Una buena
educación es aquella en la que todos los alumnos pueden aprender y en la que se
prioriza la enseñanza, el acto de la transmisión. Es en ese acto en el que una
generación pasa un legado a otra. La finalidad es habilitar el acceso a todos
los signos disponibles de la sociedad sin restricción y promover la curiosidad
y el deseo de aprender.
Además de
la transmisión, una buena educación debe promover justicia educacional; lo que
significa, básicamente, la capacidad de garantizar una distribución del bien
social educación que redunde en una mejora en la posición de todos los miembros
de la sociedad, en particular la de sus sectores más postergados.
En un buen
sistema educativo las diferencias socioeconómicas desaparecen o se achican y
las brechas en los resultados educativos no reflejan las brechas sociales.
En la
Argentina en general, y en la Provincia de Buenos Aires en particular, esto no
sucede: el nivel educativo está atado no sólo al origen social del alumno sino
a la escuela a la que asiste. La segmentación del sistema es un factor decisivo
que dificulta el logro de este objetivo fundamental.
En los
últimos años, la política educativa se focalizó en estrategias fragmentadas en
lugar de promover estrategias sistémicas e integradas.
Se
privilegió la mera incorporación de tecnologías en lugar de ver cómo éstas
pueden ser medios para apoyar y transformar los procesos de enseñanza y de
aprendizaje.
Se
apuntaló a la capacidad individual del docente en lugar de entender que la
enseñanza es un trabajo en equipo. Se incorporó en la agenda educativa la
evaluación más como un mecanismo de rendición de cuentas y de medición de
resultados que la oportunidad de comprender como la misma es parte de un
proceso que proporciona información para el armado de un plan de mejora. Uno
que contemple la situación particular de cada escuela y que permita elevar la
calidad de la educación conociendo cual es su punto de partida.
La clave
de la mejora de la educación está en la construcción de capacidades nuevas en
los estudiantes, en los docentes, en las escuelas y sus matrices organizativas.
Éste es
nuestro desafío.
Por: Alejandro Finocchiaro.
Fuente: http://www.clarin.com/sociedad/promover-curiosidad-deseo-aprender_0_1645635569.html
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