martes, septiembre 29, 2015

La importancia de Aprender a Convivir

Desde este blog sostenemos que “Calidad Educativa” incluye también al aprendizaje de la convivencia ¿Por qué es tan importante aprender a convivir? ¿Qué caracteriza al nuevo capitalismo? ¿Vivir juntos es una consecuencia “natural”? ¿Qué diferencias han entre pensamiento “único” y “hegemónico”?



Quisiera comenzar este artículo aclarando que la utilización del término “notas” en el título responde tanto a su forma como a su contenido. Estamos en un momento donde es necesario introducir una cuota significativa de prudencia en los análisis de problemas abiertos que, probablemente, admitan más de una respuesta. La necesidad de prudencia tiene que ver con la incertidumbre que provoca el desarrollo de los procesos sociales contemporáneos, acentuado a partir de los acontecimientos del 11 de septiembre. Pero si bien lo sucedido ese día obliga a revisar nuestros análisis de los procesos sociales, también nos obliga a adoptar mucha más seguridad y firmeza con respecto al carácter no negociable de ciertos valores y principios. Uno de los pilares de la educación del siglo XXI –“aprender  a vivir juntos”–   ya no puede ser mantenido en el terreno de los discursos "blandos", de adhesión meramente retórica.  Es preciso asumir que aprender (y, por lo tanto, enseñar) a vivir juntos, es tan importante como aprender a trabajar, a razonar, a experimentar o a emprender. 

La escasa vocación hegemónica del nuevo capitalismo
En el capitalismo industrial, parafraseando a Durkheim, existía un alto nivel de “solidaridad orgánica”. Más allá de la discusión acerca del organicismo en el análisis del orden social, lo cierto es que el capitalismo industrial era un capitalismo inclusivo que establecía vínculos entre todos los sectores sociales a través de relaciones de explotación y de dominación. El nuevo capitalismo, en cambio, genera fenómenos de exclusión, que se definen, precisamente, por la mayor precariedad, la ausencia o la ruptura de los vínculos. En este nuevo capitalismo, en consecuencia, vivir juntos no es una consecuencia “natural” del orden social. Vivir juntos sólo puede ser el producto de una decisión política, voluntaria, consciente, específicamente humana. Esta es una de las razones por las cuales, actualmente, las ciencias sociales tienden a asumir posiciones que ponen de manifiesto un fuerte resurgimiento del humanismo y de la filosofía social, frente a los paradigmas tradicionales del determinismo estructural.

El carácter inclusivo del capitalismo industrial implicaba la necesidad de postular un pensamiento hegemónico. La fuerte potencialidad excluyente del nuevo capitalismo, en cambio, debilita su vocación hegemónica. Esta afirmación puede resultar extraña cuando se habla tanto de “pensamiento único” y de ausencia de alternativas al modelo capitalista neoliberal. Sin embargo, es preciso no confundir pensamiento único con pensamiento hegemónico. El “pensamiento” neoliberal puede ser percibido como único porque hasta ahora no enfrenta alternativas, pero para ser  hegemónico tiene que convencer y ser capaz de generar adhesión. 

La debilidad de la vocación hegemónica del nuevo capitalismo está asociada a los nuevos patrones de funcionamiento de las instituciones responsables de la producción y la distribución de bienes culturales. En el capitalismo industrial, la cultura se basaba en instituciones que funcionaban sobre la base de la lógica de la oferta. La escuela –y  también la TV general– estaban basadas en ofrecer a todos un mismo producto y esta oferta tenía, por eso, un fuerte poder homogeneizador. En esta lógica y en este poder se expresaba la voluntad hegemónica de los sectores dominantes. Los nuevos mecanismos culturales, en cambio, se basan mucho más en la lógica de la demanda. Internet, la TV por cable (y la escuela basada en los mecanismos de responder a las demandas del “alumno-cliente”), invierten el esquema existente en el capitalismo industrial y, en ese sentido, expresan la escasa vocación hegemónica del nuevo capitalismo.

En esta discusión, es oportuno retomar algunas de las hipótesis de Dominique Wolton  acerca de las nuevas tecnologías de la información y, en particular, de Internet. Wolton nos advierte que poner el centro de la dinámica cultural en la demanda de los usuarios no es, necesariamente, un mecanismo más democrático que el basado en el control de la oferta. Para formular una demanda es necesario dominar los códigos de acceso al mundo. Al contrario de lo que sostiene el discurso actualmente dominante, la emancipación, el desarrollo personal, la libertad, pasan primero por la oferta, pues es ella la que permite constituir los marcos de referencia a partir de los cuales se podrá expresar, ulteriormente, la demanda. Wolton nos recuerda que uno de los efectos más importantes de la dominación sociocultural consiste, precisamente, en no pedir más que lo que uno ya tiene. La simple adecuación a la demanda, en última instancia, implica reforzar la dominación.

Una de las preguntas más importantes acerca de los actuales procesos de transformación social se refiere al carácter transitorio o permanente de algunos de sus rasgos más importantes. Esta pregunta tiene particular importancia cuando la referimos a la vocación hegemónica del sistema social capitalista globalizado. ¿Se trata de un fenómeno transitorio o, al contrario, en algún momento este nuevo capitalismo adoptará una configuración más estable y pretenderá perpetuarse a través de procesos clásicos de transmisión cultural? El libro reciente de M. Hardt y A. Negri  plantea la hipótesis según la cual estaríamos ante un proceso de construcción de un nuevo orden social de carácter “imperial”. De acuerdo a estos autores, ya se estarían conformando los elementos propios de una estructura consolidada, capaz de ejercer una función hegemónica y de recrear procesos de transmisión cultural regulada. Sin embargo, aun en estos análisis aparece la idea de que este "imperio" es decadente y que nace y se presenta a sí mismo como crisis y como un imperio de la corrupción. Los sucesos del 11 de septiembre han agudizado esta tensión y han puesto de relieve la relevancia de las opciones que estamos enfrentando: vivir juntos o entrar en la lógica fundamentalista donde el diferente es el enemigo. 


Extraído de:
Educación y hegemonía en el nuevo capitalismo: algunas notas e hipótesis de trabajo

Juan Carlos Tedesco  
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