martes, mayo 08, 2012

¿Cómo han logrado el éxito los cuatro países con “altos rendimientos”?

Si bien desde este blog no reducimos el concepto de “Calidad Educativa” al de “Rendimiento escolar observado en evaluaciones internacionales”, existe un grupo de países que llaman la atención por su éxito en materia educativa.
Esos países son de diversas características, contextos muy diferenciados, unidos por el éxito en los aprendizajes de sus alumnos, por lo que cabe preguntarnos ¿Se trata de experiencias “exportables”? ¿Qué podemos aprender de ellos?
  


Durante varios decenios, un grupo de países de Asia Sudoriental y Oriental adoptaron la estrategia de crear una “reserva” de recursos humanos calificados mayor que la estrictamente necesaria a corto plazo, a fin de atraer las inversiones que requieren una mano de obra experta y estimular así el desarrollo económico. La República de Corea formaba parte de ese grupo. En 1959, ya había logrado escolarizar al 96% de los niños en primaria.

En los tres decenios siguientes se desarrolló rápidamente la educación, aumentó considerablemente el número de jóvenes y adultos instruidos en el mercado laboral y el crecimiento económico fue continuo.

En 1980, la prioridad de la República de Corea en materia de educación pasó de la expansión del acceso a la enseñanza a la calidad de ésta, y se concedió mayor importancia al “sentido del futuro y... de las responsabilidades sociales y morales” de los alumnos. La explosión de la demanda de educación tuvo como consecuencias la masificación de las aulas y una competitividad excesiva para acceder a las escasas plazas disponibles en la enseñanza secundaria y superior. Se estimaba que ese grado de competitividad era perjudicial para los alumnos y sus padres.

Con vistas a aliviar la presión ejercida sobre el sistema escolar tradicional, la enseñanza a distancia y la educación de los adultos se desarrollaron durante el decenio de 1980. Los exámenes de admisión fueron reformados o suprimidos.Los docentes recibieron una formación más prolongada e incentivos más importantes, y se mejoraron las instalaciones escolares.

Una infraestructura nacional de institutos de investigación -comprendido el Instituto Coreano de Fomento de la Educación- sirvió para orientar este proceso de reforma, y se estableció un impuesto de educación para financiarlo. Durante los años noventa, esas iniciativas se consolidaron y este proceso fue respaldado con la creación de órganos consultivos que trascendían los regímenes políticos y trataban de garantizar una continuidad de las políticas de educación.

A pesar de esos esfuerzos, el número de alumnos por clase sigue siendo elevado, aunque se ha reducido prácticamente a la mitad. Sin duda alguna, aprender en un grupo más pequeño representa de por sí un progreso de la calidad. No obstante, cualesquiera que sean los inconvenientes inherentes a las clases con muchos alumnos, en la República de Corea se superan gracias a la buena disposición de los alumnos y de sus padres para realizar esfuerzos suplementarios, y gracias también al uso de pedagogías y la creación de una atmósfera en las escuelas que facilitan el aprendizaje en grupos numerosos.

Ahora bien, la República de Corea ocupa posiciones destacadas en el estudio del PISA, que abarca a 41 países de ingresos medios y elevados, a saber, es la primera en ciencias, la tercera en matemáticas y la séptima en lectura (OCDE/Instituto de Estadística de la UNESCO, 2003). Estos resultados son tanto más notables cuanto que el PISA ha adoptado métodos de evaluación más contextuales, es decir, menos “escolares”. Esas clasificaciones demuestran que la interpretación de los resultados del aprendizaje en la República de Corea es más amplia que en otros países, incluidos muchos que tienen niveles de ingresos superiores.

Antes que la República de Corea, Cuba ya había hecho hincapié en el papel de la educación para el pleno desarrollo de cada persona, incluyendo en los planes de estudios la educación física, el deporte, los juegos y la educación artística, y vinculando explícitamente la educación a la vida, el trabajo y la producción. Después de la Revolución Cubana, se dio máxima prioridad a la educación y la salud para fomentar el desarrollo humano. Ambas se consideraron un fin deseable en sí mismo y un medio para garantizar la independencia económica y política del país.

El equilibrio entre esos dos tipos de valores, que la República de Corea se esforzó por alcanzar en los años ochenta, existió en Cuba desde el comienzo mismo de su proceso de desarrollo.

En ambos países, la competitividad cumple una función importante, pero de modo muy diverso. En la República de Corea, este fenómeno ha surgido como un efecto no deseado de la oferta limitada de plazas escolares, mientras que en Cuba las oportunidades son numerosas y gratuitas en todos los niveles de la educación, en parte porque las inversiones en este ámbito representan entre el 10% y el 11% del PIB. En Cuba, la competitividad, o emulación, se concibe como un modo de mejorarse a sí mismo mediante la solidaridad y la colaboración con los compañeros. La emulación existe entre los alumnos, entre los docentes y entre las escuelas. En cada uno de estos tres grupos, se recompensa la excelencia y existen mecanismos destinados a garantizar que todos se beneficien de las experiencias de los demás. Un ejemplo de esto es el “colectivo pedagógico”, un grupo de profesores que enseñan la misma asignatura y se reúnen con frecuencia para formarse mutuamente y elaborar conjuntamente programas de estudios, métodos y materiales.

El resultado es un sistema educativo en el que se alienta a todas las partes interesadas a mejorarlo. Las actividades extracurriculares, por ejemplo el mantenimiento de las escuelas, son corrientes, y el sistema se caracteriza por un elevado nivel de disciplina y orden en el aula. Los logros de Cuba en el ámbito de la educación son impresionantes: el analfabetismo pasó de un 40% a prácticamente cero en diez años, y en el reciente estudio realizado por la OREALC (UNESCO), el promedio de los resultados del cuartil inferior de los alumnos cubanos examinados fue mejor que el del cuartil superior de los escolares de los demás países participantes en el estudio.

¿Pueden otros países imitar la política de Cuba? El espíritu revolucionario que ha empujado a los docentes, alumnos y padres de alumnos a realizar grandes esfuerzos en favor de las escuelas es probablemente un fenómeno excepcional. No obstante, en otros contextos también puede ser posible crear comunidades de aprendizaje mutuo entre docentes y examinar minuciosamente los resultados de las escuelas.

La gran estima de que goza la profesión docente en Cuba parece ser un factor primordial de su éxito. Sin embargo, esta ventaja podría ser en realidad un punto flaco. En efecto, ahora que el país se abre al turismo y las inversiones extranjeras, es probable que los sueldos de los profesores -muy bajos cuando se expresan en divisas extranjeras- no puedan competir con las remuneraciones en otros sectores. Además, la existencia en el sector turístico de empleos relativamente bien remunerados que requieren muy pocas calificaciones podría incitar a los jóvenes a abandonar sus estudios.

El Canadá es otro país donde la profesión docente se tiene en gran estima. Pese a la escasez de profesores, la admisión a la formación para docentes es muy selectiva, y sólo el 10% de los candidatos son aceptados. Incluso los docentes de preprimaria deben poseer un título universitario. En algunas regiones del país, se dedican cuarenta días por año a la formación de los docentes en el servicio. Su participación suele ser obligatoria o constituir una condición de ascenso, y además se remunera. Un sistema de acreditación establecido en la provincia de Ontario -que se está estudiando en otras partes para su posible aplicación- somete a un examen a los profesores cada cinco años, y los que no lo aprueban pierden su título de docente.

El Canadá no sólo mantiene un alto estándar de la profesión docente, sino que ofrece también un sistema de apoyo bastante eficaz. Los equipos creados a nivel de distrito para el desarrollo de las escuelas, así como los consejos escolares consultivos que reúnen a las partes interesadas en el plano local para apoyar a la escuela, se parecen a algunas instituciones cubanas. El seguimiento es la tercera particularidad de la educación canadiense. Se ha desarrollado una cultura del uso de indicadores a todos los niveles. Los resultados de los alumnos, escuelas, distritos, e incluso los de las provincias, se examinan de cerca, lo cual permite poner de manifiesto tanto la excelencia como los resultados insuficientes y constituye una base para las intervenciones relacionadas con las políticas educativas.

Aunque las inversiones en la educación bajaron del 9% al 6,6% del PIB entre 1970 y 1999, el Canadá obtuvo excelentes resultados en el estudio PISA, consiguiendo el segundo puesto en lectura, el séptimo en matemáticas y el sexto en ciencias (entre 41 países de ingresos medios y elevados). Lo que se destaca sobre todo son los excelentes resultados de los hijos de inmigrantes, comparados con sus homólogos de otros países industrializados. Esto pone de relieve uno de los objetivos característicos del sistema de educación canadiense: construir una nación, preservando al mismo tiempo la diversidad cultural de su población.

Finlandia obtuvo los resultados más altos en las pruebas de PISA. En efecto, entre los 41 países participantes, consiguió el primer puesto en lectura, el quinto en matemáticas y el cuarto en ciencias. La disparidad en el aprovechamiento escolar de los alumnos es muy reducida, al igual que la influencia del origen social en los resultados. Ese es el objetivo que deseaba alcanzar Finlandia al invertir considerablemente y durante muchos decenios en el desarrollo humano, con miras a alcanzar la igualdad de oportunidades y la integración. Ahora bien, la competitividad económica y el rendimiento del sector de educación son también elementos clave de la estrategia educativa del país para 2015.

Este aspecto de centrarse en los objetivos más utilitarios de la educación no existía en los años ochenta y podría ser una consecuencia de la crisis económica por la que atravesó Finlandia en el decenio de 1990, tras el derrumbamiento de la Unión Soviética. Este país optó entonces deliberadamente por una estrategia de recuperación basada en los conocimientos, pero no estaba en condiciones de realizar grandes inversiones en la educación.

El 5,8% del PIB que invierte actualmente en este sector es apenas superior al promedio de la OCDE y netamente inferior a los estándares escandinavos. La combinación de un alto rendimiento del sistema educativo y un gasto moderado ha hecho de Finlandia un punto de referencia interesante para muchos países.

Al igual que en Canadá, la selección para acceder a la formación de docentes es muy estricta. Cada profesor debe poseer un título universitario en dos disciplinas. Otros factores que, por lo visto, explican los excelentes resultados de Finlandia en la encuesta del PISA son los métodos pedagógicos globales, los centros de interés de los alumnos y sus actividades recreativas, la estructura del sistema educativo, las prácticas escolares y la cultura finlandesa.

Las experiencias de estas cuatro naciones presentan tres características comunes. La primera atañe a los docentes. En todos esos países, se ha comprobado que existe una gran estima por la profesión docente, una sólida formación inicial y condiciones de admisión relativamente estrictas, un sistema bien desarrollado de formación permanente y una serie de mecanismos de aprendizaje mutuo y apoyo a los profesores. Aun cuando exista una escasez de docentes, no se hacen concesiones en cuanto a su calidad.

La segunda característica es la continuidad de las políticas. La República de Corea intentó deliberadamente neutralizar los efectos de los cambios políticos, estableciendo órganos consultivos. En Cuba, la continuidad es inherente al sistema político. Canadá y Finlandia cuentan con sólidas bases de conocimientos sobre la educación en el seno de las instituciones de formación y apoyo a los docentes, lo cual parece impedir a los gobiernos que cambien de orientación demasiado frecuente y radicalmente.

La tercera característica es el elevado nivel de compromiso público con la educación, que parece emanar de una sólida visión política. La determinación de la República de Corea a convertirse en un país competitivo a nivel mundialmente y mantener esa posición, la voluntad de Cuba de defender su revolución, la convicción del Canadá de que su fuerza como nación descansa en la diversidad cultural, y el profundo compromiso de Finlandia con el desarrollo humano y la igualdad son elementos que, de distintas formas, han ejercido una influencia considerable en las políticas y los resultados educativos.

Otra característica común de la República de Corea y Cuba es el dinamismo excepcional de los alumnos, docentes y padres. En ambos países, va unido a una atmósfera de competitividad, aunque desde puntos de vista muy diferentes y de maneras muy distintas. Saber si esto se puede reproducir en otros países en desarrollo, y de qué manera, es un interrogante que todavía no ha tenido respuesta.



Extraído de
Informe de seguimiento Educación para Todos (EPT) en el mundo
UNESCO 2005

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