Todos, o casi todos,
sostenemos la adhesión a los principios y valores democráticos, a pesar que
vivimos en sociedades con profundos desequilibrios, lo que hace que “la democracia no sea muy democrática”. Muchos
se hacen eco de las voces emitidas por los sectores conservadores, aludiendo a
la “corrupción de los gobernantes”, socavando a toda la actividad política y a
todas sus organizaciones vinculadas ¿Puede haber democracia sin organización? ¿Y
sin un proyecto ético y participación? ¿Cómo obtener autorregulación y protección
de derechos ciudadanos? ¿Cuáles son los valores emergentes de la participación
democrática en el S XXI?
Tesis básica: los
principios y valores democráticos y la participación logran su expresión y aplicación
a través de la organización.
Poder participar en la sociedad exige estar organizado. Sin
organización no hay participación y es en la organización en donde se practican
los valores y se aplican los principios. Estos principios y valores delimitan
las características de las organizaciones democráticas y orientan sus
actuaciones.
Tesis 1: ser
ciudadano es tener un proyecto ético y de participación.
Si aceptamos que un ciudadano es una persona que es capaz,
en cooperación con otros, de crear, modificar o conserva el orden social que
ella misma quiere vivir y proteger para hacer posible la dignidad de todos, es
fácil entender que la ciudadanía conlleva en sí misma un proyecto ético: hacer
posible la dignidad humana, es decir, hacer posible los derechos humanos.
Ser ciudadano implica entender que el orden de la sociedad
(las leyes, las costumbres, las instituciones, las tradiciones, etc.) no es
natural. El orden social es un invento, una creación hecha por los hombres y
las mujeres de la misma sociedad. Y entender que, si ese orden no produce
dignidad, se puede transformar o crear uno nuevo, en cooperación con otros.
Lo que me hace ciudadano es poder ser actor social, poder participar,
poder modificar o crear órdenes sociales: poder crear o transformar los
sistemas de transacciones sociales, económicas, políticas y culturales. Es a
través de las transacciones como una sociedad crea, cuida o destruye valor
(físico o simbólico). Son los diferentes tipos de transacciones las que vuelven
reales e históricos los derechos y deberes de los ciudadanos en una sociedad.
“Dime qué transacciones puedes hacer y yo te digo qué tipo de ciudadano eres”.
Participar es poder hacer y crear transacciones en función de intereses,
individuales o colectivos, orientados por el proyecto ético de dignidad humana.
Aquí se entiende por dignidad humana trabajar para crear organizaciones y
transacciones que hacen posibles los derechos humanos.
Tesis 2: es a través
de la organización como yo puedo ser actor social, como puedo participar, como
puedo hacer transacciones.
Siguiendo a D. North, podemos decir que las organizaciones
son reglas de juego en una sociedad o, más formalmente, son limitaciones
ideadas por los hombres y las mujeres y que dan forma a la interacción humana.
Por consiguiente estructuran incentivos de intercambio humano, sea político,
social o económico.
Cuando queremos saludar a los amigos, comprar naranjas,
hacer préstamos, enterrar a los muertos… sabemos cómo hacerlo. Esas reglas o
limitaciones que hemos acordado, nos dicen y nos orientan sobre cómo hacer esos
intercambios (transacciones) de una forma segura y productiva.
Las organizaciones y las instituciones nos ayudan a reducir
la incertidumbre, porque proporcionan una estructura a la vida cotidiana.
Constituyen una guía para la interacción humana. Las instituciones definen y
limitan el conjunto de comportamientos de los individuos. Estas limitaciones
dan forma a la interacción humana. Hasta aquí D. North.
De esto se deducen varias implicaciones:
·
Una organización es tanto más útil para la
sociedad en la medida en que genera más intercambios que agregan valor
(transacciones) con otras organizaciones o con las personas en su vida diaria.
·
Las organizaciones generan más transacciones
útiles y fáciles cuando tienen reglas bien definidas para interactuar, entre sí
o con las personas. Limitan adecuadamente la libertad.
·
Por el contrario, cuando las organizaciones y
las instituciones tienen reglas que son ambiguas o contradictorias, los
intercambios son lentos y costosos en tiempo y dinero.
·
Cuantos más intercambios (transacciones) útiles
generen las organizaciones, la sociedad es más dinámica y produce más riqueza.
·
La participación ciudadana crece cuando las
personas pueden hacer más transacciones útiles, ya sean económicas, políticas,
sociales o culturales. La burocracia, en sentido negativo, ocurre cuando las
organizaciones y las instituciones vuelven las transacciones lentas y costosas.
Por tanto, disminuyen la participación del ciudadano.
Otra forma de ver las instituciones es definirlas como
ordenamientos o reglas orientados a
·
solucionar continuamente un problema,
·
prevenir continuamente un problema,
·
conservar en el tiempo la solución a un
problema.
Desde este punto de vista, es la comprensión o evolución de
los problemas lo que determina y orienta los ordenamientos institucionales
útiles para la sociedad.
Si el problema evoluciona o desaparece en la sociedad, las
instituciones deben evolucionar o desaparecer (con la invención del automóvil,
el caballo dejó de ser relevante para el transporte… fueron desapareciendo las
herrerías y apareciendo los talleres).
La burocracia surge cuando la organización institucional
pierde de vista el problema social que le dio origen y se dedica a proteger la
institución por la institución.
Según Toro, las personas se hacen sujetos sociales y
políticos al generar organización, porque crear organización requiere:
a) Delimitar una identidad que la diferencie y la
identifique dentro del todo social. Esto implica aceptar reconocerse como
distinto y poder reconocer a los otros en su diferencia.
b) Crear reglas de inclusión (quiénes pueden pertenecer) y
de exclusión (quiénes no pueden pertenecer). Esto implica aceptar reglas
internas y externas, entender y obligarse a comportamientos específicos frente
a otros y ante sí mismo.
c) Definir formas y normas de articulación, rearticulación y
desarticulación con otras organizaciones, para establecer convenios, contratos,
intercambios y concertaciones.
d) Aprender a hacer planes y proyectos para garantizar la
supervivencia y la proyección de la organización. Esto
implica aprender a diseñar futuros sociales (con los otros), a cuidarlos y a
defenderlos.
e) Y, quizá lo más importante, se requiere aprender a buscar
el reconocimiento en el “todo general”, es decir, en el Estado. Esto implica
aprender que el Estado debe reflejar la organización de la sociedad a la que
pertenece y que debe estar cerca de ella.
La creación y el desarrollo de las organizaciones son, al
mismo tiempo, factor pedagógico para la formación de ciudadanía y el
fortalecimiento de la democracia, porque aumentan el tejido social. Y a través
de las organizaciones las personas pueden negociar y establecer su futuro… Y
poder definir el futuro es la máxima expresión de autonomía, es decir, de ciudadanía.
Tesis 3: la
organización genera la autorregulación, la protección de los derechos
ciudadanos y la gobernabilidad.
Las mayores o menores posibilidades de actuación ciudadana
(ser actor social) están relacionadas con el número de organizaciones a las que
pertenece activamente una persona, al número de contratos sociales que tenga
constituidos. A mayor numero de contratos más incidencia social y pública
porque puede hacer más transacciones.
Por eso podemos decir que uno de los indicadores de pobreza
es no estar organizado. Una persona que no esta organizada, es posible excluirla,
tiene dificultades para demandar sus derechos, es vulnerable social y
políticamente. El primer paso para superar la pobreza es organizarse, ya sea
vinculándose a una organización o creando una organización.
Cuando una persona pertenece a múltiples organizaciones (de
todo tipo), tiene una mayor protección de sus derechos. Si alguien pretende
violarle un derecho a dicha persona, ella puede activar toda su red de
organizaciones para ser protegida. Pero, al mismo tiempo, esta persona tiene
una mayor autorregulación social y política, porque, si no respeta los
diferentes contratos que tiene, la red de organizaciones la excluye.
Saber organizarse, saber asociarse es la ciencia maestra de
una sociedad, porque la asociación organizada produce autorregulación en la
sociedad y permite más fácilmente la protección de los derechos.
Si entendemos la gobernabilidad como la capacidad de una
sociedad para darse orden a sí misma a través de las instituciones que ella misma
crea y fortalece, es fácil deducir que esta gobernabilidad está relacionada con
el número y calidad de organizaciones a las que pertenecen los ciudadanos. Si
todos los ciudadanos están organizados, es mayor la autorregulación social y
los derechos del conjunto están mejor protegidos, tendrán mejores condiciones
para ejercer su ciudadanía y hacer control administrativo y político a las
instituciones y gobernantes públicos.
Tesis 4: en las
democracias lo público se construye desde la sociedad civil y en esta
construcción se reflejan los principales valores ciudadanos.
Aquí se define lo público como aquellos bienes, servicios y
transacciones que convienen a todos de la misma manera para su dignidad. Desde
una visión ética, una sociedad es tanto más equitativa cuanto más bienes
públicos pueda construir y gestionar. La calidad ética y abundancia de los
bienes públicos son un indicador del grado de desarrollo de la participación y
valores ciudadanos en una sociedad.
Es frecuente confundir los bienes públicos con los bienes
estatales o suponer que un bien es público porque es estatal. Un bien es
público porque conviene a todos de la misma manera: si ese bien, que debiera
ser igual para todos, provee a unos de una calidad y a otros de otra, no es
público, provéalo quien lo provea. Por ejemplo, en los países latinoamericanos
se acepta como normal la existencia de una educación de dos calidades: una
educación privada, que se estima de mejor calidad que la educación fiscal o del
Estado. Si la educación es un bien público, debe ser de igual calidad para
todos, independientemente de quien ofrezca el servicio (Estado o privado).
Aceptar y favorecer la existencia de una educación de dos calidades es negar el
carácter público de la
educación. Poniendo esto en términos de imágenes, la
educación es pública cuando el hijo de la señora que trabaja en la casa de un
gran empresario va a la misma escuela que va el hijo del empresario… sea la
escuela estatal o privada.
El producto máximo de la actuación política del ciudadano en
la democracia es la creación y fortalecimiento de los bienes públicos, porque
son ellos los que fundamentan la equidad en una sociedad. Por eso es importante
que en los procesos de formación para la participación democrática se aprenda a
conocer y a saber producir los bienes públicos esenciales (los que hacen
posible la dignidad humana): el Estado, la ley, el presupuesto público, los
servicios públicos básicos (agua, luz, alcantarillado), la educación, la
posibilidad de generar ingresos, la salud, la vivienda, el transporte, la
información pública, las comunicaciones, la libertad de pensamiento y de
conciencia… y que se entienda que es la sociedad civil organizada la que le da
validez y sustentabilidad a todos los bienes públicos.
Los bienes públicos para su existencia y gestión requieren:
Formación en las competencias para el debate público, como
medio para construir la unidad a partir de la multiplicidad de intereses. Es a
través del debate como se fortalece el reconocimiento del otro como legitimo
diferente, con intereses diferentes.
Formación para articular y generar la convergencia de
intereses y la construcción participada de agendas colectivas para hacer
posibles los cambios que favorecen la dignidad humana. Estos procesos son los
que fundamentan la cultura de la autorregulación y la trascendencia ética.
Legitimación y fortalecimiento de los espacios de debate
publico: parlamentos, asambleas, foros, centros de investigación e información,
industrias culturales (editoriales, periódicos, conciertos, TV, radio, etc.).
Tesis 5: la
solidaridad, el cuidado y la compasión son los nuevos valores emergentes de la
participación democrática para el siglo XXI.
La solidaridad, entendida como la capacidad de trabajar
colectivamente para lograr metas y objetivos que benefician a otros.
El cuidado de sí
mismo, de los otros y del planeta, como la nueva categoría emergente para la sostenibilidad. El
cuidado no es una opción, aprendemos a cuidar o perecemos.
Cuando amamos cuidamos
y cuando cuidamos amamos […], el cuidado constituye la categoría central del
nuevo paradigma de civilización que trata de emerger en todo el mundo [...]. El
cuidado asume una doble función de prevención de daños futuros y regeneración
de daños pasados (Leonardo Boff).
La compasión, entendida como la capacidad de prevenir,
evitar o disminuir el dolor en los otros y en nosotros.
Las fuerzas impulsoras del cambio (la demografía, la
economía, los conflictos sociales, la cultura, la tecnología y el medio
ambiente) demandan hoy una nueva gobernabilidad y, por tanto, un ciudadano con
nuevos valores personales y políticos: los derechos humanos como norte ético
compartido, la autorregulación personal y colectiva (autonomía ética), la
solidaridad, el cuidado, el respeto al otro como legitimo y diferente,
dialógico y trascendente. Es el desafío de la educación, de los partidos y
movimientos políticos y de las industrias culturales.
Extraído de
Participación y valores ciudadanos
Tesis para la formación política del ciudadano
Bernardo Toro
En
EDUCACIÓN, VALORES Y CIUDADANÍA
Bernardo Toro y Alicia Tallone,
Coordinadores
Metas Educativas 2021: la educación que queremos para la
generación de los Bicentenarios