sábado, septiembre 22, 2012

Reflexiones sobre Calidad Educativa

¿Qué debemos tener en cuenta al momento de reflexionar sobre “Calidad Educativa”? ¿Se la puede pensar como un hecho aislado del contexto social? ¿Podemos despreocuparnos del “para que” de la Calidad? ¿Queremos una escuela que reproduzca o que promueva cambios sociales?



Se hace imprescindible recoger la idea de una escuela preocupada y hacedora de justicia social como lugar en el que se socializa el futuro de las sociedades, por lo que según el tipo de educación que reciban, estaremos poniendo las primeras piedras del tipo de sociedad por venir.


La escuela por la que aquí se apuesta, es una escuela democrática, capaz de asegurar la igualdad de oportunidades y de dar pie a un sistema más justo, para lo cual la escuela se sitúa en el centro mismo de una educación encaminada hacia una calidad que determinará las demás calidades en la sociedad.


Partimos, tal como diría Freire, de que la educación no es un hecho aislado y impermeabilizado a lo que pasa fuera de la escuela, s ni todo lo contrario, es un reflejo de la sociedad que puede ser mejorado, por lo que no existe una educación neutra por muy apartado de los problemas sociales que se esté, dado que la misma visión del mundo de cada cual da lugar a que exista un compromiso ideológico, aunque éste no se reconozca como tal, debido a que el educador es también un elemento de la sociedad, que no permanece impasible ante lo que en ella ocurre.


La escuela ha de ser un espacio para la integración y la inclusión de las desventajas de origen, pero no para su reproducción o, incluso en como en muchas ocasiones ocurre, para agudizar dichas desventajas, sino más bien para todo lo contrario. La escuela, a través de políticas educativas compensatorias y equilibradoras de las desventajas sociales, debe ser una respuesta a las demandas sociales y a los ideales de mejora de los sistemas sociales y democráticos, no situándose como segundo plato ante la sociedad, sino que a de ser el mejor plato, pues la escuela debe ser la mejor herramienta de cambio y mejora de una sociedad, y no crear escuelas donde la asistencia sea una obligación por no poder optar a otro tipo de escuela como la privada, para poder recibir una educación de “calidad”, dado que una calidad real a de ser una calidad para todos, siendo en este punto donde la justicia social y educativa cobran vida.


La escuela debe preparar ciudadanos conscientes de su papel dentro de una sociedad. Ciudadanos libres y críticos, capaces de optar por ideales de sociedades más justas y un futuro más equitativo y de igualdad, para lo cual la escuela a de convertirse en un mecanismo integrador y de calidad, pero no de una calidad enfocada a los resultados, si no de una calidad enfocada a la persona y a una sociedad más justa.


Así pues, solo podemos concebir una calidad para y por la educación, y nunca una educación enfocada para la calidad, una calidad de productos para un mundo laboral y socioeconómico basada en un modelo neoliberal donde todo vale a pesar de todo y por encima de todo.


La calidad a la que aquí nos referimos, es una calidad para y por la educación, donde la condición imprescindible para que sea realmente de calidad es que a ella puedan tener acceso todas las personas, independientemente de su origen social o zona geográfica, de lo contrario ya no podría ser una calidad tal y como aquí la entendemos.


La idea de calidad, es una calidad que se pone al servicio de la educación para formar ciudadanos libres, críticos, reflexivos y participativos, capaces de crear sociedades más integradoras y democráticas, donde las diferencias no sean un elemento excluyente de las posibilidades a las que todos debemos tener derecho de acceso, pero un derecho real y no únicamente circunscrito a papel.


La calidad deber de ser una calidad contextualizada en cada centro educativo y consensuada por todos, lo cual significa pensar en qué tipo de sociedad queremos y perseguir ese fin como trabajo común de todos, lo cual dista mucho de una calidad total centrada en homogeneizar la calidad y excluir los elementos que no reúnan las características necesarias para formar parte de esa “calidad”.


La calidad dentro un sistema educativo obligatorio debe de ser sinónimo de formación de personas para la sociedad y nunca de futuros trabajadores para un sistema de libre mercado y de globalización económica, para lo cual debemos de tomar como indicadores de calidad aquellos que se sitúen en la línea de flotación de la justicia social y de la formación de ciudadanos.


Hemos hecho un recorrido en este trabajo de investigación a través de neoliberalismo y del modelo socialdemócrata, para poder finalmente posicionarnos en un modelo liberador que nos conduzca hacia una ciudadanía libre. Para llegar a esa ciudadanía libre hemos de pasar antes, tal como indica Touraine, por una democracia que signifique reconocer en el otro, como en si mismo, una combinación de universalismo y, al mismo tiempo, de particularismo, situando por tanto la clave de la diversidad en el reconocimiento del otro como parte integrante de la realidad de uno mismo, donde se impone una noción de justicia social indisoluble.


Apuntando en la misma línea que Freire, si realmente queremos poder transformar una realidad para hacerla mejor, debemos de partir de su comprensión para luego reflexionar a cerca de ello, lo cual puede llevarse a cabo por ejemplo con proyectos tales como el Humanities Currículum Project, donde

 Stenhouse propone un currículum emancipador que estimule la argumentación del pensamiento escolar, por lo que existen propuestas para llevar todo esto a cabo.

 Como colofón a todo lo anteriormente dicho, y a nivel de síntesis de la idea aquí expuesta, la escuela debe generar y crear conocimientos válidos para la vida y la sociedad en la que están inmersos, desde los cuales se pueda reflexionar y reinterpretar el mundo, un conocimiento compartido y que nos lleve a la comprensión de las realidades sociales en las que vivimos para poder así transformarla y dejar un legado mejor para el futuro.





Extraído de
¿EN BUSCA DE LA CALIDAD PERDIDA?
Daniel Carlos Briet Planells
Universidad de Almería (España)



viernes, septiembre 14, 2012

Pedagogia Tradicional: Algunas Caracteristicas

Existe una pedagogía que, por el grado de universalidad alcanzado, recibe el nombre de “Pedagogía Tradicional”, y las restantes corrientes, alcanzan su propia definición, comparándose con ella. Pero ¿Cuáles son sus características? ¿En qué consiste la relación alumno docente? ¿Cuál es su vigencia?


El desarrollo del  pensamiento pedagógico  tiene lugar en Grecia y Roma con figuras tan sobresalientes como Democrito, Quintiliano, Sócrates Aristóteles y Platón. Este último aparece en la Historia como el pensador que llegó a poseer una verdadera filosofía de la educación, con una caracterización de los campos de acción educativa, a  qué exigencias debían responder la misma y en qué condiciones tales acciones resultaban posibles. Esta Pedagogía se gesta en el siglo XVII con el  surgimiento de las escuelas públicas en Europa y América Latina. Es en el siglo XIX, que la Pedagogía Tradicional como práctica pedagógica ampliamente extendida alcanza su mayor grado de esplendor ,convirtiéndose entonces en la primera institución social del estado, nacionalista que le concede a la escuela el valor insustituible de ser la primera institución social, responsabilizada con la educación de todas las capas sociales.



Es precisamente a partir de este momento en que surgen la concepción de la escuela como la institución básica, primaria e insustituible, que educa al hombre para la lucha consciente por alcanzar los objetivos que persigue el Estado ,lo que determina que la Pedagogía Tradicional adquiera un verdadero e importante carácter de Tendencia pedagógica, en cuyo modelo estructural los objetivos se  presentan de manera tan solo descriptiva y declarativa mas dirigidos a la tarea que el profesor debe realizar que a las acciones que el alumno debe ejecutar sin establecimiento o especificación de las habilidades que se deben desarrollar en los educandos, otorgándoles a éstos últimos el papel de entes pasivos en el proceso de enseñanza el cual exige la memorización de la información trasmitida, llevándolo a reflejar la realidad objetiva como algo estático ,detenida en el tiempo y en el espacio, como si contara de manera alguna la experiencia existencial de quienes aprende como si los contenidos que se ofrecen estuvieran desvinculados en parte o en su totalidad de la mencionada realidad objetiva, constituyendo un conjunto de conocimientos y valores sociales acumulados por las generaciones precedentes y que se trasmiten como si fueran verdades acabadas, disociados del entorno material y social del educando.


La Tendencia Pedagógica Tradicional:
· No profundiza en el conocimiento de los mecanismos mediante los cuales se desarrolla el proceso de aprendizaje.

· Modela los conocimientos y habilidades que se habrán de alcanzar de manera empírica en el estudiante, por lo que su pensamiento teórico nunca alcanza un adecuado desarrollo.

· La información la recibe el alumno en forma de discurso, y la carga de trabajo práctica es mínima, sin control en el desarrollo de los procesos que subyacen en la adquisición del conocimiento, cualquiera que sea la naturaleza de este, lo que determina que ese componente tan importante de la medición del aprendizaje que es la  evaluación este dirigida a poner en evidencia el resultado alcanzado mediante ejercicios evaluativos meramente reproductivos, que no enfatizan, o lo hacen a escala menor, en el análisis y en el razonamiento.

·  En la relación alumno-profesor predomina plenamente la autoridad del segundo con un aspecto cognoscitivo paternalista: lo que dice el profesor es respetado y cumplido por el alumno con principios educativos poco flexibles, impositivos y coercitivos.


La Tendencia Pedagógica Tradicional tiene, desde el punto de vista curricular un carácter racionalista académico en el cual se plantea que el objetivo esencial de la capacitación del hombre el que mismo adquiera los instrumentos necesarios que le permita tan solo intervenir en la tradición cultural  de la sociedad, no obstante a ello esta tendencia se mantiene bastante generalizada en la actualidad con la incorporación de algunos avances e influencia del modelo psicológico del conductismo que surgen y se desarrolla en el siglo XX, lo que se puede plantear debido a que aun se observa con bastante frecuencia en el proceso docente aspectos tales como:

·                  El maestro es el centro del proceso de aprendizaje.

·                  La escuela es la principal fuente de información para el alumno.

·                  El maestro trasmite de forma acabada los conocimientos con poca alternativa para que los alumnos elaboren mentalmente.

·                  Objetivos descriptivos, sujetos más al profesor que a los  alumnos.

·                  Se exige mecanización de la información, la disertación es ajena a las características de los alumnos, los contenidos se ofrecen aislados y desvinculados de la realidad.

·                  Se informa el acervo cultural de la humanidad como algo acabado.

·                  No se pontencializa el pensamiento teórico de los estudiantes.

·                  Gran volumen de información.

·                  No se desarrollan procesos de trabajo de los estudiantes, ya que las actividades prácticas son mínimas.

·                  La labor fundamental del profesor es la explicación.

·                  Trabaja la evaluación reproductiva y los métodos expositivos.

·                  La obediencia de los alumnos es la principal virtud a lograr.

·                  Relación autoritaria impositiva, pero paternalista.



Vigencia de esta tendencia
· Como se dijo antes, esta tendencia  se mantiene bastante generalizada, ya que tiene como fundamento psicológico el conductivismo donde  se identifica al hombre como receptor de información y desatiende el proceso de asimilación del aprendizaje, donde se realiza la repetición de ejercicios sistemáticos y la recapitulación del contenido para que estos aprendan; por  lo que se demuestra que esta tendencia no es la mas adecuada para resolver los problemas actuales de la educación, pues su práctica se simplifica en: lentitud en asimilar las innovaciones y mantiene dogmas propios de aceptar el cambio.





Extraído de
La pedagogía tradicional. Manifestaciones actuales en comparación con la tendencia de la nueva escuela
Autora: Lic. Cándida Rosa Dita García.
Coautora: Lic. Regla A. Moreno Cuellar.
Odiseo

jueves, septiembre 06, 2012

¿Qué significa Calidad de la Enseñanza?


Los siguientes párrafos tratan sobre “Calidad de la Enseñanza”, concepto que no se debe asimilar al de “Calidad Educativa”, pero ¿Podemos hablar de calidad de la enseñanza, sin hacer referencia a la contextualización? ¿Tiene esta idea connotaciones políticas? ¿Se debe enseñar de la misma forma en todas las escuelas?



En la actualidad el término “Calidad” es una palabra en boga que todo el mundo utiliza para hacer referencia a cualquier sustantivo susceptible de llevar un adjetivo, pero ¿No es necesario contextualizar la calidad según el ámbito en el que nos movamos? Así pues, es deseable saber a que nos referimos cuando hablamos de calidad, y aún más cuando la definición a la que lleguemos afectará a los hijos de la sociedad y su futuro.


Si buscamos el origen de la palabra “Calidad”, vemos que procede del latín, encontrando que “Calidad” y “Cualidad” tienen la misma raíz latina (qualitas, qualitatis), pudiendo apreciar de este modo que son las cualidades las que llegan a determinar la calidad del sustantivo al que nos referimos.


Contextualizando el término “calidad” en el ámbito educativo, podemos afirmar que el significado que se le asigne al término “calidad de la enseñanza” vendrá dado por las diferentes ideas que existan de enseñanza y del contexto del que parta cada cual a la hora de interpretar, teniendo en cuenta que en ningún caso puede entenderse como una significación simple y reducida que se pierda entre intereses de diferente índole, doctrinas o circunstancias socioculturales y laborales que favorezcan a terceros. Así pues, el término de calidad debe de una forma diferente, es decir como una expectativa que se trata de conseguir con el tiempo, ayudándonos para ello de la “cultura organizativa “que existe y de una “mejora continua” que permita ir avanzando hacia un fin común, de tal modo que se haga necesario un trabajo compartido y común.


Si hablamos de calidad de la enseñanza, hemos de pensar también cuál es el tipo de sociedad que perseguimos, no quedándonos tan solo en el tipo de sociedad que tenemos, por lo que habrá que pensar en cuáles son los valores que la escuela debe de trasmitir (Álvarez Méndez), dado que, dependiendo del tipo de sociedad que soñemos, seremos capaces de determinar el tipo de calidad de la enseñanza que deseamos y el tipo de sociedad que queremos legar, entrando aquí en dos tipos de calidad diferenciados de los que habla Paulo Freire. Por una parte, una “Educación para la calidad”, donde el fin ultimo es la calidad vista desde fuera de la educación y al servicio de los valores económicos y empresariales. El otro tipo de calidad propuesto por Paulo Freire es el de una “calidad de la educación”, cuya base se sustenta en una educación democrática y de justicia social, desde donde la calidad se pone al servicio de la educación y de los valores democráticos con el fin último de formar ciudadanos libres y participativos (Freire).


Continuando con el concepto de calidad, podemos entender ésta como un proceso enmarcada en una idea global, cuyo principio de actuación no esté dirigido a conseguir productos rápidamente, sino más bien encaminado a las formas de hacer las cosas para conseguir unos buenos resultados contextualizados, de tal forma que el hecho de optimizar la calidad de la enseñanza debe encaminarse hacia la mejora de los programas de trabajo que cada centro escolar a de generar, aplicar y valorar, para que dicha calidad de la enseñanza cobre vida y logre ser contextualizada y puesta en práctica, dado que un gran problema dentro del estudio de la calidad educativa es el hecho de que vaya a “remolque” de las experiencias e ideas que se desarrollan en el mundo empresarial, lo cual nos lleva a adoptar estas últimas como solución a los problemas de la educación sin tomar en cuenta su idiosincrasia y desventajas de partida.


Dependerá desde la forma en que se entienda la idea de calidad, lo que entienda por una escuela eficaz o no, la cual no debe de venir dada por un conjunto de variables que estén dispuestas de forma aislada o lineal, todo lo contrario, por una red de interrelaciones entre factores, que den lugar a un sistema de funcionamiento escolar que se enmarque en un contexto determinado, dando lugar a unos resultados educativos que sean satisfactorios, de tal modo que la eficiencia no esté en conseguir un buen producto a partir de unas buenas condiciones de entrada, sino en hacer progresar a todos los alumnos sea cual fuere su contexto, para lo cual es necesario la reflexión sobre la cultura del centro mediante la negociación de un “contrato de calidad” por parte de todos los componentes del proceso educativo para así definir cual es la misión a llevar a cabo y cual debe ser la visión de futuro de la organización para llevarla a cabo (Álvarez).


Cuando hablamos de calidad de la enseñanza, debemos pensar automáticamente en qué tipo de sociedad es la que queremos, buscando una enseñanza que no solo se centre en una transmisión y narración de conocimiento, sino que también piense en una producción y creación de conocimiento, dado que desde aquí podremos apuntar hacia una calidad de la educación y no una educación para la calidad (Álvarez Méndez).


El informe elaborado por la UNESCO y titulado “La educación encierra un tesoro” apuntaba hacia un aprender a aprender y aprender a convivir como única manera de conseguir una escuela adaptada a los nuevos tiempos, sin embargo, tal como Max Weber decía, la escuela es una institución hierocrática que dispensa bienes de salvación tales como credenciales, títulos y diplomas, tal es el caso en la actualidad, que en Educación Infantil y Primaria es donde más se notan las presiones de los padres a favor de una enseñanza más academicista, por lo que podemos ver como el mundo empresarial y las acreditaciones son un hecho que influye en la escuela desde muy temprana edad, y que impregna a la sociedad y sus demandas, lo cual nos lleva a un debate de la bondad de la educación, en la que no debe de caerse en la simplificación del éxito y fracaso escolar, sino relativizar su valor a la hora de hablar sobre la calidad de la educación (Gimeno Sacristán).


Actualmente, junto al concepto de calidad educativa, suelen aparecer unidos al mismo los indicadores, en este caso indicadores de rendimiento, que tal como apunta John Elliott, son un dispositivo para establecer una tecnología de vigilancia y control sobre el rendimiento de las escuelas y de los maestros que trabajan en ellas, no pudiendo ser estos indicadores de calidad, puntos de referencia fijos dado que desvincular el proceso educativo de su contexto y de sus valores no puede ser garantía de calidad, sino que debe de enmarcarse en una mutua comprensión que se alcance a través de un discurso reflexivo sobre la evidencia del rendimiento (Elliott). Así pues, tal como indica Tiana, “... los indicadores de resultados deben ser contextualizados. Esto requiere decir que no se pueden valorar los logros de un centro con justicia sino se tienen en cuentan las condiciones en las que trabaja”, donde el valor añadido educativo, es decir, lo que la escuela aporta a cada alumno cuando tiene en cuenta su rendimiento inicial, su historial y situación, es esencial, dado que la característica de la escuela a de ser un proceso intencional y planificado, en el que esté implicado todo el centro y el claustro en su conjunto (Murillo Torrecilla), por lo que aspectos como los aprobados y las notas son indicadores capaces de transmitir información, pero solo información que responda a lo que se le exige al alumno, estando fuera de discusión el contenido y nivel de lo exigido, su contexto y su proceso inicial (Gimeno Sacristán), por lo que en la medida en que la enseñanza esté orientada al examen, fallará la calidad (Stenhouse), por lo que habría que evitar que fuera la demanda del mercado la que establezca el tipo de educación que vamos a tener, y lograr mayor participación en las escuelas, pues tal como indica el informe Pisa de la OCDE, presentado en diciembre de 2001, que analiza los resultados educativos en 32 países, señala que los países donde hay una mayor participación de la comunidad educativa son los que obtienen mejores resultados, recordando a su vez que el artículo 9.2 de la Constitución española afirma “Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en los cuales se integra sean reales y efectivas; remover obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y social”, dado que la decisión política se convierte muy a menudo en una cuestión de pericia técnica y no de valores sociales, reduciendo la calidad a indicadores, dando lugar a que la competitividad económica se traslade a la competitividad educativa y la productividad a los resultados del sistema de enseñanza (Angulo Rasco). Así pues, en palabras Félix Angulo, “La calidad es un problema de todos y no solo de expertos y administrativos. Necesitamos información relevante y diversificada sobre el funcionamiento de nuestro sistema educativo. Pero no podemos aceptar y asumir sin paliativos que la información relevante y pertinente sea aquella que expertos y administrativos nos quieran presentar como tal, para lo cual la mejor forma de sortear la eficaz indefinición de la calidad es definirla en cada caso, no dejando que las formas que adopten el atributo nos oculten lo sustantivo.



Extraído de
¿EN BUSCA DE LA CALIDAD PERDIDA?
Daniel Carlos Briet Planells
Universidad de Almería (España)





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