miércoles, mayo 21, 2014

Análisis del cambio en la organización educativa


Existe unanimidad sobre la necesidad de ingresar en el camino de la Calidad Educativa, así como la de generar cambios en la organización educativa. En esta publicación expongo un análisis sobre los cambios en estas instituciones


Nos centraremos en el análisis micro-político que observa la organización como un lugar negociador en proceso constante y que tiene una visión estructurante y socialmente enraizada en redes y rutinas. Estas temáticas forman parte de investigaciones muy asentadas desde hace más de tres décadas. Esta perspectiva se centra en la relación entre el nivel político, el cambio y la comunicación. La cultura de la organización es un espacio no carente de conflictos, en el que conviven diferentes interpretaciones y formas de manejar la situación. Puede haber subgrupos que informen positiva o negativamente de cosas. Por tanto, se observa la interpretación de redes como una parte conflictiva de la vida cultural de una organización que responde al reconocimiento de la diversidad interna. A esto se denomina tradicionalmente la parte caliente de una organización. Esta complejidad interna por tanto tiene que intentarse reducir y reconducir, lo cual tiene que ver con el estudio del liderazgo en la organización y contemplar más el juego de las influencias que se desarrollan habitualmente de manera informal, que el desempeño formal de la autoridad. Hemos hablado ya de conflicto y turbulencia y se puede aplicar a las organizaciones. El conflicto no es una patología a suprimir sino que es una situación que se debe gestionar y traducir en oportunidad de mejora. Si existen discrepancias e implicaciones y compromisos diversos, existe mayor incertidumbre tanto en resultados como en beneficios y  por tanto las comunicaciones a través de las redes de la organización, son una clave en la micro - política.

La gestión del conocimiento y de la comunicación son dos procesos interdependientes en las organizaciones. La información y su transmisión (que pueden proceder de un nuevo conocimiento o idea), son aspectos fundamentales para crear o reorientar procesos de adaptación que hagan posible que las organizaciones se adapten a su entorno o den respuestas a las demandas.
1) En cuanto a la comunicación, las formas de comunicación que se pueden dar en la organización pueden ser (Terrén):
a) Interpersonal:
·      Interna: Reuniones, comisiones, etc.
·      Externa: Tutoría con los alumnos o familias; reuniones don la administración o con delegados sindicales, etc.
Ambas son de tipo formal.

Existe otro tipo de comunicación que es de gran importancia, y se refiere a todas las informaciones que de forma informal se producen a nivel interno (conversaciones en pasillos, salas de profesores, patio, entradas); o a nivel externo (conversaciones con miembros de otros centros, con autoridades administrativas, padres).
b) Mediada:
·      Interna: circulares, informes, comunicaciones
·      Externa: publicidad, folletos, webs

Las organizaciones escolares son estructuras dinámicas que pueden aprender y adaptarse a cambios a través de procesos como:
-          El liderazgo
-          La cultura colaborativa
-          El clima abierto
-          La toma de decisiones descentralizada

Todo ello se produce gracias a la activación de las redes de comunicación interna.

2) En cuanto al conocimiento no podemos decir que es la suma de conocimientos individuales que deben ser conocidos por otros y coordinados (es decir gestionados), para que exista una estrategia colectiva. Para que exista un proyecto de ese conocimiento, debe existir una motivación que sea comunitaria, y a más colaboración y cooperación, los beneficios serán percibidos más positivamente.

Las organizaciones que destacan son las que fomentan nuevas y abiertas formas de pensar y que animan a que las personas aprendan a aprender conjuntamente. Pero para adaptarse a la incertidumbre y motivar un cambio creativo (y no reactivo), esa capacidad de colaboración debe ser un compromiso. Así que esa organización se convierte en una organización que a la vez es una comunidad.

En las organizaciones o en sus órganos, puede darse una balcanización o una estructura patológica de interacciones que promovería posiciones contrarias o resistentes al cambio o a la mejora y que hace difícil la adaptación del centro a nuevas complejidades, que puede requerir su entorno.

Hargreaves describe la balcanización, como la situación que se produce cuando en una organización se genera una conflictividad latente, o callada que bloquea la construcción positiva. Para que el cambio se ajuste a las inquietudes y condiciones del contexto, según el autor, hay que tener muy en cuenta tanto los deseos de cambio como los de estabilidad del profesorado.
Podemos encontrar actitudes de rechazo a los cambios en:

·      Consideraciones de la transformación con intención de mejora como repetitivas.
·      Pensamientos de que tienen poca importancia para el trabajo del aula
·      Que son solo modas intelectuales o estrategias políticas, que desconocen en realidad el mundo de la escuela.
·      Que suponen un aumento de exigencias profesionales que no tienen reconocimiento.
·      Situaciones en las que hay que beneficiarse de lo que los demás comparten, sin esforzarse personalmente.

Todas estas razones hacen rechazar los cambios. Por tanto hay que estar atentos a estas actitudes y no imponer proyectos sin negociar o acompasar diferentes ritmos en la adaptación.

La escuela es un espacio de comunicación y esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de buscar propuestas que refuercen la actitud colaborativa y que favorezcan las redes internas. La cultura, como hemos visto, es la vida de la organización de una escuela.

Dos aspectos de interés en momentos de cambio serían: la forma de dirigirse al público y la preocupación por las relaciones humanas.
Otros aspectos serían:
·      Potenciar el diálogo
·      Trabajar el orgullo profesional y el sentimiento de pertenencia
·      Relajar situaciones límites y renovar la imagen de la organización.

Una escasez de información, dificulta la adaptación al cambio y produce falta de confianza, imprescindibles para generar interacciones críticas y conflictivas, pero constructivas.

La identificación con el proyecto es necesaria (y esto no se produce si no hay comunicación). Los aspectos que configuran la adaptación y disposición al cambio son:

a) La comunicación como herramienta esencial para el liderazgo.
b) Un clima de cooperación para la consecución de objetivos.
c) Elaboración y difusión de una imagen de la organización.
d) Fluidez en la información tanto de dentro a fuera como en el interior de la organización
Por tanto la comunicación (su tipo y estrategia), es un elemento que contribuye a integrar a los individuos y adaptarse a la situación de cambio o turbulencia.

No es por tanto tan importante diseñar objetivos, como saber comunicarlos.
Los cambios hacia modelos consultivos o democráticos son más eficaces con procesos de comunicación en espiral.

El cambio en los sistemas organizativos y normativos del sistema educativo y de los centros docentes
Contexto y Contextos: Los cambios son resultado de los momentos que se atraviesan. Los cambios a nivel de centro o los que afectan al profesorado y al ideal educativo (expresado a través del curriculum que define cada plan o sistema), son un producto social o de grupo. No es solo la sociedad política (que dirige), la que administra y diseña sino el grupo social que se encarga de adaptar las nuevas normativas y realizar las transformaciones los responsables finales de esos cambios.

Tiene consonancia con esto lo que dice Mañas Viejo, C. respectos a la educación de un país, que no cambia “a golpe de ley”, pero las leyes son las que imponen el recorrido a seguir y a través de ellas se observa la tensión y el clima del momento en que se crean o se anulan.

Por último tendríamos que ver un apartado histórico sobre la evolución del sistema educativo, estudiando normas, leyes y cómo afectan éstas a los centros y profesores en una sociedad en cambio. 40 años son suficientes para diagnosticar este cambio, aunque podemos hacer una breve referencia a algún proceso llamativo anterior. Este análisis es interesante, pero excede los objetivos del capítulo. Hablemos por tanto de experiencias que nos servirán de modelo, para el desarrollo de sistemas más sanos.

La Experiencia de Hontario (o Proyecto Halton), de los años 70, narrada en Louise Stoll y Dean Fink, sugería tras el análisis del grupo de trabajo que las escuelas que tenían éxito respondían a ciertas condiciones fundamentales en su planificación que les permitía alcanzar sus objetivos, mientras que las que fracasaban a menudo establecían un campo de acción limitado para el proceso.

El hecho de atender al desarrollo de los valores compartidos, garantizar un clima propicio para el cambio y mantener una cultura de colaboración durante toda la planificación del proceso no solo favorecía el éxito de éste, sino que también determinaban la permanencia de los cambios dentro del plan. Estas condiciones fundamentales, parecieron fundirse para crear un marco propicio para el cambio.

Era importante percibir la planificación del desarrollo de la escuela como un proceso más, que simplemente como un plan que constaba de cuatro fases. El modelo describía la enseñanza como cuatro piezas interconectadas:
1. Técnicas de enseñanza, que incluían el tiempo necesario para cada tarea
2. Estrategias de enseñanza, como el aprendizaje cooperativo del grupo
3. Gestión de la clase y currículo
4. Esto ayudó a reorientar los planes estratégicos del sistema y sirvió también como elemento organizador para los programas de desarrollo del personal.

La experiencia confirmó que el cambio real debía darse en las aulas y no en las oficinas. También se puso de manifiesto que no dependía solo el cambio del espíritu inspirador, sino de una cuestión de la que habitualmente rehuimos: que cada meta iba acompañada de objetivos específicos, planes de realización y evaluación. En el sistema Halton fue imprescindible la carta de responsabilidad que debía redactar el administrador, y la interacción entre la teoría y la práctica educativa responsable, que cada profesor suscribía (según sus circunstancias), con el centro. De esta forma se implicaba directamente al profesorado en el futuro de la escuela, sabiendo que cada uno tenía responsabilidad sobre ello.

Leyendo algo de cambio se observa que es imposible hablar de esta cuestión sin hacer referencia a la cuestión temporal-histórica y que efectivamente es una cuestión de interés para nuestro alumnado y para quienes estudian la educación.

Braslavsky C., lleva a cabo un análisis de los diez factores que inciden en la construcción de una educación de calidad para todos en el siglo XXI:

Factor 1: La pertinencia personal y social como foco de la educación.
Factor 2: La convicción, estima y autoestima de los estratos involucrados.
Factor 3: La fortaleza ética y profesional de los profesores.
Factor 4: La capacidad de conducción de los directores y el personal intermedio.
Factor 5: El trabajo en equipo en el interior de la escuela y del sistema educativo.
Factor 6: Las alianzas entre las escuelas y otros agentes educativos.
Factor 7: El currículo en todos los niveles educativos.
Factor 8: La cantidad, calidad y disponibilidad de materiales educativos.
Factor 9: La pluralidad y la calidad de las didácticas.
Factor 10: Los mínimos materiales y los incentivos socioeconómicos y culturales.

En estos procesos entran en juego los procesos de cambio de organizaciones, y profesionales, funciones y roles. Pero también conviene poner aquí de relieve si la calidad tiene que ver necesariamente con el cambio de los procesos que inciden en educación o por el contrario, es un factor necesario tan solo para la transformación.


Extraído de:
“Apuntes y Apuntes y Apuntes y Apuntes y Apuntes y Apuntes y Apuntes y Apuntes y Apuntes y Apuntes y Reflexiones sobre cambio social, convivencia y cambio social, convivencia y paz cultura para la educación”
Dra. Beatriz Pérez González
Pfra. Sociología en C.C. de la Educación



miércoles, mayo 07, 2014

La educación inclusiva, el nuevo paradigma educativo


La Calidad Educativa admite múltiples dimensiones y fundamentalmente excede a la idea de aprendizajes en algunas áreas ¿En qué se fundamenta el concepto de “Educación Inclusiva”? ¿A qué apunta una Educación Inclusiva? ¿En qué niveles debe darse este cambio radical?

La educación inclusiva es un proceso de formación fundamentado en la idea de que en el ser humano existen singularidades en la forma de aprender que promueven la utilización de los recursos necesarios para cada individualidad y considera que cada persona tiene una historia de vida marcada por factores de naturaleza orgánica, social o cultural; e implica, al mismo tiempo, que todos en una determinada comunidad aprendamos juntos, independientemente de nuestras condiciones personales, sociales o culturales, incluidos quienes presentan una discapacidad.

De esta manera, la educación inclusiva se nos presenta como un nuevo paradigma fundamentado en las directrices que recogen las diferentes legislaciones, encuentros y congresos internacionales que, sobre temas educativos y de derechos humanos, se han celebrado desde 1948. Y responde a un debate internacional iniciado en la Conferencia Mundial celebrada en            1990 en Jomtien, Tailandia, bajo el planteamiento de “Educación para todos” (EPT), y que tiene en la Declaración de Salamanca de 1994 su punto de partida definitivo, al reconocerse que la escuela ordinaria debe y puede proporcionar un buen nivel educativo para a todos los alumnos, independientemente de sus diferentes aptitudes.

La educación inclusiva (EI) trabaja en pro de la consecución de dos objetivos fundamentales: la defensa de la equidad y la calidad educativa para todos los alumnos, sin excepciones, la lucha contra la exclusión y la segregación en los procesos de enseñanza.

Tomasëvski explica que, con base en los derechos humanos, la educación no sólo es un derecho social, sino una obligación de los gobiernos, por lo que el derecho a educarse sólo se entendería a partir de la obligación que tienen los mismos para garantizarlo.

Bracho y et al., con base en Tomasëvski, describen, como mínimo, cuatro características que debería tener este derecho: “que la educación debe estar disponible; así como ser accesible, aceptable y adaptable para todos”; refiriéndose, al mismo tiempo, a tres formas de entender el derecho social de educación: “derecho a, derecho en y derecho a través de la educación”.

Para conseguir estos objetivos es necesario un cambio radical a dos niveles paralelos y complementarios: el primer nivel tendría que darse en la mentalidad de la gente: las familias, las organizaciones de personas con discapacidad, además de las autoridades, directores de escuela, personal y sindicatos, etc. El otro cambio radical se daría al percibir la educación a través de un prisma inclusivo que suponga pasar de considerar al niño como un problema, a reconocer que el problema, en todo caso, se manifiesta en el sistema educativo para de esta forma lograr, entre otros factores, una reconfiguración de las escuelas que garantice que todos los educandos, sin excepción, puedan aprender eficazmente.

De lo anterior, afirmamos que el nuevo paradigma educativo de la educación inclusiva es un proceso de cambio que promueve igualdad, equidad y justicia social en el derecho de todos a una educación con calidad.

La educación inclusiva percibe la educación como primordial para el desarrollo, tanto del individuo como de la sociedad. En el informe de la Unesco, La educación encierra un tesoro, se afirma que la educación es más que adquirir una serie de habilidades básicas. Por ende, ésta es crucial para el desarrollo social y personal, también es concebida como imprescindible en el intento de los seres humanos “de lograr los ideales de la paz, la libertad y la justicia” y “uno de los principales medios disponibles para fomentar una forma más profunda y armoniosa del desarrollo humano, y de ese modo, reducir la pobreza, la exclusión, la ignorancia y la guerra”.

La Unesco, en su informe Orientaciones para la inclusión, menciona que la educación inclusiva se concibe como un proceso que permite abordar y responder a toda la diversidad educativa, al reducir la exclusión dentro y fuera del sistema educativo. Asimismo, el objetivo de la inclusión es dar respuesta apropiada a todos los estudiantes, tanto en entornos formales como en los no formales de la educación.

El documento resalta que la educación inclusiva simboliza un camino que examina cómo convertir los sistemas educativos y otros entornos de aprendizaje, con el fin de responder a toda la diversidad educativa. Siendo el propósito de ésta permitir que los maestros y estudiantes se sientan cómodos ante la diversidad, y no la perciban como un problema, sino como un desafío y una oportunidad para enriquecer el entorno de aprendizaje.

Ya desde 2003, Ainscow había identificado cuatro elementos recurrentes en todas las definiciones de educación inclusiva:

         La inclusión es un proceso. Es decir, no se trata simplemente de una cuestión de fijación y logro de determinados objetivos y asunto terminado. En la práctica, la labor nunca finaliza. La inclusión debe considerarse como una búsqueda interminable de formas más adecuadas de responder a la diversidad.
         La inclusión se centra en la identificación y eliminación de barreras. Supone la recopilación y evaluación de la información de fuentes muy diversas, con el objeto de planificar mejoras en las políticas y las prácticas inclusivas.
         La inclusión es asistencia, participación y rendimiento de todos los alumnos. Se refiere al lugar donde los alumnos aprenden, a la calidad de las experiencias de los alumnos cuando se encuentran en la escuela y a los resultados escolares de los alumnos a lo largo del programa escolar.
         La inclusión pone una atención especial en aquellos grupos de alumnos en peligro de ser marginados, excluidos o con riesgo de no alcanzar un rendimiento óptimo.

Tedesco et al., con respecto al Informe Delors, mencionan que uno de los pilares básicos de la educación del siglo XXI es “aprender a vivir juntos”. Y continúan: “para que un sistema se considere eficazmente inclusivo se requieren cambios profundos en las mentalidades, las políticas y las prácticas”. Afirman que “los sistemas inclusivos tienen su mirada en el aprender, pues es una de sus características centrales, la cual exige ser vinculada con tres elementos:

         La calidad de los conocimientos trasmitidos por los docentes a sus estudiantes en la diversidad de áreas de aprendizaje y disciplinas asociadas.
         La multiplicidad de oportunidades de aprender donde se pueda aplicar competentemente los conocimientos.
         Y el énfasis en valores y actitudes que muestren el aprecio por la libertad, la solidaridad, la paz y la justicia, entre otros valores fundamentales”.

Los autores concluyen que la educación inclusiva puede percibirse como un principio transversal a la organización y funcionamiento de los sistemas educativos, que este enfoque busca incluir, a través de una atención diferencial y personalizada que toma en cuenta las diversidades de los estudiantes. Para lograr esto se necesitan marcos universales que establezcan de forma clara la visión, objetivos y resultados comunes para la diversidad de poblaciones y grupos.

Esto indica que el mundo cambia, la sociedad exige centros educativos que ayuden a construir el cambio social trabajando en conjunto; y busca la colaboración entre grupos, personas, comunidades e individuos para lograr una verdadera transformación de la cultura que apoye a la mejora del tejido social y que trabaje en pro del colectivo y no de las individualidades.

México ha tomado decisiones importantes en este rubro; para que este cambio pueda llevarse a cabo, las nuevas reformas educativas buscan garantizar el derecho a la educación de calidad para todos los mexicanos. Entre estas reformas se encuentra el Acuerdo 711,9 por el que se emiten las reglas de operación del Programa de Inclusión y la Equidad Educativa, que entró en vigor el 1 de enero de 2014 y que incluye, ahora, el nivel medio superior y superior.

Con base en este nuevo compromiso, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies) se sustenta para transitar hacia una nueva generación de políticas de educación superior. Y para lograrlo presentó, en 2012, el documento: Inclusión con responsabilidad social. Una nueva generación de políticas de educación superior, en el que propone diez ejes que permitirán impulsar y dar soporte a un nuevo modelo de desarrollo nacional, basado en la inclusión con responsabilidad social:

         Un nuevo diseño institucional para la gestión y coordinación de la educación superior.
         Un nuevo sentido de cobertura de la educación superior.
         La vinculación, atributo fundamental de las funciones sustantivas.
         Renovación de la evaluación para mejorar la calidad académica.
         Fortalecimiento de la carrera académica.
         Innovación: creación de polos regionales de investigación.
         Plena movilidad en el sistema de educación superior.
         Un nuevo enfoque de internacionalización.
         Financiamiento con visión de Estado.
         Reforzamiento de la seguridad en los CAMPI e instalaciones de las instituciones de educación superior.

En este sentido, la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), actualmente se posiciona en términos de educación inclusiva, ya que la Visión 2020 UANL se sustenta en esta nueva generación de políticas inclusivas. Esta propuesta de proyecto académico obliga a todas las instancias académicas de la UANL a adecuar sus objetivos y a mostrar una sinergia con el mismo.

De esta forma, la UANL pretende inculcar valores inclusivos entre sus estudiantes, como equidad, solidaridad, justicia y respeto a la vida y a los demás. Asimismo, busca privilegiar la equidad, la atención de grupos vulnerables, el enfoque de género, el acceso de la democratización del conocimiento y de la cultura, el respeto a los derechos humanos y la no discriminación. Pretende consolidar un espacio público de aprendizaje y ejercicio ciudadano, caracterizado por la promoción permanente de la utilidad social del conocimiento y la cultura y la democratización del acceso a los mismos, particularmente entre los grupos vulnerables.

Esto no ha quedado sólo en el papel, en estos últimos dos años se han llevado acciones importantes para el cumplimiento de estas metas. Acciones encaminadas al fomento de valores de responsabilidad social en los estudiantes, maestros y personal administrativo. Asimismo, en el aspecto académico se han efectuado coloquios, seminarios y congresos, que reflejan de alguna manera la tendencia del cambio institucional al nuevo paradigma inclusivo.

Para lograrlo, la UANL tendrá que superar muchos retos, por ejemplo, en el ámbito académico, los programas curriculares del nivel medio superior y superior habrán de modificarse para convertirse en inclusivos; esto se lograría si se crea un currículo de diseño universal.

Otro aspecto en el que se tendrían que generar cambios es la formación de los profesores, ya que éstos tendrán que desarrollar medios de enseñanza que respondan a las diferencias individuales y, por tanto, beneficien a todos. Ellos son los principales protagonistas para la culminación de las metas planteadas, pues los académicos son responsables, a fin de cuentas, de que los conocimientos se transmitan a sus alumnos, sobre todo si aceptan la diversidad y hacen los ajustes necesarios en sus procesos de enseñanza para que todos, y no sólo unos cuantos, logren sus objetivos de aprendizaje.
Un reto más habrá de enfrentar la UANL: la accesibilidad en la infraestructura de sus edificios, aulas, bibliotecas, laboratorios, etc. Asimismo, en la accesibilidad de la información, a través de páginas webs asequibles.

Concluimos: la educación inclusiva significa reducir o eliminar las barreras que dificulten el aprendizaje. Esto forma parte de una meta más amplia en busca de una sociedad más justa para todos: la educación es un derecho, y una educación de calidad e inclusiva es una prioridad de justicia social.


Extraído de:
La educación inclusiva, el nuevo paradigma educativo en la UANL
LETICIA GARZA MORENO
Universidad Autónoma de Nuevo León. Capilla Alfonsina.

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