martes, agosto 21, 2012

Modelo Social-demócrata de Calidad Educativa

Este modelo de Calidad en Educación se presenta como contracara del Neoliberal, por lo que marca sus diferencias en diversos planos, basándose en conceptos como el de “Justicia Social”, “Inclusión”, “Estado que interviene”… No se trata del único modelo que se opone al neoliberal ¿Cómo deben ser las escuelas bajo este punto de vista?

Dentro de una democracia y desde un modelo social-demócrata, la educación ha de ser universal en la infancia y la juventud, para que las personas puedan formar su propia identidad, una concepción moral individual y social, una conciencia crítica en una sociedad democrática en la que sus valores deben ser defendidos y ampliados cada día, dado que en democracia, la educación no puede ser en ningún caso una concesión, sino todo lo contrario, un derecho, donde la exclusión sea un anacronismo vencido por la participación y nunca un privilegio de las minorías, sino un atributo de la ciudadanía y de la colectividad que conforman en su conjunto esa democracia (Álvarez Méndez). No hay que olvidar que ya hablemos de educación o de otro tipo de contexto, siempre que este dentro de un proceso democrático, deberá ir junto a una inclusión que valore más la complejidad que la conformidad y que requerirá recursos, ya sean culturales o materiales, para aquellas personas que se encuentren en peligro de exclusión (Connell), por lo que la escuela deberá ser un lugar de participación que discrimine positivamente a quienes provengan de un origen desfavorecido y un contexto que les haga partir con desventajas.



Para Giner de los Ríos, las guerras se forjan primero en las mentes de los seres humanos, para lo cual habrá que luchar contra una ley suprema del beneficio desde la propia lógica del mercado y del neoliberalismo, tomando para ello de la filosofía de los Derechos Humanos y del ideal democrático, los valores sociales de justicia y de igualdad, capaces de frenar el estado del bienestar y de políticas favorecedoras de los más desprotegidos de nuestra sociedad, puesto que tal como señala Connell, en una sociedad democrática, la educación tiene que ver directamente con la justicia social.



Hay que rescatar la propuesta Keynesiana de una mayor intervención del estado que garantice desde unas políticas fiscales, los derechos fundamentales y los servicios sociales que necesiten la ciudadanía, de manera que el estado del bienestar sea un derecho de todos, que favorezca un crecimiento justo y no relegue a un último lugar a la población menos favorecida por las economías y origen, jugando la escuela un papel fundamental que el modelo social-demócrata no puede olvidar, haciéndose necesaria la intervención del estado en sus políticas educativas compensatorias y equilibradoras de las desventajas sociales existentes.

Dice Tadeu da Silva que “las ideas de progreso constante a través de la razón y de la ciencia, de creencia en las potencialidades del desarrollo de un sujeto autónomo y libre, de universalismo, de emancipación del espacio público a través de la ciudadanía, de la progresiva desaparición de privilegios hereditarios, de la movilidad social, la escuela está en el centro de los ideales de justicia social, igualdad y distributividad del proyecto moderno de sociedad y política”, por lo que la escuela a de ser instrumento fundamental de las sociedades democráticas para el afianzamiento de los valores democráticos y de justicia social, donde se creen conciencias vigilantes y críticas, capaces no ya de reproducir las realidades sociales, sino de mejorarlas y construir modelos de convivencia y de participación más justos e inclusivos de todos los sectores de la sociedad.


 
Para todo esto, hay que lograr dar una alfabetización crítica que dé lugar a una capacitación a los ciudadanos para comprender la realidad en la que viven y actúan, buscando una mayor participación dentro de la comunidad, donde los centros se convierten en espacios de lucha contra las desigualdades y discriminación social (Apple), contra los que la escuela a de ser transformadora e integradora de las diferentes realidades sociales, para dar una igualdad de oportunidades a todos, sea cual fuere la procedencia o desventajas de partida, asegurando así una sociedad de valores democráticos e impulsando de esta manera una calidad que al parecer estaba perdida y solo el mundo empresarial podía restituir.



Extraído de
¿EN BUSCA DE LA CALIDAD PERDIDA?
Daniel Carlos Briet Planells
Universidad de Almería (España)



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