen? ¿Cómo deben ser los diseños curriculares? ¿Cómo responsabilizar a las instituciones? ¿Qué valores estimular? ¿Qué actitud tomar frente a las nuevas tecnologías?
En consecuencia sugerimos que, tanto desde un punto de vista político como desde un punto de vista pedagógico, es necesario tomar partido por la construcción de un sistema educativo reticular. En él se pueden fortalecer las escuelas como entornos institucionalizados que permitan por un lado la interacción directa entre pares y, por el otro, la existencia de múltiples escenarios comunitarios modernos. Para este sistema se requieren profesionales de la enseñanza con distintos perfiles y conocimientos, competentes tanto para la promoción de aprendizajes individualizados como colectivos; profesores que vayan creando una nueva didáctica en la que encuentren lugar todas las tecnologías disponibles. Esta nueva didáctica deberá integrar visiones prospectivas y retrospectivas. La importancia de las visiones retrospectivas de las construcciones reconocidas y de las construcciones conceptuales ignoradas o rechazadas es fundamental. Promover aprendizajes es infinitamente más difícil que transmitir información, pero no es un desafío tan nuevo como parece ni está tan ligado a las nuevas tecnologías como se cree.
Si se combinan algunos de los elementos presentados anteriormente como resultados de las investigaciones y de los estudios existentes sobre los factores que inciden en las diferentes dimensiones de la equidad educativa con la voluntad de proyectar las necesidades de construir un (os) sistema(s) educativo(s) reticulares, que vayan tejiendo mallas de contención y de promoción para los niños y los jóvenes a nivel local, nacional y mundial; se puede concluir por promover la evaluación y probablemente la mayor consecuencia en la aplicación de los siguientes trece tipos de políticas públicas y de prácticas educativas promotoras de equidad y de calidad educativa educativas.
- Oferta de oportunidades educativas extendidas, pero en particular para los primeros años de vida de los alumnos y mucho más cuando se trata de niños y de niñas que no poseen el “capital cultural” local.
- Diferenciación tardía o mejor dicho no prematura de distinto tipo de colegios que conducen a la universidad, a escuelas técnicas o otros itinerarios, para permitir la maduración emocional y cognitiva y para evitar condenas irrecuperables por segregación temprana, necesidad de más tiempo para el aprendizaje de lenguas y hábitos locales
- Diseños curriculares flexibles. La idea tradicional de un diseño curricular común a todo el alumnado parece superada por los requerimientos y las necesidades. Dentro de ciertos límites parecería apropiado pensar en la posibilidad de diseños flexibles que se adapten a situaciones, dificultades y logros distintos.
- Responsabilización institucional por los resultados. Durante mucho tiempo se dio por descontado que la educación era satisfactoria y que las diferencias en los rendimientos de los alumnos se debían a factores individuales o familiares fuera de control de la institución. Por el contrario si no hay una responsabilidad institucional por los resultados, son impensables diversas estrategias y dispositivos orientados a nivelar hacia arriba, esto es a potenciar la equidad en la apropiación de conocimientos, habilidades y competencias. Los bajos logros o la repetición es un fracaso de la institución y no del alumno.
- Tratamiento personalizado de las dificultades. Si como parecen demostrar todas las investigaciones realizadas en el mundo entero una parte decisiva de las variaciones de los rendimientos se explican por las diferencias en el origen social de los alumnos, parece indispensable, para garantizar logros parejos, esto es para maximizar la equidad, estrategias y dispositivos focalizados en las dificultades o problemas de los alumnos en situación de riesgo debido a su origen socioeconómico.
- Formación para la solidaridad. Se insiste a menudo en la necesidad de que el sistema educativo trasmita valores ciudadanos y para la solidaridad. Es posible que a estos objetivos contribuyan más prácticas de involucramiento de los alumnos en las actividades de la institución con ciertas responsabilidades en el marco de su organización corporativa en el primer caso; y de ayuda a escuelas carenciadas en el segundo, que el intento por trasmitir contenidos en forma convencional.
- Aplicación de políticas focalizadas o semifocalizadas de apoyo específico a escuelas situados en zonas de mucha pobreza, consistente en equipamiento pedagógico, textos, entrenamiento ad hoc a los maestros, etc. Se conocen ejemplos interesantes en Europa, con consecuencias positivas. Pero se conocen menos ejemplos de fuera de Europa y de los cuales muchos países europeos tendrían también posibilidades de aprendizaje. Es el caso del Plan Social en Argentina (1993-99) que llegó a tener una cobertura de aproximadamente el 30% de las escuelas primarias; del Plan 900 escuelas de Chile (que luego fueron muchas más), que se inició a principios de los 90 y continúa, del programa Progreso en México, Escuela Nueva en Colombia y Bolsa Escola en Brasil y del plan actual de apoyo a liceos seleccionados en Uruguay. En este caso se agregó una compensación no despreciable en los sueldos, tratando de atraer a esos liceos profesores de alto nivel22. Una estrategia parecida de estímulos a los docentes que alcanzan logros importantes en el desempeño de sus alumnos se aplica en Chile a través de la modalidad de comparar los avances en las evaluaciones anuales de calidad de escuelas homogéneas en cuanto a la situación social de los alumnos y conceder un plus salarial a los docentes de las que mejoran más.
- Inclusión de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación desde la propuesta de interconectividad y de trabajos conjuntos entre alumnos, escuelas y grupos diferentes; es decir en asociación con una pedagogía de promoción de la solidaridad y de la equidad.
- De-construcción de los ghettos educativos, o escuelas cerradas a ciertos grupos de niños y jóvenes (a través de diversos mecanismos y criterios de reclutamiento), que no aceptan a los diferentes ni contribuyen al conocimiento de diferentes entre sí. Promoción de alternativas múltiples de diálogo, trabajo compartido, intercambio; en todos los niveles de los sistemas educativos, a todas las escalas, entre todas las culturas.
- Para la enseñanza media además del equipamiento en algunos países se han establecido programas de becas en los primeros años para estudiantes de bajos ingresos familiares de modo de mejorar la probabilidad de retención, que han tenido un razonable éxito.
- Con perspectivas de más largo plazo, en muchos países se ha hecho obligatorio el preescolar (niños de 5 e incluso 4 años), en el entendido de que esto es un factor relevante para mejorar la esperanza de escolarización y logros satisfactorios.
- En Europa diversos países han tomado iniciativas dirigidas a dar alternativas a los jóvenes que no han terminado su escolarización. Por ejemplo el Proyecto Ecoles de la Deuxième Chance ofrece en los países de la Unión una educación y una formación a los jóvenes que no tienen las competencias y calificaciones necesarias para obtener un empleo. En Francia el proyecto Nouvelle Chance intenta identificar a los jóvenes con problemas y ampliar la información disponible sobre el fracaso escolar. En Los Países Bajos hay programas regionales que intentan coordinar acciones para abatir el abandono prematuro del sistema educativo. En España hay programas orientados a dar una formación técnica a los jóvenes que no terminan la enseñanza media. Ahora bien, deben distinguirse aquellos programas como los mencionados, orientados a acciones complementarias para facilitar la inserción laboral cuando el joven ya ha abandonado el sistema educativo, de las políticas orientadas a identificar casos críticos antes de que eso ocurra y maximizar la probabilidad de retención.
Naturalmente el impacto de este tipo de políticas y de prácticas y la viabilidad de su implementación depende entre otras cosas de las tendencias del contexto social. Cuando aumenta fuertemente la desocupación y/o desciende abruptamente el nivel de ingresos de la población estos programas no podrían tener el efecto buscado por la necesidad del aumento de su cobertura hasta límites infinanciables. Pero, además, este tipo de políticas y de prácticas pueden contribuir a crear la viabilidad técnica para fortalecer la equidad educativa. Pero la viabilidad técnica no es suficiente. También se requieren decisiones sociales y políticas mucho más ligadas a la voluntad de promoverla en combinación con la convicción de su necesidad para la paz, la erradicación de la pobreza y otros objetivos que hacen a la ética del desarrollo internacional.
Extraído de
Panorama Internacional sobre Calidad y Equidad en la Educación
Cecilia Braslavsky
Gustavo Cosse
Congreso “Calidad, Equidad y Educación”
domingo, enero 27, 2013
sábado, enero 19, 2013
El escenario contemporáneo, riesgos y desafíos para la equidad y la calidad educativa.
Todos afirmamos estar a favor de “la calidad educativa”, aunque no esté claro a qué nos referimos, entonces ¿Cuáles son los obstáculos para ingresar a ese camino? ¿A partir de qué realidad debemos pensarla? ¿Qué sucede con las desigualdades sociales? ¿Y con los sistemas educativos? ¿Cuáles son los desafíos?
Tal como lo planteáramos en otras ocasiones, el mundo ha estado experimentando desde hace unos años un complejo proceso de cambios en la organización económica y en el mercado de bienes y servicios que normalmente se denomina globalización. En la base de este proceso se encuentra un desarrollo acelerado y permanente del conocimiento, expresado entre otras cosas en innovaciones técnicas que son rápidamente incorporadas a los procesos productivos, simultáneamente con un desarrollo también acelerado de las tecnologías informáticas y de su utilización. Estos cambios conllevan a su vez un incremento permanente de la velocidad de la circulación de información de todo tipo y la constitución mucho más expandida de un mercado internacional de trabajo, capitales y bienes materiales y culturales.
Ya desde hace algunos años se sostiene que este proceso implica cambios profundos en la estructura social en general y en los mecanismos de acceso a y de permanencia en los puestos de trabajo en las más diversas ocupaciones, así como en la organización del trabajo, en particular. Esto proceso, de amplias implicaciones en la vida de las sociedades y en el mercado laboral tiene entre otras las siguientes consecuencias.
- El cambio en el espectro de los trabajos formales existentes y su dualización entre trabajos en los cuales se introduce progreso técnico por un lado y otros muy rutinizados y mecanizados por otro;
- La rapidez de los cambios en los perfiles de las ocupaciones;
- La aceleración de los procesos de flexibilización laboral y la consecuente separación cada vez más intensa entre los trabajos formales y los no formales por un lado y entre trabajo protegido y no protegido por otro;
- La renovación continua de las habilidades y competencias necesarias para un desempeño exitoso en la inmensa mayoría de las ocupaciones;
- La creciente exigencia de un título secundario para ocupaciones de mediana y aun baja calificación.
A fines del siglo XIX los sistemas educativos se organizaron en base a dos ejes. El primero era la secuencia de niveles establecidos según la edad. El segundo, la jerarquización, derivada de la complejidad de los conocimientos y los procesos intelectuales requeridos para desempeñar posiciones laborales de mayor ingreso y prestigio. Se asumía además que, además de transmitir conocimientos, el sistema educativo cumplía un decisivo rol en el proceso de socialización en términos de la internacionalización de las pautas y valores dominantes y consensuales en la sociedad; esto es el sistema educativo formaba ciudadanos y eran el principal mecanismo de identificación nacional por encima de las identificaciones políticas y religiosas.
Por lo demás la generalización de la enseñanza primaria y la mucho más lenta expansión de la secundaria implicaron un avance democratizador, modernizador y secularizador, que constituyó también un mecanismo privilegiado de movilidad social ascendente, y por tanto, contribuyó decisivamente a la democracia social entendida como el avance en la igualdad de oportunidades. Este rol perduró muchas décadas y fue tan importante en Europa como en América Latina.
Este sistema educativo entró en crisis hace algunas décadas; no es posible desarrollar aquí en que consistió y cómo se generó la misma. A los efectos de esta presentación parece suficiente señalar sus siguientes aspectos.
- La misma expansión masiva del sistema (que en América Latina y en parte de Asia incluye ya en la mayor parte de los países a la enseñanza media, no así en Africa) implicó complejidades crecientes para el cumplimiento de los objetivos básicos, entre otras razones, porque fueron accediendo los sectores más pobres con un mucho menor nivel educativo y cultural familiar. Ello hizo entrar en contradicción una enseñanza estandarizada con un universo de alumnos cada vez más diferenciado; había muchos más alumnos que en décadas anteriores, pero el fracaso escolar aumentaba sin cesar aunque segmentadamente en términos del origen social de los alumnos. Y ese fracaso era mayor cuanto más alto era el nivel educativo.
- En segundo lugar, el sistema educativo no estaba preparado para proporcionar una formación que permitiera a los egresados un aprendizaje continuo de conocimientos, tecnologías, habilidades y competencias.
- En tercer lugar un creciente aumento de las desigualdades sociales -operado desde hace ya unas décadas en América Latina, estructural en Africa y que ha aumentado más recientemente en Europa aun en períodos de fuerte aumento del producto (CEPAL) fue incrustando en el sistema educativo mayores exigencias de todo tipo; desde la necesidad de políticas compensatorias –empezando por la alimentación en un amplio sector del alumnado de los países en desarrollo hasta estrategias pedagógicas diferentes para diferentes situaciones del mismo, pasando entre otras cosas por una redefinición de los objetivos mismos de la educación.
- A lo largo del siglo pasado, y especialmente desde la posguerra, la familia (y la sociedad) han experimentado cambios muy profundos mientras que la escuela ha permanecido casi igual. Las relaciones entre las generaciones dan mucho más margen de decisión a los jóvenes, la familia a tendido a nuclearizarse, la influencia de los contextos sociales sobre los adolescentes y jóvenes ha aumentado, etc. En la sociedad, especialmente en las últimas dos décadas, el trabajo se ha vuelto mucho más inestable, el acceso al mercado laboral, especialmente de los jóvenes, se ha hecho cada vez más difícil, los ciclos de ocupación desocupación, aun en personas con alta calificación se han hecho cada vez más frecuentes.
- Los dos conceptos básicos del sistema educativo que constituyeron uno de los principales ejes organizadores durante el siglo XX, secuencialidad y jerarquización (que ya fueron presentados) se desestructuraron. La evidencia de que había que seguir aprendiendo a lo largo de la vida laboral erosionó la idea de la secuencialidad. El avance en los niveles del sistema cada vez garantiza menos el acceso a puestos de trabajo acorde con la formación recibida e ingresos satisfactorios.
Este escenario generó una pérdida de eficacia de la educación y de satisfacción con ella que constituyen el núcleo de la problemática actual. Los mecanismos de socialización se han debilitado, la educación no puede dar una respuesta satisfactoria a la diversidad de situaciones en que se encuentra el alumnado y tiene serias dificultades para encontrar una vía uniforme para reformular los contenidos de la enseñanza según las exigencias del mundo laboral actual.
En definitiva, la crisis de los sistemas educativos -con sus matices y variantes nada triviales según los casos expresó, con sus propias especificidades, la crisis de un modelo de funcionamiento económico y social que fue cambiando hasta llegar a lo que hoy -a veces con cierta ambigüedad se denomina globalización; y este a su vez está cambiando los mecanismos y requerimientos del acceso al trabajo (y de la permanencia en el mismo) en prácticamente todo el sistema social, desde los obreros hasta los profesionales. Las consecuencias críticas de estos cambios son aun mucho más profundas en la relación del conocimiento y sus aplicaciones sociales.
Este escenario se ha hecho aun más complejo y difícil para el sistema educativo en los últimos años, por el permanente crecimiento de las demandas que desde la sociedad, el sistema político y los organismos internacionales se le formulan, las que exceden ampliamente los objetivos “clásicos”. Una enumeración para nada exhaustiva de estas demandas incluye los temas de la planificación familiar (en relación en un conjunto de países con altas tasas de natalidad), ecología y medio ambiente (para contribuir a la conservación ambiental), la formación para una ciudadanía responsable, educación cívica (para formar para la democracia), enseñar la prevención del SIDA, educar para la solidaridad, educar para seguir las normas de tránsito y otras, sin mucha evidencia empírica acerca de que cargar los curricula con este tipo de contenidos genere efectos positivos en las estructuras y procesos sociales y políticos. (Benavot).
Extraído de
Panorama Internacional sobre Calidad y Equidad en la Educacion
Cecilia Braslavsky
Gustavo Cosse
Congreso “Calidad, Equidad y Educación”
Tal como lo planteáramos en otras ocasiones, el mundo ha estado experimentando desde hace unos años un complejo proceso de cambios en la organización económica y en el mercado de bienes y servicios que normalmente se denomina globalización. En la base de este proceso se encuentra un desarrollo acelerado y permanente del conocimiento, expresado entre otras cosas en innovaciones técnicas que son rápidamente incorporadas a los procesos productivos, simultáneamente con un desarrollo también acelerado de las tecnologías informáticas y de su utilización. Estos cambios conllevan a su vez un incremento permanente de la velocidad de la circulación de información de todo tipo y la constitución mucho más expandida de un mercado internacional de trabajo, capitales y bienes materiales y culturales.
Ya desde hace algunos años se sostiene que este proceso implica cambios profundos en la estructura social en general y en los mecanismos de acceso a y de permanencia en los puestos de trabajo en las más diversas ocupaciones, así como en la organización del trabajo, en particular. Esto proceso, de amplias implicaciones en la vida de las sociedades y en el mercado laboral tiene entre otras las siguientes consecuencias.
- El cambio en el espectro de los trabajos formales existentes y su dualización entre trabajos en los cuales se introduce progreso técnico por un lado y otros muy rutinizados y mecanizados por otro;
- La rapidez de los cambios en los perfiles de las ocupaciones;
- La aceleración de los procesos de flexibilización laboral y la consecuente separación cada vez más intensa entre los trabajos formales y los no formales por un lado y entre trabajo protegido y no protegido por otro;
- La renovación continua de las habilidades y competencias necesarias para un desempeño exitoso en la inmensa mayoría de las ocupaciones;
- La creciente exigencia de un título secundario para ocupaciones de mediana y aun baja calificación.
A fines del siglo XIX los sistemas educativos se organizaron en base a dos ejes. El primero era la secuencia de niveles establecidos según la edad. El segundo, la jerarquización, derivada de la complejidad de los conocimientos y los procesos intelectuales requeridos para desempeñar posiciones laborales de mayor ingreso y prestigio. Se asumía además que, además de transmitir conocimientos, el sistema educativo cumplía un decisivo rol en el proceso de socialización en términos de la internacionalización de las pautas y valores dominantes y consensuales en la sociedad; esto es el sistema educativo formaba ciudadanos y eran el principal mecanismo de identificación nacional por encima de las identificaciones políticas y religiosas.
Por lo demás la generalización de la enseñanza primaria y la mucho más lenta expansión de la secundaria implicaron un avance democratizador, modernizador y secularizador, que constituyó también un mecanismo privilegiado de movilidad social ascendente, y por tanto, contribuyó decisivamente a la democracia social entendida como el avance en la igualdad de oportunidades. Este rol perduró muchas décadas y fue tan importante en Europa como en América Latina.
Este sistema educativo entró en crisis hace algunas décadas; no es posible desarrollar aquí en que consistió y cómo se generó la misma. A los efectos de esta presentación parece suficiente señalar sus siguientes aspectos.
- La misma expansión masiva del sistema (que en América Latina y en parte de Asia incluye ya en la mayor parte de los países a la enseñanza media, no así en Africa) implicó complejidades crecientes para el cumplimiento de los objetivos básicos, entre otras razones, porque fueron accediendo los sectores más pobres con un mucho menor nivel educativo y cultural familiar. Ello hizo entrar en contradicción una enseñanza estandarizada con un universo de alumnos cada vez más diferenciado; había muchos más alumnos que en décadas anteriores, pero el fracaso escolar aumentaba sin cesar aunque segmentadamente en términos del origen social de los alumnos. Y ese fracaso era mayor cuanto más alto era el nivel educativo.
- En segundo lugar, el sistema educativo no estaba preparado para proporcionar una formación que permitiera a los egresados un aprendizaje continuo de conocimientos, tecnologías, habilidades y competencias.
- En tercer lugar un creciente aumento de las desigualdades sociales -operado desde hace ya unas décadas en América Latina, estructural en Africa y que ha aumentado más recientemente en Europa aun en períodos de fuerte aumento del producto (CEPAL) fue incrustando en el sistema educativo mayores exigencias de todo tipo; desde la necesidad de políticas compensatorias –empezando por la alimentación en un amplio sector del alumnado de los países en desarrollo hasta estrategias pedagógicas diferentes para diferentes situaciones del mismo, pasando entre otras cosas por una redefinición de los objetivos mismos de la educación.
- A lo largo del siglo pasado, y especialmente desde la posguerra, la familia (y la sociedad) han experimentado cambios muy profundos mientras que la escuela ha permanecido casi igual. Las relaciones entre las generaciones dan mucho más margen de decisión a los jóvenes, la familia a tendido a nuclearizarse, la influencia de los contextos sociales sobre los adolescentes y jóvenes ha aumentado, etc. En la sociedad, especialmente en las últimas dos décadas, el trabajo se ha vuelto mucho más inestable, el acceso al mercado laboral, especialmente de los jóvenes, se ha hecho cada vez más difícil, los ciclos de ocupación desocupación, aun en personas con alta calificación se han hecho cada vez más frecuentes.
- Los dos conceptos básicos del sistema educativo que constituyeron uno de los principales ejes organizadores durante el siglo XX, secuencialidad y jerarquización (que ya fueron presentados) se desestructuraron. La evidencia de que había que seguir aprendiendo a lo largo de la vida laboral erosionó la idea de la secuencialidad. El avance en los niveles del sistema cada vez garantiza menos el acceso a puestos de trabajo acorde con la formación recibida e ingresos satisfactorios.
Este escenario generó una pérdida de eficacia de la educación y de satisfacción con ella que constituyen el núcleo de la problemática actual. Los mecanismos de socialización se han debilitado, la educación no puede dar una respuesta satisfactoria a la diversidad de situaciones en que se encuentra el alumnado y tiene serias dificultades para encontrar una vía uniforme para reformular los contenidos de la enseñanza según las exigencias del mundo laboral actual.
En definitiva, la crisis de los sistemas educativos -con sus matices y variantes nada triviales según los casos expresó, con sus propias especificidades, la crisis de un modelo de funcionamiento económico y social que fue cambiando hasta llegar a lo que hoy -a veces con cierta ambigüedad se denomina globalización; y este a su vez está cambiando los mecanismos y requerimientos del acceso al trabajo (y de la permanencia en el mismo) en prácticamente todo el sistema social, desde los obreros hasta los profesionales. Las consecuencias críticas de estos cambios son aun mucho más profundas en la relación del conocimiento y sus aplicaciones sociales.
Este escenario se ha hecho aun más complejo y difícil para el sistema educativo en los últimos años, por el permanente crecimiento de las demandas que desde la sociedad, el sistema político y los organismos internacionales se le formulan, las que exceden ampliamente los objetivos “clásicos”. Una enumeración para nada exhaustiva de estas demandas incluye los temas de la planificación familiar (en relación en un conjunto de países con altas tasas de natalidad), ecología y medio ambiente (para contribuir a la conservación ambiental), la formación para una ciudadanía responsable, educación cívica (para formar para la democracia), enseñar la prevención del SIDA, educar para la solidaridad, educar para seguir las normas de tránsito y otras, sin mucha evidencia empírica acerca de que cargar los curricula con este tipo de contenidos genere efectos positivos en las estructuras y procesos sociales y políticos. (Benavot).
Extraído de
Panorama Internacional sobre Calidad y Equidad en la Educacion
Cecilia Braslavsky
Gustavo Cosse
Congreso “Calidad, Equidad y Educación”
domingo, enero 13, 2013
Ciudadanía colaborativa, pluralismo y educación
Las utopías tienen vigencia ¿Aspiramos a una democracia plena? La formación en
ciudadanía debe ser una de las mayores preocupaciones de los sistemas
educativos de este siglo. Se trata de llevar a cabo acciones que preparen a las
personas a mantener actitudes emprendedoras y transformadoras de la realidad
que nos toca vivir.
Las vías de aprendizaje son la práctica, la observación, y
la reflexión y construcción personal, las situaciones que comporten
colaboración y participación de calidad, así como que favorezcan comprensión
crítica de nuestro mundo mediante la observación y la reflexión personal, serán
factores de aprendizaje ético y ciudadano.
Por tanto, es importante incidir, tanto desde los ámbitos de
educación formal como desde los no formales e informales, en la promoción de
competencias que favorezcan construcción colaborativa del conocimiento,
argumentación de calidad sobre cuestiones social y éticamente controvertidas,
participación y actitudes proactivas, emprendedoras y transformadoras. Por
ello, y para finalizar, me voy a referir a cuatro cuestiones que por supuesto
tan solo apunto, ya que requerirían un análisis más pormenorizado.
Es difícil avanzar hacia un modelo de ciudadanía como el
propuesto sin una ciudadanía bien atendida en sus necesidades básicas. La
sostenibilidad personal, familiar y laboral son condiciones para la
sostenibilidad comunitaria y la construcción de ciudadanía. No es posible
alcanzar los logros propios de una ciudadanía activa, colaborativa y
participativa solo formulando propuestas pedagógicas y declaraciones de buenos
objetivos. Son necesarias políticas públicas que garanticen una vida digna para
toda la población y, en especial, políticas en materia de infancia, familia y
salud que hagan realidad más equidad y más inclusión en los países de nuestra
comunidad iberoamericana.
En segundo lugar, debemos ser capaces de superar el nivel
declarativo sobre lo que debemos promover y hacer en relación con la formación
en ciudadanía, y situarnos en un nivel propositivo. Esta ha sido nuestra intención,
al proponer entornos de aprendizaje colaborativos y espacios para el
aprendizaje de una participación de calidad. En este sentido, conviene que en
especial la escuela y el profesorado aborden su tarea también en clave
colaborativa y participativa.
En tercer lugar, no debemos suponer que solo con propuestas
procedimentales sobre la educación podamos lograr los objetivos que nos
proponemos. No es posible construcción colaborativa de conocimiento ni
participación de calidad sin información y formación sobre los contenidos y
proyectos en torno a los cuales gira la colaboración y la participación. Es
necesario profundizar en el conocimiento y en la comprensión crítica de nuestro
mundo. La educación en sus diferentes ámbitos, y en especial en el ámbito formal
e institucional de la escuela y de las instituciones de educación superior,
debe proporcionar las claves para comprender este mundo, que es un mundo
complejo. El rigor y la densidad cultural deben estar presentes en el discurso
escolar y, por supuesto, en el de las instituciones de educación superior. Solo
es posible una ciudadanía activa en nuestras sociedades democráticas y en
nuestro mundo globalizado si esta es una ciudadanía informada y formada.
Y por último, conviene abordar la formación ciudadana
implicándose en la
comunidad. En este sentido, las experiencias de
aprendizaje-servicio, que combinan aprendizaje de contenidos académicos con
prestación de servicios a la comunidad, mediante acciones relacionadas con los
aprendizajes de la escuela que contribuyen a la mejora de la calidad de vida en
el territorio, suponen un buen modelo de educación en la práctica, de aprender
ciudadanía haciendo ciudadanía colaborativa y participativa.
Extraído de
Educación y ciudadanía en sociedades democráticas: hacia una
ciudadanía colaborativaMiquel Martínez Martín
En
EDUCACIÓN, VALORES Y CIUDADANÍA
Bernardo Toro y Alicia TalloneCoordinadores
Etiquetas:
ciudadanía
,
colaborativa
,
pluralismo
viernes, enero 04, 2013
Tesis para la formación política del ciudadano
¿Qué
pretendemos de las escuelas al buscar Calidad Educativa? Ella puede ser utilizada para mejorar la
democracia, o para legitimar la existente. La democracia plena requiere
ciudadanos ¿Qué significado le damos a todo esto? ¿Cuál es el rol de la ética y
la participación? ¿Qué rol deben asumir las organizaciones?
Una
organización es tanto más útil para la sociedad en la medida en que genera más
intercambios que agregan valor (transacciones) con otras organizaciones o con
las personas en su vida diaria.
Las
organizaciones generan más transacciones útiles y fáciles cuando tienen reglas
bien definidas para interactuar, entre sí o con las personas. Limitan adecuadamente
la libertad.
Por
el contrario, cuando las organizaciones y las instituciones tienen reglas que
son ambiguas o contradictorias, los intercambios son lentos y costosos en
tiempo y dinero.
Cuantos
más intercambios (transacciones) útiles generen las organizaciones, la sociedad
es más dinámica y produce más riqueza.
La
participación ciudadana crece cuando las personas pueden hacer más
transacciones útiles, ya sean económicas, políticas, sociales o culturales. La
burocracia, en sentido negativo, ocurre cuando las organizaciones y las
instituciones vuelven las transacciones lentas y costosas. Por tanto,
disminuyen la participación del ciudadano.
Otra
forma de ver las instituciones es definirlas como ordenamientos o reglas
orientados a solucionar continuamente un problema,
prevenir
continuamente un problema,
conservar
en el tiempo la solución a un problema.
Tesis 5: la
solidaridad, el cuidado y la compasión son los nuevos valores emergentes de la
participación democrática para el siglo XXI
La solidaridad, entendida como la capacidad de trabajar colectivamente para lograr metas y objetivos que benefician a otros.
Tesis para la formación política del ciudadano
Bernardo Toro
En
EDUCACIÓN, VALORES Y CIUDADANÍA
Bernardo Toro y Alicia Tallone
Coordinadores
Tesis básica: los principios y valores democráticos y la
participación logran su expresión y aplicación a través de la organización.
Poder
participar en la sociedad exige estar organizado. Sin organización no hay
participación y es en la organización en donde se practican los valores y se
aplican los principios. Estos principios y valores delimitan las
características de las organizaciones democráticas y orientan sus actuaciones.
Tesis 1: ser
ciudadano es tener un proyecto ético y de participación.
Si aceptamos que
un ciudadano es una persona que es capaz, en cooperación con otros, de crear,
modificar o conserva el orden social que ella misma quiere vivir y proteger
para hacer posible la dignidad de todos, es fácil entender que la ciudadanía
conlleva en sí misma un proyecto ético: hacer posible la dignidad humana, es
decir, hacer posible los derechos humanos.
Ser ciudadano
implica entender que el orden de la sociedad (las leyes, las costumbres, las
instituciones, las tradiciones, etc.) no es natural. El orden social es un
invento, una creación hecha por los hombres y las mujeres de la misma sociedad.
Y entender que, si ese orden no produce dignidad, se puede transformar o crear uno
nuevo, en cooperación con otros.
Lo que me
hace ciudadano es poder ser actor social, poder participar, poder modificar o
crear órdenes sociales: poder crear o transformar los sistemas de transacciones
sociales, económicas, políticas y culturales. Es a través de las transacciones
como una sociedad crea, cuida o destruye valor (físico o simbólico). Son los
diferentes tipos de transacciones las que vuelven reales e históricos los
derechos y deberes de los ciudadanos en una sociedad. “Dime qué transacciones
puedes hacer y yo te digo qué tipo de ciudadano eres”. Participar es poder hacer
y crear transacciones en función de intereses, individuales o colectivos,
orientados por el proyecto ético de dignidad humana. Aquí se entiende por
dignidad humana trabajar para crear organizaciones y transacciones que hacen
posibles los derechos humanos.
Tesis 2: es
a través de la organización como yo puedo ser actor social, como puedo
participar, como puedo hacer transacciones.
Siguiendo a D.
North, podemos decir que las organizaciones son reglas de juego en una sociedad
o, más formalmente, son limitaciones ideadas por los hombres y las mujeres y
que dan forma a la interacción humana. Por consiguiente estructuran incentivos
de intercambio humano, sea político, social o económico.
Cuando
queremos saludar a los amigos, comprar naranjas, hacer préstamos, enterrar a
los muertos… sabemos cómo hacerlo. Esas reglas o limitaciones que hemos
acordado, nos dicen y nos orientan sobre cómo hacer esos intercambios
(transacciones) de una forma segura y productiva.
Las
organizaciones y las instituciones nos ayudan a reducir la incertidumbre,
porque proporcionan una estructura a la vida cotidiana. Constituyen una guía
para la interacción humana. Las instituciones definen y limitan el conjunto de
comportamientos de los individuos. Estas limitaciones dan forma a la
interacción humana. Hasta aquí D. North.
De esto se deducen
varias implicaciones:
Desde este
punto de vista, es la comprensión o evolución de los problemas lo que determina
y orienta los ordenamientos institucionales útiles para la sociedad.
Si el
problema evoluciona o desaparece en la sociedad, las instituciones deben
evolucionar o desaparecer (con la invención del automóvil, el caballo dejó de
ser relevante para el transporte… fueron desapareciendo las herrerías y apareciendo
los talleres).
La burocracia
surge cuando la organización institucional pierde de vista el problema social
que le dio origen y se dedica a proteger la institución por la institución.
Según Toro,
las personas se hacen sujetos sociales y políticos al generar organización,
porque crear organización requiere:
a) Delimitar una
identidad que la diferencie y la identifique dentro del todo social. Esto
implica aceptar reconocerse como distinto y poder reconocer a los otros en su
diferencia.
b) Crear reglas de
inclusión (quiénes pueden pertenecer) y de exclusión (quiénes no pueden
pertenecer). Esto implica aceptar reglas internas y externas, entender y
obligarse a comportamientos específicos frente a otros y ante sí mismo.
c) Definir formas
y normas de articulación, rearticulación y desarticulación con otras
organizaciones, para establecer convenios, contratos, intercambios y
concertaciones.
d) Aprender a
hacer planes y proyectos para garantizar la supervivencia y la proyección de la organización. Esto
implica aprender a diseñar futuros sociales (con los otros), a cuidarlos y a
defenderlos.
e) Y, quizá lo más
importante, se requiere aprender a buscar el reconocimiento en el “todo
general”, es decir, en el Estado. Esto implica aprender que el Estado debe
reflejar la organización de la sociedad a la que pertenece y que debe estar
cerca de ella.
La creación y
el desarrollo de las organizaciones son, al mismo tiempo, factor pedagógico
para la formación de ciudadanía y el fortalecimiento de la democracia, porque
aumentan el tejido social. Y a través de las organizaciones las personas pueden
negociar y establecer su futuro… Y poder definir el futuro es la máxima
expresión de autonomía, es decir, de ciudadanía.
Tesis 3: la
organización genera la autorregulación, la protección de los derechos
ciudadanos y la gobernabilidad.
Las mayores o
menores posibilidades de actuación ciudadana (ser actor social) están
relacionadas con el número de organizaciones a las que pertenece activamente
una persona, al número de contratos sociales que tenga constituidos. A mayor
numero de contratos más incidencia social y pública porque puede hacer más
transacciones.
Por eso
podemos decir que uno de los indicadores de pobreza es no estar organizado. Una
persona que no esta organizada, es posible excluirla, tiene dificultades para
demandar sus derechos, es vulnerable social y políticamente. El primer paso
para superar la pobreza es organizarse, ya sea vinculándose a una organización
o creando una organización.
Cuando una
persona pertenece a múltiples organizaciones (de todo tipo), tiene una mayor
protección de sus derechos. Si alguien pretende violarle un derecho a dicha
persona, ella puede activar toda su red de organizaciones para ser protegida.
Pero, al mismo tiempo, esta persona tiene una mayor autorregulación social y
política, porque, si no respeta los diferentes contratos que tiene, la red de
organizaciones la excluye.
Saber
organizarse, saber asociarse es la ciencia maestra de una sociedad, porque la
asociación oganizada produce autorregulación en la sociedad y permite más
fácilmente la protección de los derechos.
Si entendemos
la gobernabilidad como la capacidad de una sociedad para darse orden a sí misma
a través de las instituciones que ella misma crea y fortalece, es fácil deducir
que esta gobernabilidad está relacionada con el número y calidad de
organizaciones a las que pertenecen los ciudadanos. Si todos los ciudadanos
están organizados, es mayor la autorregulación social y los derechos del
conjunto están mejor protegidos, tendrán mejores condiciones para ejercer su
ciudadanía y hacer control administrativo y político a las instituciones y
gobernantes públicos.
Tesis 4: en
las democracias lo público se construye desde la sociedad civil y en esta
construcción se reflejan los principales valores ciudadanos.
Aquí se define lo
público como aquellos bienes, servicios y transacciones que convienen a todos
de la misma manera para su dignidad. Desde una visión ética, una sociedad es
tanto más equitativa cuanto más bienes públicos pueda construir y gestionar. La
calidad ética y abundancia de los bienes públicos son un indicador del grado de
desarrollo de la participación y valores ciudadanos en una sociedad.
Es frecuente
confundir los bienes públicos con los bienes estatales o suponer que un bien es
público porque es estatal. Un bien es público porque conviene a todos de la
misma manera: si ese bien, que debiera ser igual para todos, provee a unos de
una calidad y a otros de otra, no es público, provéalo quien lo provea. Por
ejemplo, en los países latinoamericanos se acepta como normal la existencia de
una educación de dos calidades: una educación privada, que se estima de mejor
calidad que la educación fiscal o del Estado. Si la educación es un bien
público, debe ser de igual calidad para todos, independientemente de quien
ofrezca el servicio (Estado o privado). Aceptar y favorecer la existencia de
una educación de dos calidades es negar el carácter público de la educación. Poniendo
esto en términos de imágenes, la educación es pública cuando el hijo de la
señora que trabaja en la casa de un gran empresario va a la misma escuela que
va el hijo del empresario… sea la escuela estatal o privada.
El producto
máximo de la actuación política del ciudadano en la democracia es la creación y
fortalecimiento de los bienes públicos, porque son ellos los que fundamentan la
equidad en una sociedad. Por eso es importante que en los procesos de formación
para la participación democrática se aprenda a conocer y a saber producir los
bienes públicos esenciales (los que hacen posible la dignidad humana): el
Estado, la ley, el presupuesto público, los servicios públicos básicos (agua,
luz, alcantarillado), la educación, la posibilidad de generar ingresos, la
salud, la vivienda, el transporte, la información pública, las comunicaciones,
la libertad de pensamiento y de conciencia… y que se entienda que es la
sociedad civil organizada la que le da validez y sustentabilidad a todos los
bienes públicos.
Los bienes
públicos para su existencia y gestión requieren:
La solidaridad, entendida como la capacidad de trabajar colectivamente para lograr metas y objetivos que benefician a otros.
El cuidado de
sí mismo, de los otros y del planeta, como la nueva categoría emergente para la sostenibilidad. El
cuidado no es una opción, aprendemos a cuidar o perecemos.
Cuando amamos cuidamos y cuando cuidamos
amamos […], el cuidado constituye la categoría central del nuevo paradigma de
civilización que trata de emerger en todo el mundo [...]. El cuidado asume una
doble función de prevención de daños futuros y regeneración de daños pasados (Leonardo Boff).
La compasión,
entendida como la capacidad de prevenir, evitar o disminuir el dolor en los
otros y en nosotros.
Las fuerzas
impulsoras del cambio (la demografía, la economía, los conflictos sociales, la
cultura, la tecnología y el medio ambiente) demandan hoy una nueva
gobernabilidad y, por tanto, un ciudadano con nuevos valores personales y
políticos: los derechos humanos como norte ético compartido, la autorregulación
personal y colectiva (autonomía ética), la solidaridad, el cuidado, el respeto
al otro como legitimo y diferente, dialógico y trascendente. Es el desafío de
la educación, de los partidos y movimientos políticos y de las industrias
culturales.
Extraído de
Participación y valores ciudadanosTesis para la formación política del ciudadano
Bernardo Toro
En
EDUCACIÓN, VALORES Y CIUDADANÍA
Bernardo Toro y Alicia Tallone
Coordinadores
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