viernes, abril 29, 2011

Autonomía y gestión de los centros docentes

JOSÉ MANUEL DÍAZ LEMA Catedrático de Derecho Administrativo Universidad de Valladolid

Me voy a permitir unas palabras iniciales sobre el tema que vertebra estas páginas –la autonomía de los centros docentes– por tratar- se de una cuestión íntimamente relacionada con una cierta visión de los problemas históricos de la enseñanza en España.
En efecto, no podemos desligar dicho tema de la circunstancia histórica en la que se desenvuelve la educación en España –y singularmente la primaria y secundaria–, dominada por una sensación de fracaso que reiteran una y otra vez los informes más solventes (PISA), algo que en realidad conoce desde hace bastante tiempo con precisión cualquier español medianamente avisado. Es natural que, en este contexto, las instituciones más solventes en materia educativa se pregunten sobre el camino más adecuado para salir de esta situación y enderezar el rumbo del sistema educativo español, el cual –como se reconoce generalmente– constituye la pieza clave para asegurar el bienestar futuro de la sociedad española: sin un sistema educativo sólido es impensable que la sociedad española resuelva los problemas sociales, económicos y de toda índole en los que está aparentemente atascada.

autonomía y gestión de los centros docentes



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jueves, abril 21, 2011

La descentralización de la enseñanza: algunas reflexiones a partir del caso francés

La descentralización de la enseñanza:
algunas reflexiones a partir del caso francés

ANDRÉ LEGRAND Profesor Emérito de Derecho Público Universidad Paris Ouest Nanterre La Défense

¿Qué motivo hay para tratar el tema de la descentralización de la enseñanza francesa? La razón que nos mueve a ello tiene que ver con lo que el caso de Francia sugiere a cualquiera. Su fama de Esta- do centralista goza de un gran consenso internacional, cosa que ocurre también con la idiosincrasia de su gente, radicalmente opuesta
–no sólo en el aspecto educativo, sino en tantos otros– a la tendencia general que durante los últimos años viene caracterizando a la mayoría de los países desarrollados. La comparación con el Ejército Rojo o con la General Motors a la hora de describir la enseñanza nacional francesa ya desde los años setenta, o bien la imagen del “mamut” puesta en circulación hace unos diez años por un ministro
–bastante malinterpretado tanto por la opinión pública como por los medios de comunicación–, han contribuido poderosamente a que caiga el oprobio sobre una institución efectivamente masificada y compacta en esta época nuestra del Small is beautiful. Pero así como ni el Ejército Rojo ni la General Motors continúan siendo lo que fue- ron, tampoco la persistencia de esta idea acaba de hacer justicia a las transformaciones vividas por la enseñanza francesa. Por otro lado, las imágenes de las manifestaciones que acompañan toda tentativa o desarrollo de reformas aplicadas al campo de la enseñanza, y especialmente a la superior, contribuyen a reforzar las ideas establecidas.
Por eso, mi intención es, por un lado, la de interrogar a la historia para demostrar que la realidad es, sin duda, más compleja de lo que parece; y, por otro, la de intentar analizar la idiosincrasia de la situación francesa actual.


Descentralizacion de la enseñanza reflexiones a partir del caso francés


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miércoles, abril 13, 2011

Punto de vista de los sindicatos, respecto de la autonomía escolar

FRANCISCO VIRSEDA
Secretario General FSIE

Si por autonomía entendemos la capacidad de una persona o de una institución para establecer sus propias normas de funcionamiento y autogobierno, cabría definir la autonomía de los centros educativos como la suma, por una parte, de las facultades directivas de la titularidad y, por otra, de los derechos de participación de la comunidad educativa, de tal modo que en el ámbito interactivo generado no quede lugar a la intromisión de las Administraciones educativas. Y no cabe duda de que, a día de hoy, entre los factores que contribuyen a la calidad de la educación se encuentra la autonomía de los centros para la toma de decisiones.

La Constitución reconoce a los padres, profesores y alumnos el derecho de intervención en el control y gestión de los centros sostenidos con fondos públicos (públicos y privados concertados): un derecho que queda articulado mediante la participación de la comunidad educativa en el consejo escolar del centro.

En otro orden de cosas, la autonomía implica la posibilidad de llevar a cabo, con un amplio margen de libertad, un proyecto o plan educativo específico, claramente definido, controlado, valorado y compartido por los estamentos implicados en la acción educativa de cada centro. Y para que dicha autonomía sea plena, los profesores deben poder actuar de forma autónoma y con margen suficiente para decidir, libre y colegiadamente, la forma en que conviene actuar en cada caso. No obstante, no debe confundirse la autonomía pedagógica con la de las partes, pues en tal caso no habría proyecto educativo, y cuando no existe proyecto educativo, no hay educación.

Pues bien, ¿cómo hacer compatibles la autonomía escolar y las funciones de las Administraciones educativas?
Si bien son las Administraciones públicas las que garantizan el derecho a la educación, la Constitución prevé que sean terceros quienes satisfagan dicho derecho constitucional. Nos hallamos, pues, ante una facultad propia, inherente a su condición de empresarios educativos en una economía libre de mercado, que queda ampara- da por el apartado 6 del artículo 27 de la Constitución: “Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios constitucionales”. Por tanto, la satisfacción del derecho a la educación no es un “servicio público” –o algo atribuido a los poderes públicos–, sino un “servicio de interés público y social” necesario en toda sociedad democrática.

En este sentido, aprovecho para señalar que toda inspección educativa debe velar antes por la mejora del sistema educativo que por estar al servicio de la Administración educativa; que deberían preocuparle más el nivel ortográfico, la comprensión lectora y los avances del alumnado en las materias fundamentales que el número de alumnos por clase que presentan los centros privados –por poner un ejemplo– o las vacantes de los centros públicos.

Los sindicatos frente a la autonomía escolar Viserda


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